El inusual intento de robo al asesor de Daniel Angelici, el ex dirigente boquense Marcelo London, no puede ser analizado solo como un hecho policial aislado. El único indicio de lo que pasó provino de la propia víctima: “No creo que haya sido al voleo”. Si a esa estimación se agrega el desproporcionado uso de la fuerza que emplearon los ladrones para hacerse de un botín magro –un puñado de tickets para el partido de ayer contra Tigre–, hay algo que no cierra. A no ser que las entradas fueran para la Supercopa que el miércoles jugarán Boca y River en Mendoza, muchísimo más caras. O que los cuatro motochorros la hubieran pifiado en la inteligencia previa para elegir su blanco. La primera especulación se esparció por la Bombonera como el hit del verano con que la gente insulta al presidente Mauricio Macri en canchas, movilizaciones y recitales. También se basa en habladurías sobre el mundo de la reventa, que llegó a su apogeo con el Superclásico. Será la segunda final de la historia entre los dos grandes. El partido del año.
London dijo que llevaba en un bolso unas 20 entradas entre las de protocolo y las de su agrupación, Resurgimiento Boquense. Además precisó: “Los dirigentes y presidentes de agrupaciones retiramos entradas todos los jueves para los partidos de cada fin de semana”. El asesor presidencial no es directivo desde que reeligieron a Angelici en 2015. En Boca se cuenta que Macri le pidió su salida al presidente del club. También la de César Martucci, el ex tesorero. El damnificado del ataque cometido en Avellaneda aparenta la imagen de un personaje influyente pese a que no integra la comisión directiva. Quizás por su pasado antes que por su presente sin cargo.
El hombre que se resistió al atraco y terminó tajeado en su mano derecha integraba el oficialismo de Antonio Alegre y Carlos Heller, a mediados de los años ‘90. Cuando Macri les ganó las elecciones en Boca en diciembre de 1995, se acomodó al nuevo tiempo. Pasó con su agrupación –la misma que había liderado Luis Bortnik, un dirigente muy cercano a Alberto J. Armando y al que desplazó de la misma– a integrar la alianza en el gobierno: un macrismo de la primera horneada. Empresario del rubro farmacéutico, dice que salvó su pellejo gracias a una maniobra que hizo su hijo Blas con el auto.
Sintiéndose rodeado, dio marcha atrás, golpeó a una ambulancia, también a otro vehículo que tenía adelante y después de un momento que se volvió interminable zafó de la encerrona de los cuatro motociclistas que buscaban llevarse su bolso con las entradas. London agradeció el viernes por facebook y twitter la solidaridad recibida “a todos aquellos que mandaron mensaje. A los que me llamaron y se contactaron conmigo. Tanto yo como mi hijo estamos bien. La justicia será la encargada de investigar y encontrar a los responsables. Saludos”. PáginaI12 intentó comunicarse con él pero no respondió el llamado.
“Dame el bolso, dame el bolso me gritaban los ladrones”, aseguró que le pedían. Ese es el indicio de que estaban sobre una pista. Acaso porque lo siguieron desde la Bombonera. O porque tenían el dato sobre su rutina de los jueves. Si los que intentaron asaltarlo buscaban boletos para el partido contra Tigre, la violencia del ataque no se compadece con el poder de reventa del hipotético botín. Al fin de cuentas, el negocio es rentable o muy rentable para las mafias del fútbol depende de quiénes jueguen. Después de radicar la denuncia en la comisaría 1ª de Avellaneda, London no se cansó de repetir la oración de siete palabras: “No creo que haya sido al voleo”.
Si esa sensación se confirmara, no resulta verosímil que los ladrones –que bien podrían ser barrabravas– fueran detrás de los tickets para entrar a la Bombonera. Está comprobado desde el fondo de la historia que la ‘Doce’ ingresa a la cancha de Boca sin dificultad. Igual que lo hacen otras barras cuando juegan de local. En estos días, el verdadero problema para los hinchas es otro. Quieren viajar a Mendoza a ver el clásico y los precios de las entradas son exorbitantes.
Ya en febrero pasado, el portal de Internet StubHub de la multinacional EBay vendía populares a 2.238 pesos y plateas hasta 17.863,60 (así, con centavos) para el partido del año. Y lo hacía cuando todavía la AFA no les había fijado el precio ni sacado al mercado. Una general finalmente se puso a la venta por 800 pesos, pero en la reventa triplicó su valor. Las plateas costaban cinco veces más. En ese sitio virtual todavía se siguen comercializando a 7.246 pesos las descubiertas y 11.683 las preferenciales. En la AFA se desligaron de la organización de la final porque “se tercerizó con TyC, ellos se ocupan de todo y hasta sugieren el precio de las entradas”. Una verdad a medias.
Alguien en Boca le confió a este diario que el modus operandi del ataque a London se pareció bastante a otras irrupciones en moto de la barra brava. El operativo entradas –ni el ex directivo ni su hijo confirmaron públicamente qué pasó con ellas– no se sabe el desenlace que tuvo. Salvo por las manchas de sangre que mostraba el asesor de Angelici sobre su remera blanca. Contó también que casi lograron sacarlo por la ventanilla del automóvil Kia que mantenía con el vidrio bajo.
La vida puede correr peligro a causa de uno o más boletos para el fútbol. Aunque no se recuerda un antecedente semejante de este tipo de operativo comando. Por eso quedan más dudas que certezas y si hay algo que podría confirmarse –estimulado por las palabras de London– es que los ladrones querían las entradas. La pregunta es: ¿Para ver el superclásico o para ganarse varios miles de pesos en la reventa?
La comisión directiva de Boca y la propia víctima harían bien en brindar más detalles. Para intentar que no se repita. Para que se detenga el negociado orquestado por unos pocos cuando se juega un partido que tiene alta demanda. La inacción de la AFA, sus clubes y el Estado que mira para otro lado, equivalen a convalidar el choreo.