El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizó ayer en San Diego, Estados Unidos, para iniciar su primera visita a California, un viaje en el que inspeccionará los prototipos ya construidos del muro que pretende levantar en la frontera con México.
El avión presidencial Air Force One tocó tierra a las 11.23 horas en la Estación Aérea del Cuerpo de Marines de Miramar, situada unos 20 kilómetros al norte de San Diego, desde donde se desplazó a un punto entre Otay Mesa, Estados Unidos y Tijuana, México en el que se encuentran los ocho diseños preliminares para el muro fronterizo. Posteriormente, Trump regresará a Miramar para dar un discurso ante un grupo de militares antes de volar a Los Angeles, donde por la tarde asistirá a un acto de recaudación de fondos para el Partido Republicano que tendrá lugar en Beverly Hills.
Esta breve visita a California es la primera de Trump a un estado que, desde que llegó al Despacho Oval, se ha mostrado muy crítico con la Casa Blanca en temas como inmigración, cambio climático o sanidad. Trump se enfrentaba ayer al rechazo del estado de California, estado en el que perdió por más de 4 millones de votos en las elecciones de 2016 y que se ha erigido como uno de los principales contrapesos a las políticas del presidente, especialmente en materia migratoria.
La pasada semana, el gobierno federal presentó una denuncia contra varias leyes californianas respecto a los territorios denominados “santuario”. Desde que llegó al poder, Trump ha emprendido una cruzada contra las jurisdicciones “santuario”, unas 200 ciudades y condados de Estados Unidos que no destinan recursos a perseguir a inmigrantes y se niegan a informar a las autoridades federales del estatus migratorio de las personas detenidas.
Importantes ciudades “santuario”, como San Francisco, se encuentran en California y, además, el propio estado se convirtió el 1 de enero pasado en un “estado santuario” para los inmigrantes. “Las políticas santuario de California son ilegales e inconstitucionales y ponen en peligro la seguridad de toda nuestra nación. Miles de extranjeros peligrosos y violentos son liberados como resultado de las políticas santuario, son liberados para atacar a estudiantes inocentes. ¡Esto debe parar!”, dijo Trump ayer en Twitter mientras viajaba a California.
La llegada de Trump a la frontera también se sigue con mucha atención en México, un país cuyas relaciones con Estados Unidos pasan por momentos muy delicados y tensos debido a la intención de la Casa Blanca de construir un muro en el límite entre las dos naciones y hacer que los mexicanos paguen la factura.
La promesa de levantar un muro entre México y Estados Unidos, que Trump develó el 16 de junio de 2015 en el discurso en el que anunció su intención de presentarse a las elecciones, ha sido un emblema de la campaña y la presidencia del magnate, ya sea por los críticos que señalan su ineficacia o el racismo detrás de la idea, o por sus partidarios que piden mano dura contra la inmigración irregular.
Trump se refirió a un estudio de un centro de pensamiento ultraconservador que afirma que el muro que planea construir en la frontera con México se pagará “por sí solo” mediante la reducción de las tasas de criminalidad y de los niveles de inmigración. Lo hizo en un comentario por Twitter mientras viajaba por primera vez a la frontera con México, una visita destinada a evaluar los prototipos de su polémico muro.
“De acuerdo con el Centro de Estudios de Inmigración, los 18.000 millones de dólares para el muro se pagarán por sí mismos mediante la reducción de la importación de crimen, drogas e inmigrantes ilegales que suelen aprovecharse de los subsidios de desempleo”, escribió Trump en Twitter. El mandatario citó un artículo de la cadena conservadora Fox, que a su vez hablaba de un estudio elaborado por el Centro de Estudios de Inmigración, un centro de pensamiento ultraconservador que está a favor de reducir los niveles de inmigración a Estados Unidos. En ese estudio, publicado en febrero, el centro de pensamiento afirma que ni México ni los contribuyentes estadounidenses tendrán que hacer frente al pago del muro. Asegura que “el costo” de la inmigración ilegal excede con creces el de la construcción del muro, puesto que los inmigrantes que llegan a Estados Unidos tienen “niveles modestos de educación” y, por tanto, dependen en gran medida de los subsidios del Gobierno para sobrevivir, según el estudio. De esa forma, el centro afirma que la construcción del muro se financiara con el dinero que el Estado ahorrará en inmigrantes y en recursos para combatir el crimen.
Uno de los principales puntos que ha enfrentado a Trump y al presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, ha sido la financiación del muro, puesto que el mandatario estadounidense ha insistido en numerosas ocasiones en que será el país vecino quien pague por la barrera, algo que niega Peña Nieto.
El lunes tuvieron lugar en San Diego varias protestas contra Trump y ayer también se esperaba que se celebren concentraciones a favor y en contra del presidente de Estados Unidos.