En primera instancia, necesaria e importante, habrá que destacar la continuidad cultural del edificio donde se ubica el Complejo Cultural Atlas (Mitre 645). La antigua sala de cine que diera cabida a una de las pantallas de veras grande de la ciudad, cerrada en 1999, podría haberse vuelto tumba de automóviles, edifico tapa‑sol o templo imperativo: "¡Pare de sufrir!". De hecho, algo de todo eso le sucedió: fue discoteca, también spa, y también se incendió.
Así que ninguna noticia mejor que la de celebrar esta buena nueva, cuando el miércoles pasado se ratificara la inauguración oficial. Si bien el Complejo Cultural Atlas ha abierto sus puertas desde hace unos meses, con varias actividades de índole diversa, al fin encontró su rúbrica formal, en una noche de muchos invitados y amigos, dedicados a transitar por esos mismos lugares en otros tiempos caminados, ahora remozados.
Justamente, éste es un impacto nada menor. Porque entre las virtudes y ventajas que el nuevo Atlas expone, hay una que le juega a favor, que ya tiene consigo porque viene añadida por la historia cinematográfica. En este sentido, las viejas salas de cine guardan ‑de manera compartida con la ciudadanía‑ un acervo del que se impregna el imaginario colectivo. De modo tal que ingresar en este recinto equivale a dar continuidad a una costumbre ya instalada, ahora recordada y renovada. ¿Así que éste era el cine Atlas? Lo fáctico del presente obliga a rememorar cómo era esa sala en donde Terry Gilliam soltara a la intemperie sus 12 monos.
El recuerdo puede contener un dejo de nostalgia, pero tiene un asidero bien fuerte desde el presente. Porque lo que se ve está bárbaro, a partir de una delineación del complejo que hace cohabitar posibilidades diferentes. El mismo nombre, Atlas, es asimilado a partir de esta coexistencia, como un mapa de elecciones disímiles y confluyentes. De esta manera, Complejo Cultural Atlas ofrece una variedad de recorridos simultáneos, cuyas áreas son reconocidas de acuerdo la distinción siguiente: Atlas Cine (Coordinador: Andrés Nicolás), Atlas Letras (Coordinadoras: Victoria Lovell y Alejandra Méndez), Atlas Ciencias (Coordinadores: Oscar de Sanctis, Silvana Svatetz y Liliana Filippini), Atlas Visual (Coordinadora: Marisa Gallo), Atlas Biociudades (Coordinador: Gustavo Venesia).
Arquitectónicamente, el Complejo encuentra su pulmón en el resto‑bar del ingreso. A partir de allí, la dirección a elegir puede ser hacia la sala teatral, en el fondo, o la Zona Multimedia vía escalera. El escenario teatral ‑que ya diera cabida reciente y relevante a músicos de la talla de Yoshitake Expe y Tim Berne‑ contó el miércoles con la presencia de Sergio Pángaro y Baccarat. Pángaro viste como si se hubiese escapado de la pantalla grande del blanco y negro glorioso. Su música se codea con las melodías de décadas pasadas, las actualiza con elegancia, añade comentarios intermedios. Cuando interpreta "Rubias de New York" materializa los años '30, que luego mixtura con el rock & soda de los '50, más el twist "Guarda come dondolo" que tiene el rostro irremediable de Vittorio Gassman en Il sorpasso. Pángaro, está claro, fue la mejor elección con la que habitar el mismo lugar donde antes vivieran las películas.
Pero este Atlas, desde ya, tiene otra pantalla y está escalera arriba, en la Zona Multimedia. Previamente, puede accederse a la Zona Estudio, que recupera el palco antiguo en forma de área cuasi VIP, con mesas altas, desde las cuales poder mirar y escuchar, por caso, a la Baccarat de Pángaro. Pero de vuelta al espacio multimedia: es una sala amplia, con proyector y pantalla instalados, todo dispuesto para albergar presentaciones de libros, paneles, películas, ciclos. De hecho, la última "Conecta: Muestra de Cine Interdisciplinaria", celebrada meses atrás, tuvo lugar allí, oficiando de manera cinéfila bautismal.
También hay ascensor, todo bien cómodo y claramente organizado. Da gusto tener en la ciudad un complejo cultural así, múltiple y contenido en ese mismo y querido edificio, del que se ha preservado también su marquesina grande, que puede verse desde las esquinas. Un lugar céntrico, con vida repartida con otras salas y lugares que, vale subrayar, no son demasiados, tampoco hay tantos. Se lo decía a este diario, hace pocos días, la música Mavi Leone: "Dentro del ambiente eso es algo de lo que se habla mucho y estamos todos de acuerdo, casi ni siquiera tenemos espacios, está muy complicado".