El gobierno del presidente estadounidense, Donald Trump, aplicó ayer sanciones a ciudadanos y entidades rusas por su presunta injerencia en las elecciones presidenciales de 2016. Además, acusó a Moscú de una operación para hackear la red eléctrica e infraestructura clave de Estados Unidos, incluyendo el sector de la aviación.
Cinco entidades rusas y 19 ciudadanos fueron sancionados por la presunta interferencia de Rusia en las presidenciales norteamericanas de 2016 y por varios ciberataques, incluyendo uno que afectó a empresas de toda Europa hace 11 años. Entre los ciudadanos afectados por las sanciones figuran 13 personas que ya fueron imputadas por el fiscal especial estadounidense Robert Mueller como parte de la investigación que lleva adelante sobre si Rusia interfirió en las elecciones de 2016. Además, entre los cinco organismos sancionados por el Tesoro se encuentra la Agencia de Investigación de Internet (IRA) rusa. Supuestamente usó identidades falsas para hacerse pasar por estadounidenses en las redes sociales, con el fin de generar caos durante la campaña electoral.
Las medidas son las más fuertes adoptadas contra Rusia por Trump. Hace meses que su administración es acusada de ser demasiado indulgente con Rusia y al presidente en particular de no querer confrontar con su par ruso, Vladimir Putin. Las penalidades anunciadas ayer consisten en el congelamiento de cualquier activo ruso en dólares estadounidenses, el bloqueo al acceso a sus propiedades en el territorio y una prohibición para que ciudadanos estadounidenses hagan negocios con los individuos y entidades castigadas, informó el Departamento del Tesoro.
Se trata de la primera ronda de sanciones anunciada por Estados Unidos desde que el Congreso aprobara un proyecto de ley de sanciones contra Rusia el año pasado. Aquella legislación fue firmada por Trump, pero hasta ahora no se había implementado. “La administración enfrenta y contrarresta la actividad cibernética maligna de Rusia, incluyendo su intento de interferencia en las elecciones estadounidenses, los ciberataques destructivos y las intrusiones dirigidas a la infraestructura crítica”, aseguró el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, en un comunicado. Funcionarios del Departamento del Tesoro aseguraron, además, que las sanciones forman parte de una serie de acciones futuras para seguir presionando a Rusia.
Según funcionarios de seguridad nacional, el FBI, el Departamento de Seguridad Interior y organismos de inteligencia concluyeron que la inteligencia rusa estuvo detrás de un amplio abanico de ciberataques. Estos comenzaron hace un año y lograron infiltrar los sectores energéticos, comercial, industrial, de la aviación y del agua, según informó el diario The Washington Post. Las fuentes, que prefirieron mantener el anonimato, afirmaron que los hackers rusos eligieron sus blancos, obtuvieron acceso a sistemas informáticos y realizaron lo que se llama “reconocimientos de redes” de sistemas que controlan elementos clave de la economía estadounidense. Luego, intentaron borrar sus rastros eliminando evidencia de su infiltración, agregó el diario capitalino. El gobierno ayudó a las industrias a repeler los ataques rusos de todos los sistemas que hasta ahora se sabe que se vieron intervenidos, dijeron los funcionarios, aunque advirtieron que continuaban los esfuerzos por proseguir con los ataques.
Por su parte, el vicecanciller ruso, Sergei Ryabkov, aseguró que Rusia tomaba las sanciones con calma, aunque advirtió que su país ya comenzó a preparar represalias. El viceministro insinuó que el gobierno de Trump eligió el momento del anuncio para que coincidiera con la recta final hacia las elecciones presidenciales de Rusia del domingo, en las que se espera una abrumadora victoria de Putin. “Esto está atado al desorden interno de Estados Unidos, atado por supuesto a nuestro calendario electoral”, dijo Ryabkov.
La acción de ayer contrarresta las actividades de Rusia, incluyendo la interferencia en las elecciones y ataques cibernéticos de gran magnitud, como el ataque NotPeya. En 2007, este ataque afectó a empresas de Europa y fue atribuido al Ejército ruso el 15 de febrero de 2018 por la Casa Blanca y el gobierno británico. Este ataque, considerado como el más destructivo y costoso de la historia causó miles de millones de dólares en daños en Europa, Asia y Estados Unidos, e interrumpió significativamente el envío, el comercio y la producción de medicamentos a nivel mundial.
La decisión de sancionar a los ciudadanos rusos se anunció poco después de que Trump, junto a los gobernantes del Reino Unido, Alemania y Francia responsabilizaran de manera conjunta a Rusia del envenenamiento del ex espía Serguei Skripal en Salisbury, en el sur de Inglaterra.