Las importaciones de petróleo en enero de este año superaron los 205 mil metros cúbicos. Poniendo la cifra en contexto: enero es un mes tradicionalmente inactivo para compras al exterior de hidrocarburos, tal cual demuestran las estadísticas. Pero más sorprendente aun es el volumen alcanzado por estas importaciones: la cantidad ingresada representa el 70 por ciento del total de compras al exterior de crudo del año 2015. Otro dato de contexto: el proceso de aumento de importaciones no se inició este año, sino desde el mismo momento en que Cambiemos tomó la gestión de gobierno y Juan José Aranguren, particularmente, la conducción de la política energética. Viéndolo en números: tomando los dos años completos de la actual gestión, 2016/2017, y sumándole el resultado de enero de 2018, en 25 meses el país importó 57 por ciento más que lo que había importado en los ocho años anteriores completos, de 2008 a 2015 inclusive. En cifras, en 25 meses el gobierno de MM importó 2,38 millones de metros cúbicos de crudo, mientras que el gobierno de CFK sumó 1,51 millón de metros cúbicos en los ocho años de sus dos mandatos. Habría que agregar que, entre un período y otro, además, cayó abruptamente la producción doméstica de petróleo. De la política del autoabastecimiento de hidrocarburos, que proclamaba el anterior gobierno, a la dependencia creciente de la importación que las propias normas del actual gobierno consagra. Y un par de datos adicionales que no son simplemente de color: a partir de enero de 2018 rige una apertura total de la importación de hidrocarburos, al haberse decretado la derogación del registro de importadores de petróleo y sus derivados, que requerían autorización previa de la Secretaría de Hidrocarburos para ingresar hidrocarburos o combustible del exterior. El otro: la empresa Shell es la principal importadora del país de estos productos.
Llegó el Cambio
En apenas dos años, el Ministerio de Energía logró desmantelar, prácticamente, la política energética diseñada por el gobierno anterior a partir de la renacionalización de YPF (abril/mayo de 2012) y estructuró una nueva política basada fundamentalmente en la apertura total de las importaciones de hidrocarburos y combustibles, y en la concentración de la oferta de atractivos para la inversión extranjera en la explotación no convencional de yacimientos en la formación Vaca Muerta. Producto de esa política, la producción de petróleo y de gas en el resto de las cuencas empezó a retroceder y hoy algunas ya están prácticamente languideciendo. Por otra parte, las inversiones extranjeras tampoco llegaron en el volumen esperado ni los resultados en producción de Vaca Muerta se dieron en los tiempos imaginados.
En el transcurso del último año, Aranguren implementó, además, una transformación clave en el negocio petrolero: dispuso los mecanismos para el “alineamiento” de los precios locales del crudo extraído en yacimientos locales y los combustibles refinados en las destilerías en el país, con los valores del mercado internacional. Conforme a la evolución que tuvieron esos valores en dólares en los países centrales, y la fuerte revalorización del dólar frente al peso, ambos fenómenos ocurridos en los últimos meses, los precios locales se dispararon y prometen seguir subiendo.
Regulación y desregulación
El 20 de marzo de 2017, acompañando esta política de alineamiento de precios, el gobierno nacional creó por Decreto 192/17, “el registro de operaciones de importación de petróleo crudo y sus derivados”. En sus considerandos, la medida señalaba que “la disponibilidad a nivel internacional de petróleo crudo y sus derivados a precios inferiores a los vigentes en el mercado local produce un incentivo a su importación, lo que puede afectar en determinados casos la producción nacional (…). Hasta tanto los precios locales converjan con los precios internacionales, (dicha situación) requiere la adopción de medidas extraordinarias”.
Cabe reiterar que este decreto es de marzo de 2017 y recién comenzaba a implementarse la “convergencia” que resultaría en un fuerte aumento interno de los precios del petróleo y los combustibles, un objetivo no siempre reconocido por las autoridades del área y del Ejecutivo en general (“los precios ahora suben pero después van a bajar”, señalaron en reiteradas oportunidades).
Esas medidas “extraordinarias” eran las condiciones bajo las cuales el Ministerio, a través de la Secretaría de Hidrocarburos, determinaría “los volúmenes autorizados de importación” de crudo y sus derivados. Esos criterios, definidos por el artículo tercero del Decreto 192, eran: a) insuficiente oferta de petróleo crudo de origen nacional de similares características al que se requería importar; b) insuficiente capacidad de procesamiento adicional en refinerías; c) insuficiente oferta local de derivados.
A simple lectura, un mecanismo lógico de resguardo para la producción nacional. Pero a ocho meses de firmado este decreto, el 27 de noviembre del mismo año, 2017, otro decreto, el 962, dispuso que el anterior sólo tendría vigencia hasta el 31 de diciembre. Es decir, a partir de enero de este año no había necesidad alguna de registrarse ni pedir autorización para importar petróleo o sus derivados.
Protección ficticia
El otro tema es cómo funcionó el decreto de resguardo de la producción nacional mientras estuvo vigente. Un riguroso estudio del Observatorio de la Energía y la Tecnología, Oetec, que dirige Federico Bernal, advierte sobre la evolución del mercado hasta acá y lo que empezó a suceder a partir de enero. “Con la vigencia del susodicho registro, las compras de crudo al extranjero se incrementaron en un 36 por ciento en 2017 en comparación a 2016, y si se las mide con respecto a 2015 el salto es del 329 por ciento”, apunta Bernal en la web del Observatorio. “Imagínense lo que va a suceder con la apertura indiscriminada de importaciones, que ya lo estamos comprobando con las cifras récord de importaciones de enero. Imagínense lo que va a acontecer con la producción nacional, si con la vigencia de un decreto supuestamente para controlar a la importación y evitar que la producción nacional se vea afectada, en 2017 se observaron caídas de la producción en las ocho provincias petroleras”, agregó el titular de Oetec.
En opinión de Bernal, “importaciones liberadas seguirán profundizando la pérdida de incidencia del crudo argentino procesado en el parque de refinación local. A su vez, aumentará las compras externas de combustibles, completamente liberadas por el mismo decreto. Recordemos que las importaciones de naftas y gas oil venían superando en 2017 en más de un 20 por ciento las de 2015, un resultado increíble cuando se observa que las ventas de dichos combustibles se mantienen prácticamente estancada entre los años analizados”.