Bajo el calor de las cinco de la tarde, Jorge Vander, delegado de la planta de Fargo en Pacheco, golpeaba un bombo que llevaba impreso el logo de esa marca de consumo masivo. “Se acercan la fiestas y miles de compañeros siguen sin cobrar el bono de fin de año”, explicó a PáginaI12 entre el ruido de una batucada amplificada por cientos de delegados que como él se manifestaron frente a las puertas del edificio de la Cámara Industrial de Productos Alimenticios, en pleno centro porteño. El mismo reclamo, por el bono de fin de año, ya llevó a La Bancaria y a otros gremios a tomar medidas de fuerza en las últimas semanas, cuando ya se cumplieron dos meses del acuerdo firmado entre la CGT, el Gobierno y los empresarios.

“Las patronales deben cumplir el compromiso que firmaron. La decisión unilateral de no pagar el bono da cuenta de la avaricia de uno de los sectores que monopoliza el mercado interno y tuvo ganancias extraordinarias durante los últimos años”, dijo a este diario el secretario general Sindicatos de Trabajadores de Industrias de la Alimentación, Rodolfo Daer, uno de los dirigentes que firmó aquel acuerdo, el 19 de octubre pasado, en la Casa Rosada.

Rodeado por las banderas de las secciones capital y provincia del gremio que conduce, Daer apuntó contra el referente de las patronales del sector y vicepresidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja. “No pueden borrar con el codo lo que firmaron con la mano”, dijo en referencia a que el empresario fue uno del “Grupo de los Seis” de mayor peso económico que se comprometieron ese día a pagar el piso de dos mil pesos. “Aún más teniendo en cuenta que este año incrementaron los precios un 42,5 por ciento, y estamos hablando de un rubro de consumo básico”, añadió.

El conflicto creció en los últimos días, tras una serie de reuniones infructuosas entre los sindicatos y las patronales. Por ahora, sólo las grandes firmas del rubro como Molinos Río de Plata se comprometieron de palabra a pagar el bono. Las Pymes y las empresas más chicas, con plantas más pequeñas, son las que por ahora se niegan a pagarlo. Tras firmar el acuerdo, el propio Funes de Rioja dijo a la prensa que sus empresas asociadas no podían afrontar el costo.

Ayer confluyeron frente al edificio que nuclea a las patronales los delegados de firmas como Unilever, Ferrero Rocher, Arcor, Riera, Georgalos, Bimbo y Tres Arroyos, entre otras. Todavía esperan un gesto de las patronales. “Fue un año difícil, en el que bajó la producción en casi todas las fábricas del sector. También hubo algunos despidos, como en el caso de la planta de Bimbo de Pilar. Pero las patronales se comprometieron a pagar el bono y estamos acá para que cumplan”, contó a este diario Mario Miroglio, secretario de Higiene del sindicato. 

La semana pasada, los bancarios que conduce Sergio Palazzo realizaron paros parciales de tres horas, en un conflicto que fue ganando intensidad y que terminó con un acuerdo rubrico en el Ministerio de Trabajo. El argumento de los bancarios y de los trabajadores de la alimentación es prácticamente el mismo: enfrentan a patronales que tuvieron amplios márgenes de ganancias durante un año en el que las paritarias quedaron por debajo de la inflación. “En ese contexto –explicó Daer– el bono no es más que una compensación por el poder adquisitivo que hemos perdido este año. El Ministerio de Trabajo no puede seguir mirando para otro lado”. 

Informe: Matías Ferrari.