La obra de Fernando Pessoa (1888-1935), a más de 80 años de su muerte, es como una Caja de Pandora. A diferencia del mítico recipiente de la mitología griega, de las páginas del poeta portugués no salen todos los males del mundo, sino que continúan apareciendo sorpresas literarias. La mayor parte de la fama de Pessoa se construyó de la mano de los heterónimos, término con que designa a distintos personajes que asume al escribir, como Alberto Caeiro, Bernardo Soares, Ricardo Reis y Álvaro de Campos; mentes independientes respecto de las cuales el escritor es una especie de médium. Coelho Pacheco, hasta ahora el más misterioso de sus heterónimos, era un poeta de carne y hueso, autor de un único poema conocido, “Para além d’outro océano”, destinado al malogrado tercer número de la revista Orpheu, de la que se publicaron dos números en marzo y junio de 1915. En los versos de este poema hay rasgos de las diferentes máscaras del autor de Mensagem (1934), el primer y único libro que publicó en vida, un año antes de su muerte: el “paulismo” del ortónimo, el “interseccionismo” de Campos o el “sensacionismo” del maestro Caeiro.
Muchos críticos lamentaron que existiera un solo poema de Coelho Pacheco y confiaron en que la progresiva publicación de los papeles inéditos del poeta portugués permitiría hallar otros poemas atribuidos a este heterónimo. José de Jesús Coelho Pacheco fue un poeta cuya obra se atribuyó erróneamente a Pessoa durante décadas. Joven admirador del autor de Libro del desasosiego, perteneciente al grupo de poetas reunidos en torno a la revista Orpheu, había nacido en Lisboa el 27 de mayo de 1894. Pronto abandonó las inquietudes literarias para dedicarse al negocio de la venta de automóviles. Aunque las pruebas definitivas que confirman su existencia real son relativamente recientes, su baja como miembro de la pléyade de heterónimos ha sido la crónica de una muerte anunciada. Especialistas en Pessoa como João Gaspar Simões consideraban a Coelho Pacheco como “figura episódica” y María Aliete Galhoz lo definió como “heterónimo ocasional”. En el primer volumen de las Obras del poeta portugués a cargo de Antonio Quadros, el poema de Pacheco estaba acompañado por una nota al pie de página en la que se advertía: “No se conoce ninguna otra obra de este sub-heterónimo, habiéndose aventurado que podría tratarse de una persona real, ya que los Coelho Pacheco fueron una familia bien conocida en Lisboa”.
¿Por qué el autor de ese poema no reconoció la autoría y aclaró el malentendido? Coelho Pacheco murió en 1951, antes de que el poema se publicase como obra de Pessoa. En 1996 se conoció una carta fechada el 20 de febrero de 1935, firmada por Coelho Pacheco, en la que felicita a Pessoa por la publicación de Mensagem y recuerda con nostalgia los tiempos de Orpheu. Poco a poco se desmantelaba el “falso” heterónimo. En 2007, el artículo dedicado a José Coelho Pacheco en el Diccionario de Fernando Pessoa e do mondo P Português reconoce por primera vez como errónea la atribución de “Para além d’outro océano”. A falta de una prueba irrebatible, por ejemplo un manuscrito original del poema en cuestión de puño y letra o mecanografiado de Coelho Pacheco, la entrada al diccionario deja la puerta abierta: “La duda, ciertamente, persistirá siempre”. Pero en 2011 la profesora Teresa Rita Lopes accedió al manuscrito original del poema firmado por Coelho Pacheco, hallado por su nieta, Ana Rita Palmeirim, entre los papeles de su abuelo junto a otros poemas inéditos, muy influidos por la filosofía de Caeiro y las innovaciones formales del vanguardista Campos.
Pessoa dejó sus papeles ordenados en sobres o envoltorios debidamente etiquetados; pero ese orden se fue perdiendo porque esos materiales fueron manipulados por investigadores y editores. En 1969 se empezó el inventario de ese legado que arrojó una cifra alucinante: 25.426 originales que, junto con otros documentos, fueron adquiridos por el Estado de Portugal. En Papeles personales, una antología publicada por Ediciones Universidad Diego Portales, el poeta y editor chileno Adán Méndez reflexiona sobre el carácter provisional de lo que ha escrito Pessoa. “La visión panorámica de la obra sigue siendo, en todo caso, poco clara, todavía en pleno movimiento y encuadre nebuloso”, plantea Méndez. “Y dadas sus características materiales es muy posible que no se quede nunca quieta, porque los saqueadores podemos armar los libros que queramos en base a un legado hecho de retazos, con lo que prosigue un juego heteronímico en el que incluso los menores textos encuentran su ocasión de brillar”.
¡Qué le hace una mancha menos al tigre que es Pessoa! Que a la constelación de máscaras del poeta portugués haya que restarle una –la de Coelho Pacheco– no implica que disminuya el efecto que sigue generando ese arcón de papeles en permanente movimiento.