El espectáculo más femenino de todos los del Cirque du Soleil, al menos hasta el momento: así será recordado Amaluna, ya que ése es su sello. James Santos, director artístico del show, ha dicho a la prensa que el desafío fue crear un show protagonizado por mujeres. Ellas constituyen el 70 por ciento del elenco: “En otros shows son los hombres los que llevan adelante los actos que requieren fuerza. Para esta propuesta hubo que encontrar un elenco completo de mujeres que pudieran hacer eso que hacían los hombres”. En Amaluna –que pasó primero por Rosario, se verá a partir de mañana en Buenos Aires y próximamente viajará a Córdoba– incluso la banda musical es íntegramente femenina.

La gran carpa azul y amarilla, con banderas de diferentes nacionalidades, ya está instalada en Costanera Sur. Es en España 2230, en el predio de la exciudad deportiva de Boca Juniors –de la que quedan vestigios, como una pileta de natación y una confitería– y al lado de la villa Rodrigo Bueno. La estructura quedó inaugurada no casualmente el 8 de marzo, cuando cientos de miles de mujeres se movilizaron hacia el Congreso por sus derechos, adhiriendo así al paro internacional. A pesar de que Amaluna concreta un cupo femenino –de 48 artistas, 30 son mujeres–, en las entrevistas que han brindado a la prensa sus hacedores parecen querer “desideologizar” la cuestión: no es un espectáculo feminista, aclaran. “Queremos celebrar a las mujeres en general. Nuestra intención no es instalar un mensaje en agenda. No buscamos implantar una idea específica al público, preferimos que cada uno venga, experimente la fuerza de las mujeres en sus diferentes formas, y que se lleve un mensaje y conclusión de esta experiencia. Buscamos que hagan su propia conexión con la fuerza de la energía femenina, que interpreten lo que ellos quieran, como quieran. No pretendemos condicionar sus experiencias”, sostuvo Santos, en declaraciones al sitio cordobés Vos.

También Mami Ohki, publicista de Kioto, integrante del staff del Cirque desde 2008, se expresa en sintonía con esta idea. Ella es quien guía a la prensa en una cita previa al estreno del show en Buenos Aires. “El circo siempre encuentra distintos conceptos”, define Mami. Y cuenta que en 2012 se le pidió a Diane Paulus, ganadora de un premio Tony, que pensara en una propuesta innovadora. Como siempre en el Cirque los hombres fueron mayoría –70 por ciento, también–, a Paulus, directora, se le ocurrió que sucediera lo opuesto. Es la primera vez en 33 años de historia de la compañía con base en Quebec que las mujeres son mayoría. Pero, aclara Mami, tampoco es un espectáculo sobre la fuerza física del género. “Se muestran distintos tipos de fuerza. También el equilibrio, la fragilidad, la sensibilidad”, en más de una docena de números, detalla a PáginaI12.

Basada en La tempestad, de Shakespeare, Amaluna es una producción reciente. Tiene seis años. En un comunicado, la definen como una “celebración al amor y un tributo a las mujeres”. El nombre es una fusión de las palabras “ama” –que remite a “madre” en muchos idiomas– y “luna”, símbolo de la feminidad que “evoca la relación madre-hija y la idea de diosa y protectora del planeta”. Amaluna es, aparte, el nombre de la misteriosa isla donde se desarrolla la historia. Una isla gobernada por diosas, guiada por los ciclos de la Luna. La reina, Próspera, encabeza la ceremonia de llegada a la mayoría de edad de su hija Miranda, en un rito que honra la feminidad, la renovación, el renacimiento y el equilibrio, y que marca el paso de conocimientos y valores de una generación a la otra. A raíz de una tormenta provocada por Próspera, un grupo de jóvenes aterriza en la isla, y se desencadena una historia de amor “épica, emocional”, entre su hija y un pretendiente llamado Romeo. El amor será puesto a prueba. Los diversos números representan las pruebas que este amor deberá pasar, para que triunfen la confianza, la fe y la armonía. “Es una historia de amor”, sintetiza Mami. “Pero no sólo de amor de pareja; también entre amigos, y entre una madre y una hija”.

La escenografía evoca la cola de un pavo real, en sintonía con el vestuario, que es siempre un ítem destacado si del Cirque se trata. Esta mañana le toca ensayar a un grupo de nueve acróbatas mujeres, algunas de ellas provenientes de la gimnasia artística. El Gran Chapiteau, con capacidad para 2600 personas, está prácticamente vacío. Hay sólo periodistas e integrantes del staff, y empleados de limpieza que repasan con un trapo el escenario. El número de acrobacia se llama “Amazona”, lo desarrollan las guerreras de la isla, y es uno de los más deportivos. “Ellas chequean su posición”, explica la publicista, señalando a las jóvenes. “Suelen cambiarla, porque los solos los van haciendo distintas personas. Son muy duros. Y los artistas se aburren de hacer siempre lo mismo. A la vez, todos quieren hacerlos”, revela. 

En simultáneo, en la carpa artística, se ven artistas de distintas nacionalidades entrenando diferentes números, como la báscula o el aro, o simplemente elongando. A un costado, una mujer oriental se dedica al planchado de ropa. Hay algunas prendas colgadas; sobresale el color violeta. Unos tachos clasifican: “ropa de entrenamiento”. Varias pizarras demuestran el relojito que es, también, la trastienda del Cirque. Hay sillones alrededor de un televisor constantemente encendido: se sabe que cada show es filmado. Los artistas acostumbrar a mirarse en viejos espectáculos para corregir errores. Además, los fisioterapeutas siguen atentos cada momento en vivo, para ver si se los necesita.

Al parecer, Amaluna es bien distinto al show que trajo el Cirque el año pasado, que era una mirada sobre la carrera de Soda Stereo sin destrezas sorprendentes, poco circense en esencia. Luego de aquel acontecimiento en el Luna Park, el Cirque vuelve a su hábitat natural. La carpa es una infraestructura de 19 metros de altura y 51 de diámetro, que se prepara durante ocho días, junto a las carpas de concesión, las de los artistas, las boleterías, las oficinas administrativas y la cocina. Amaluna viaja en 70 acoplados, cargando cerca de 2 mil toneladas de equipamiento.

Los actos circenses de Amaluna incluyen contorsionismo, danza aérea, acrobacias, gimnasia sobre trapecios, cuerdas, postes, trampolines y aquadance, entre otros. Una estructura inédita es una piscina de cristal, espacio en que Miranda –interpretada por una mujer de 32, que en la historia tiene 15– descubre su cuerpo y sexualidad. “La directora, Diane, sacó al espectáculo de la pista: apenas ingresás, ya estás dentro de esta isla mágica. Otro aspecto importante es que focalizó el espectáculo en lo humano, no tanto en lo fantástico. Es una obra sobre la fragilidad, sobre el amor”, describió Amelie Lavoie, en una conferencia que brindó en Rosario, antes de que la compañía ofreciera la primera de sus ocho funciones en el Autódromo Municipal. Fue un hecho que no había sucedido antes: en la Argentina, siempre el Cirque estrenó en Buenos Aires. En Costanera Sur se lo podrá ver hasta el 1° de abril, y en Córdoba, desde el 26 de ese mes.