La policía británica inició ayer una investigación de asesinato por la muerte del asilado ruso Nikolai Glushkov, cuatro días después de que su familia y amigos lo encontraran muerto en su casa de Londres. La investigación se da en medio de una dura disputa entre Rusia y el Reino Unido por el ataque con gas nervioso a un ex espía en la ciudad de Salisbury.

La muerte de Glushkov, cuya causa, según indicó la autopsia fue por estrangulación, se produce en un momento de tensión entre Londres y Moscú por el envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal en suelo británico. Sin embargo, según la policía, hasta el momento no hay pruebas que relacionen la muerte con el ataque contra Skripal y su hija con una sustancia neurotóxica en Salisbury, ni que Glushkov haya sido envenenado.

En medio de todo, la ministra de Interior británica, Amber Rudd, anunció el mismo lunes en que murió Glushkov, que la policía y los servicios secretos del MI5 investigarán las denuncias que supuestamente relacionan a Rusia con 14 muertes en el Reino Unido en los últimos años. Hasta ahora, en ninguno de los casos apareció en las investigaciones prueba alguna de que se hubiera cometido delito.

Glushkov, un ex subdirector de la aerolínea Aeroflot de 68 años, había huido a Inglaterra en 2006. Se asiló en territorio inglés después de cumplir una pena de cinco años de cárcel por lavado de dinero y fraude desde 1999 y recibir luego una sentencia, en suspenso, por otro cargo más de fraude. Desde su instalación y asilo político en el Reino Unido, Glushkov se había convertido en un duro crítico del presidente ruso, y ahora candidato a la reelección, Vladimir Putin.

En Rusia, Glushkov había trabado una estrecha amistad con su colega, el empresario Boris Berezovsky, que llegó al Reino Unido en 1999 después de romper con Putin. En ese momento, se iniciaron las acciones judiciales contra Glushkov.

En la década de los 90, Glushkov trabajó para la aerolínea estatal Aeroflot y la compañía de automóviles LogoVAZ, de Berezovsky. En 1999, cuando Berezovsky se enemistó con Vladimir Putin y huyó al Reino Unido, Glushkov fue acusado de lavado de dinero y fraude y estuvo cinco años en la cárcel y fue liberado en 2004.

En 2011, Glushkov entregó pruebas en el caso judicial presentado por Berezovsky contra su compañero oligarca Roman Abramovich, quien se mantuvo en buenos términos con el Kremlin. Glushkov dijo al tribunal que había sido tomado como rehén por la administración de Putin, que quería presionar a Berezovsky para que venda su estación de televisión ORT.

También Berezovsky fue encontrado ahorcado, en el baño de su casa de Berkshire, en 2013, pero la investigación no llegó a una conclusión definitiva sobre la autoría de su muerte. El empresario era, a su vez, amigo del espía asesinado en 2016, Alexander Litvinenko.

Glushkov había hablado con el diario británico The Guardian, en 2013, acerca del caso Berezovsky. “Estoy seguro de que a Boris lo asesinaron”, dijo y observó en su momento que un gran número de exiliados rusos, incluyendo a Berezovsky y a Litvinenko, habían muerto en circunstancias misteriosas. “Boris fue estrangulado. O lo hizo él solo o con la ayuda de alguien. (Pero) No creo que haya sido suicidio”, opinó. “Demasiadas muertes (de exiliados rusos) han ocurrido”.

La muerte de Berezovsky es una de las 14 que están siendo revisadas por la policía y el MI5 después del ataque a Skripal y su hija.

Glushkov debía presentarse en una audiencia en la corte comercial de Londres el lunes por la mañana, pero nunca llegó. La aerolínea rusa Aeroflot lo había demandado por fraude. En 2017, durante un juicio en ausencia en Rusia, fue sentenciado a ocho años de prisión por haber robado 123 millones de dólares de la aerolínea, quien luego continuó el proceso en la capital británica.

El gobierno ruso, por su parte, anunció también la apertura de una causa penal para investigar esta muerte, así como el intento de asesinato de la ciudadana rusa Yulia Skripal, según catalogaron el caso. “La investigación se llevará a cabo según las exigencias de la legislación rusa y las normas del derecho internacional”, informó ayer la vocera del Comité de Investigaciones de Rusia, Svetlana Petrenko. Además, agregó que el Comité estaba preparado para cooperar con los británicos.

Para agitar aún más las aguas, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, apuntó ayer directamente al presidente ruso, Vladimir Putin, en el caso del ex espía ruso envenenado. Según Johnson, Putin dirigió el uso del agente nervioso a las calles del Reino Unido y a las calles de Europa por primera vez desde la II Guerra Mundial. Sin embargo, aclaró que la disputa en torno al caso Skripal tiene únicamente que ver con el gobierno ruso y no con sus ciudadanos. “La disputa del Gobierno británico no es contra los rusos. No es contra los rusos que viven en este país. No tenemos nada contra ellos. No hay ‘rusofobia’ como resultado de lo ocurrido”, puntualizó.