El Consejo de la Magistratura aprobó el reemplazo del destituido camarista Eduardo Freiler, un lugar estratégico en la Cámara federal. Para ese puesto eligieron trasladar al juez Leopoldo Bruglia del Tribunal Oral Federal 4 a la Sala I de la Cámara Federal de Apelaciones porteña. Allí se tramitan una serie de causas estratégicas por presunta corrupción que involucran a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El trámite express que el oficialismo impuso para mover a este magistrado fue cuestionado severamente por los consejeros que no responden al dispositivo oficialista.
La polémica que desató la expulsión digitada por el Gobierno de Freiler continuó ahora con la designación de su reemplazante. Bruglia proviene de un Tribunal Oral Federal porteño y ocupará un lugar en una cámara que, hasta hace poco, no fallaba como el oficialismo quería. Bruglia se sumará al juez federal Jorge Ballestero en la Sala I. Allí resta que el Congreso se pronuncie respecto al pliego que envió el Poder Ejecutivo proponiendo a Rafael Llorens para ocupar la vacante que falta cubrir. En la Sala I tramitan nada menos que las causas por presunta corrupción de Hotesur y Los Sauces, en las que se investiga a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y otras por presuntas irregularidades en la obra pública. Si se completa con Llorens el tribunal, el Gobierno culminará por tener mayoría de jueces designados por su gestión en la Sala I.
La decisión del reemplazante no pasó desapercibida en la sesión del Consejo de la Magistratura, en la que el macrismo logró construir hace tiempo una mayoría. La subrogancia fue aprobada por nueve votos contra dos en el plenario del Consejo. Antes, había sido debatido en el ámbito de la Comisión de Selección del Consejo de la Magistratura. Si bien hubo críticas, nada detuvo a los macristas, que consiguieron aprobar el traslado en menos de dos horas, entre la discusión en comisión y la votación en el plenario.
“Esto tiene mucho olor a operación política de un juez designado a dedo. Si Bruglia quiere ser juez de Cámara tienen que abrir un concurso, que se presente y rinda los exámenes correspondientes”, cuestionó el senador peronista Mario Pais. “¿Vamos a llamar a concurso cuando nos conviene?”, se preguntó el consejero Daniel Candis.
Siempre listo para estas batallas, quien les respondió fue el diputado Pablo Tonelli. “El traslado se ajusta a reglamento. No hay ningún concurso en proceso para ocupar ese lugar y Bruglia ya se desempeña desde hace tiempo en la Cámara”, argumentó con sus dotes de abogado. Luego, impusieron su mayoría abrumadora y a otra cosa.
El reemplazo llega como jugada final (que se coronará cuando nombren a Llorens), luego de una partida larga que jugaron contra Freiler, tanto en el Consejo de la Magistratura como en el circuito de medios de comunicación oficialistas, que se dedicaron a limar al camarista sin advertir a sus lectores que el objetivo final era una Cámara federal mayormente oficialista.
Freiler fue acusado por mal desempeño de sus funciones en un jury impulsado por el PRO en el que lo acusaron de “notorios hechos de corrupción”. “No soy un juez corrupto”, se defendió Freiler, que declaró bienes por 5,3 millones de pesos. Entre las acusaciones, señalaron que una mansión suya en Olivos de 1.234 metros cuadrados costaba al menos un millón de dólares, mientras que Freiler sostuvo que pagó por ella en 2014 2,8 millones de pesos porque estaba en pésimas condiciones. También lo acusaron por la compra de una cupé Mercedes Benz C 250 Blue Efficiency, color negro, en enero de 2013 que no fue pagada por él, sino por una fábrica de pastas llamada Establecimiento DF SA y los firmó un empresario marplatente.
En medio de una oleada de denuncias mediáticas y judiciales, el macrismo consiguió finalmente suspender a Freiler en agosto del año pasado y luego destituirlo. La cosecha de esa siembra comienza a verse ahora con los reemplazantes que está eligiendo Macri para conseguir tener una cámara federal alineada con su gestión, al igual que una procuración tras la renuncia de Alejandra Gils Carbó.