Los viajes de Gulliver (1726), de Jonathan Swift, es un clásico de la literatura fantástica que alimentó la imaginación de la artista plástica Nushi Muntaabski (Buenos Aires, 1963). En el primero y más famoso de aquellos viajes, el protagonista naufraga y va a parar a una isla, Liliput, habitada por hombrecitos diminutos en relación con su tamaño, quienes lo superan en número y amarran a tierra al gigante.
La célebre escena evoca el mito babilónico del héroe Marduk amarrando a la diosa marina Tiamat al fondo de las profundidades. Y le inspiró a Muntaabski Los viajes de Nushi, una escultura‑instalación itinerante revestida en mosaico veneciano, material con el que la artista viene trabajando desde 1995. Al igual que Lemuel Gulliver, la obra viene "viajando" por el espacio público, con "paradas" en Parque Bicentenario (Salta), la fábrica Cerámica Alberdi (Salta) y el Museo de la Vid y el vino (Cafayate, Mendoza). El miércoles pasado esta intervención en el espacio público llegó al Monumento a la Bandera (Santa Fe 581, Rosario), desde donde acompañó la marcha del 8M en un lugar que no podía ser más estratégico y simbólico a la vez: la fuente del Pasaje Juramento, donde están emplazadas las esculturas de Lola Mora, escultora tucumana cuya biografía es una de las que Muntaabski narra en su primer libro, La novia de Duchamp (Emecé, 2012). En su monumentalidad yacente, la giganta impermeable interactúa con las obras de Lola Mora, cuyas figuras parecen mirarla con asombro; también le hace un contrapunto a La Patria de la Fraternidad y el Amor (1957), el monumental desnudo femenino alegórico del escultor José Fioravanti que se yergue en la hornacina de la torre del Monumento.