Agustín Rossi recuerda como la sesión “más tensa” que le tocó protagonizar aquélla en la que consiguió la media sanción para la ley de retenciones móviles como jefe del bloque de diputados del Frente para la Victoria, cargo que hoy vuelve a ocupar pero como opositor. El debate alrededor del tema, entiende Rossi, fue decisivo para el kirchnerismo. “Para ponerlo en claro, nunca antes había quedado tan establecida una disputa política entre el Estado como representante del interés general y un sector de la sociedad, una corporación, defendiendo sus intereses sectoriales. Y en la disputa hubo momentos en que parecía al revés:que nosotros éramos quienes defendíamos los intereses de un sector y ellos los del todo. Había consignas con ‘el campo somos todos’”, sostiene.
–¿Cree que el gobierno de Cristina hubiera tenido el mismo rumbo sin esa disputa con el campo?
–Es contrafáctico. Lo que puedo decir es que para muchos, especialmente para los jóvenes que se volcaron masivamente a la política, esa disputa tuvo carácter fundacional. Porque, insisto, como nunca mostró a un gobierno jugado en la defensa del conjunto y que consideraba que parte de la renta extraordinaria de un sector tenía que estar destinada al desarrollo de todos los argentinos. Eso nos marcó a nosotros como espacio político.
–¿Cuando se lanzó la medida imaginó que tendría la repercusión que luego generó?
–Fue todo muy rápido. Se lanzó en vísperas de Semana Santa y cuando terminaron los feriados ya empezaron los piquetes, se conformó la Mesa de Enlace y dictó el primer paro. Comenzó como reclamo de un sector al que se sumó toda la oposición con el objetivo de desgastar y desestabilizar al gobierno de Cristina.
–¿Cómo consiguió que se aprobara el proyecto en Diputados?
–En acuerdo con Cristina introdujimos una serie de modificaciones al proyecto. La más estratégica fue haber segmentado las retenciones. El proyecto que termina aprobándose en Diputados establecía que a quienes producían menos de 300 toneladas se les bajaba las retenciones del 35 al 30%, que era importante porque en ese momento ya se empezaba a sentir una gran sequía. Al productor de entre 300 y 750 toneladas se le mantenía la alícuota y recién a los productores de entre 750 y 1500 toneladas se le aplicaba la 125 pero para las segundas 750 toneladas. Con ese esquema dejábamos afuera de la resolución al 80% de los productores y quedaba afectado solamente el 20%, que sin embargo son los responsables del 80% de la producción. Para el pequeño productor, el de menos de 300 toneladas, si se hubiese aprobado el proyecto hubiera significado un ahorro de entre 700 y 800 mil pesos hasta fin de 2015. Por eso digo que cuando llegó a Diputados ya no había espacio para analizar racionalmente ninguna propuesta.
–Ya para entonces se había convertido en una pulseada política.
–Claro. Empujados por la oposición que buscaba desestabilizar al gobierno de Cristina la opción fue blanco o negro. En algún momento la Federación Agraria ya no veía tan mal nuestra propuesta pero queda subsumida en las decisiones de la Mesa de Enlace. Aun perdiendo en Diputados después fueron a hacer lobby en Senadores con el resultado que conocemos.
–Así y todo también hubo de-serciones en el Frente para Victoria.
–Hubo 15 diputados que nos votaron en contra. Entre ellos Felipe Solá y Graciela Camaño, que entonces estaban en nuestro bloque. Pero con las modificaciones que se introdujeron nos permitieron llegar al número de 129 votos. De aprobarlo hubiera sido histórico porque sería la primera vez que una ley establecía retenciones segmentadas para las exportaciones.
–¿Fue el debate más importante que hubo en Diputados?
–El más importante no, pero sí el más tenso. Fue la única sesión mientras fui jefe de bloque que bajé al recinto sin tener la plena seguridad de que ganábamos la votación. Me senté como cinco veces con la secretaria parlamentaria, Patricia Fadel, para repasar nuestros votos. Recién a la mañana del sábado tuve la certeza que se ganaba. Los jefes de los bloques opositores vinieron a pedirme un cuarto intermedio y les dije que no, que fijáramos un horario para votar. La sesión empezó el viernes a las cuatro de la tarde y terminó el sábado al mediodía.
–Usted sufrió el proyecto en carne propia porque debió soportar escraches en su provincia. ¿En algún momento tuvo dudas sobre la propuesta?
–Durante el debate fueron dos veces a mi casa. Y en la campaña electoral de 2009 me agredieron en Reconquista, en Laguna Paiva y en Venado Tuerto. Pero no me generó dudas. Aclaro que si hubiéramos presentado el proyecto tal como fue aprobado en Diputados tal vez hubiera sido otro el margen, pero yo tenía claro lo que tenía que hacer. Sabía que el gobierno se jugaba mucho y que había que defender el proyecto. Rápidamente nos dimos cuenta de lo que se buscaba, y los primeros en darse cuenta fueron Néstor y Cristina. En aquel acto en Plaza de Mayo Cristina habló de los “generales mediáticos”. No era un problema de política agropecuaria sino que era un problema político, se buscaba desestabilizar.
–¿Recuerda algún diálogo con Néstor o Cristina en aquel momento que analizaron lo que estaba en juego?
–Fueron momentos de diálogo permanente con Néstor, Cristina y con Alberto Fernández. Principalmente acerca de hasta qué punto buscábamos consensuar. En varias oportunidades los opositores nos corrieron el arco. No hay que olvidarse de que la centroizquierda votó en contra de la 125, pese a que nos habían dicho que si bajábamos las retenciones al 30% ellos la votaban.
–¿Y después de la votación en el Senado? ¿Cómo vivió los momentos posteriores?
–Al otro día recuerdo que hablamos con Cristina desde mi despacho, también vino el jefe del bloque del Senado, Miguel Pichetto. Repasamos la situación. Le informamos que la mayoría de los diputados y senadores eran solidarios y seguían alineados con el Ejecutivo. Después hubo una reunión en Olivos en la que estuvimos todos y Cristina nos agradeció el esfuerzo.
–Había rumores de renuncias, muchos pensaron que Cristina no podría terminar su mandato. ¿Le surgieron dudas sobre la continuidad?
–No, nunca tuve dudas. Es cierto que habíamos perdido una votación importante, que se nos habían ido diputados y senadores y hasta algún gobernador. Pero la fuerza institucional del gobierno seguía siendo muy importante y nunca pensó que no iba a continuar.