Soy parte de una colectiva de mujeres, muchas de las cuales estuvieron presas y otras no.  Nuestros talleres de artes y oficios funcionan dentro de las cárceles de mujeres de Ezeiza, La Pampa y José León Suárez, además de los talleres en el afuera, a los que asisten compañeras que pasaron por la experiencia de la cárcel. Somos alrededor de cien las que participamos todas las semanas de los distintos espacios de formación en nuestras sedes en Flores y Palermo, donde también funciona nuestra Cooperativa de Trabajo en Libertad. La preparación de este paro fue la excusa para empezar un proceso que, lejos de terminar en el 8M, se multiplicará con más fuerza. Estamos cosiendo juntas algo nuevo, esa certeza la sentimos en nuestras cuerpas. El comienzo de un nuevo momento que nos encuentra más fortalecidas y cada día más seguras de que la salida es colectiva. ¿Cómo para una mujer que no tiene trabajo? ¿Cómo para una mujer que nunca tuvo trabajo y lo más parecido a eso fue en una cárcel? Estas fueron las preguntas que nos acompañaron durante este tiempo de elaboración del paro. Un primer desafío fue lograr correr la idea del paro tan vinculada a la patronal o a lo sindical, el paro del trabajadxr asalariadx, que está en el imaginario de muchas de nosotras y al mismo tiempo muy lejos de las realidades cotidianas que vivimos. La pregunta que atravesó todos los rincones de YoNoFui y entró más allá de los muros y los candados: ¿Por qué paro? ¿Qué quiero parar de mi vida? Todo este proceso de reflexión se materializó en un manifiesto de escritura colectiva que reúne nuestras ideas y experiencias.

¿Cómo parar estando presa? Sobre los cuerpos de la mujeres presas se concentran de manera brutal un cúmulo de violencias históricas. ¿Cómo pensar, como desnaturalizar y desarmar estas violencias?  Un primer punto de partida es entender la cárcel y el encierro como un eslabón más del sistema patriarcal. La mayoría de las presas son pobres y cargan con las marcas de las violencias anteriores a caer detenidas. ¿Cómo parar en una cárcel provincial donde no hay trabajo, y si lo hay te explotan por 16 centavos la hora? ¿Cómo parar en una cárcel federal cuándo el trabajo es lo único que mantiene a tu familia que está afuera y depende de tu sustento? ¿Cómo parar y no terminar sancionada o en los buzones? Estas fueron algunas de las preguntas que nos atravesaron estos días. No tenemos respuestas para todas ellas, pero sí logramos abrir pliegues para que la vida pueda ser imaginada de otras maneras, aun en el encierro.  Nuestro primer gesto de rebeldía fue parar para pensarnos, para reconocernos en cada historia. Parar para desafiar los códigos de la cárcel y animarnos a construir  los propios, más amorosos, más nuestros. Parar para  aprender a escucharnos, a vernos, a cuidarnos, a acompañarnos y construir algunas certezas.

Pensar el paro fue entonces repensar el poder, las formas de opresión y las maneras de organizarnos. En medio de esa marea, nos organizamos para rescatar a una compañera violentada, para conseguirle un lugar donde vivir a otra; hicimos mudanzas, cambiamos pañales, reímos y lloramos juntas, y nos abrazamos en plazas repletas de cuerpas que al igual que nosotras, luchan por nuestros derechos. Un ruidazo enlaza estas experiencias (ver recuadro en página 11). 

En cada unidad, la propuesta del paro tomó distintas formas. En la Unidad 47 de José León Suárez, las mujeres pararon negándose a salir a cualquier actividad, pero expresándoles a las celadoras los motivos. Todos los pabellones adhirieron. La consigna fue “No queremos seguir negociando nuestros derechos”. En Ezeiza el boca en boca corrió a la velocidad de la luz; en menos de media hora el mensaje había pasado a otras unidades. Nuestra compañera Liliana Cabrera se dedicó a hablar con las compañeras de todos los pabellones que ella misma transitó alguna vez. “Reconozco mi experiencia, los mismos lugares por los que yo pasé en las voces que escuché del otro lado del teléfono” –relató–. Siento que ellas también encontraron el feminismo estando presas y que al igual que yo, recordarán todo esto como el puntapié inicial de poder pararse en otro lugar.” En un contexto social de desamparo y en un lugar tan espantoso como la cárcel, en medio del dolor, la soledad y la crueldad, logramos construir una certeza: saber que estamos para nosotras.

* Integrante de la colectiva YoNoFui.