El secretario de Comercio, Miguel Braun, viajó a Washington para negociar que se exceptúe a Argentina de la aplicación de aranceles de 25 y 10 por ciento a las importaciones de acero y aluminio, respectivamente. “Es una visita de trabajo en la que tendré varias reuniones y que coincide con el tema de los aranceles: haré todos los esfuerzos para que Argentina tenga un mejor tratamiento, ya que las exportaciones de acero y aluminio a Estados Unidos son muy pequeñas”, indicó el funcionario. El viernes el presidente Mauricio Macri se comunicó telefónicamente con su par estadounidense Donald Trump para iniciar las gestiones que ahora Braun intentará traducir en un beneficio concreto.
El funcionario agregó que “Estados Unidos no puede pensar que Argentina es una amenaza de seguridad nacional, con lo cual presentaré todos los argumentos para que nos traten lo mejor posible”, afirmó Braun en diálogo con radio Milenium. “La discusión en el mundo parte de una situación de mucha apertura e integración y de una fuerte preocupación por la competencia de algunos países que subsidian su producción”, consideró. En ese sentido, señaló que “hubo un desplazamiento industrial hacia esos países, sobre todo de Asia, y eso generó preocupación en Estados Unidos, Europa y otros países industriales”.
La Cancillería y el Ministerio de Producción ya enviaron sendas notas el viernes 2 de febrero –ante la inminencia del anuncio concretado el jueves– al titular del Departamento de Comercio así como al Representante de Comercio norteamericano “precisando los motivos por los cuales nuestro país entiende debería quedar exento de esta aplicación arancelaria”. Entre esos argumentos, se destaca la baja participación que tienen las ventas nacionales en el mercado estadounidense. Al respecto precisaron que “las exportaciones argentinas representan sólo 0,6 por ciento del acero y 2,3 por ciento del aluminio de todas las importaciones que hace Estados Unidos en ambos rubros y por lo tanto Argentina no es causante ni contribuye a las distorsiones que afectan a los mercados mundiales y a los Estados Unidos”.
Pese a la intención de tomar distancia del conflicto que enfrenta a las grandes potenciales, Braun reconoció que Argentina es uno de los países más cerrados del mundo, lo cual podría no ser un argumento muy efectivo a la hora de negociar con la administración Trump. “El problema nos rebota pero partimos de que somos una de las cinco economías más cerradas del mundo, con empresas que no están integradas en cadenas globales de valor y no hay ningún país al que nos queramos parecer que no esté integrado”, afirmó.