El dólar volvió a ser una de las noticias principales de la semana. La cotización alcanzó el miércoles un récord de 20,70 pesos y el Banco Central intervino en cuatro de los cinco días hábiles. Sacrificó casi 400 millones de dólares para evitar que el tipo de cambio llegue a la barrera psicológica de 21 pesos. Las presiones sobre el dólar muestran dos cosas. La primera es que la autoridad monetaria esta cada vez más desorientada en sus políticas. La segunda es que los desequilibrios de la cuenta externa empiezan a pasarle factura al equipo económico.
La política cambiaria ya no es de tipo de cambio flexible. La entidad ahora interviene en la plaza aunque no tiene un argumento muy transparente para justificarlo. El comportamiento, aunque el organismo no quiere explicitarlo, no resulta una incógnita en la city. La reacción del Central era algo cantado: la entidad perdió su principal herramienta para manipular el tipo de cambio que era la tasa de interés y ahora sólo le queda quemar reservas.
El problema no es sólo que las autoridades del Central se comportan exactamente igual que la gestión anterior, a la cual criticaron por años por usar reservas para frenar la escalada del dólar, es decir controlar el precio de la divisa. La principal tensión es que ahora la entidad monetaria, tras sus políticas de flexibilización indiscriminada de los flujos de capitales, se tiene que enfrentar a un mercado muy volátil casi sin instrumentos.
Las reservas internacionales, si bien el stock de 60 mil millones de dólares parece elevado, son principalmente deuda externa del país. No parece una buena idea rematarlas como se hizo esta semana si se tiene en cuenta que el conjunto de la sociedad deberá devolver esos dólares a los acreedores del exterior y encima pagar intereses por el endeudamiento. El Central, no obstante, no cuenta con muchas otras alternativas mientras siga la salida de dólares de la economía al ritmo de los últimos meses.
Los datos del balance cambiario de la autoridad monetaria ponen en alerta a cualquier consultor preocupado por la sostenibilidad de la economía. La formación de activos externos del sector privado, que en la jerga se conoce como fuga de capitales por ahorro, pasó de 9 a 22 mil millones de dólares entre 2016 y 2017. Pero no fue el único resultado preocupante. El turismo anotó un déficit de 10 mil millones de dólares el año pasado, al tiempo que se perdieron otros 2 mil millones de dólares por el giro de utilidades de las multinacionales y unos 8 mil millones de dólares por el rojo comercial.
La suma de estos elementos (ahorro, turismo, utilidades e intercambio comercial) muestra que hubo 42 mil millones de dólares que salieron de la economía en 2017 sin ninguna restricción. Se trata de 115 millones de dólares por día. El problema se agrava considerando que hubo otros 30 millones de dólares extra que no salieron porque se destinaron a Lebac. Pero en la medida que el Central siga bajando la tasa de interés se sumaran a la fuga de capitales.
Estos números muestran el monstruo verde al que se debe enfrentar la autoridad monetaria si pretende que el tipo de cambio no se dispare. ¿Cuánto tiempo puede soportar vendiendo más de 100 millones de dólares al día para sostener la cotización? Puede ser que la autoridad monetaria se guarde un as bajo la manga pero no parecen muchas las alternativas. Las expectativas de una devaluación están en aumento y en la mayoría de los almuerzos entre empresarios de la city de lo que más se habla es a cuánto estará el dólar antes del Mundial de Rusia.