La volatilidad en el mercado financiero internacional obligó al Ministerio de Finanzas a redefinir su estrategia para la colocación de deuda de corto plazo. La reciente suba en las tasas de interés de los bonos nacionales y extranjeros restó atractivo a la inversión en Letras de Tesoro. Las dos licitaciones realizadas por el ministro Luis Caputo durante febrero mostraron una significativa caída en la demanda. Frente a ese escenario los responsables del endeudamiento externo cambiaron los planes de venta. El mecanismo utilizado a lo largo de los últimos dos años fue fijar los montos a emitir y la tasa para cada colocación de manera anticipada. La rentabilidad ofrecida en las últimas operaciones rondó el 3,1 por ciento para las letras a 201 días cuando los bonos de la deuda externa que vencen el año próximo pasaron a rendir alrededor de 3,5 por ciento. Con ese escenario, el equipo de ex directivos de grandes bancos internacionales que conducen la política financiera ahora licitará sin establecer las tasas de antemano y evaluará en cada oportunidad cuánto y cómo adjudicar las propuestas que reciba. El riesgo asociado a las crecientes tensiones externas no solo reside en un incremento en el costo de financiamiento sino en la interrupción del flujo de fondos.
El 24 de enero, cuando la turbulencia financiera era incipiente, Finanzas adjudicó dos Letes por un valor nominal total de 800 millones de dólares. A lo largo de la semana previa Caputo recibió ordenes de compra por un total de 4915 millones de dólares que estuvieron distribuidos en 3174 millones para el instrumento a 196 días y 1741 millones para el papel que vencía en 364 días. La tasa prometida oscilaba entre 2,8 y 3,1 por ciento. El escenario cambió en febrero. La primera operación del mes pasado presentaba condiciones financieras similares y si bien se colocaron los 1000 millones de dólares en letras pretendidos, apenas se recibieron ofertas por un 1304 millones de dólares. Lo mismo sucedió en la segunda licitación. Frente a ese escenario Caputo y sus colaboradores decidieron modificar el mecanismo de la licitación con la intención de conocer de antemano dónde está parado el mercado y los inversores esperan que el rendimiento de los títulos suba. En caso de que la demanda sea baja la tasa podría escalar hasta 3,75 por ciento.
El acelerado endeudamiento externo provocado por el gobierno de Cambiemos a lo largo de los últimos dos años revivió uno de los vectores históricos de las crisis periódicas de la economía argentina. La deuda externa asumida por el país desde el recambio presidencial tuvo como fin financiar los desequilibrios en la cuenta corriente y la cuenta de capital.
Si bien una porción de esos pasivos externos se convirtió en reservas internacionales del Banco Central, la mayor parte de los dólares obtenidos por el endeudamiento no se utilizaron para impulsar una política desarrollo económico sino para hacer frente al pago de importaciones, la remisión de utilidades y dividendos de las firmas extranjeras, el financiamiento de los viajes al exterior, la cancelación de los vencimientos de la misma deuda y el abastecimiento de la fuga de capitales.
“La presión que los acontecimientos internacionales imprimieron sobre las principales variables de la economía doméstica pone de relieve las vulnerabilidades del régimen macroeconómico”, indicó el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala en su último informe. “Los bonos de largo plazo se han visto severamente afectados por el fenómeno del vuelo a la calidad”, sostienen los economistas del instituto que depende de ATE y UTE.