La avalancha importadora que Marcos Peña dice que no existe atraviesa a los más variados sectores industriales. La negación de la realidad podrá resultar o no una estrategia comunicacional que le rinda frutos políticos al Gobierno, lo que no puede evitar son las consecuencias materiales de los problemas que ignora. Es lo que ocurre con el sector autopartista, que el año pasado registró un déficit comercial equivalente al 79 por ciento del desequilibrio total entre importaciones y exportaciones, con 6710 millones de dólares, según datos de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC). El rojo total de 2017 fue record de las últimas décadas, con 8471 millones. Mientras el jefe de Gabinete dice que no pasa nada, los resultados del primer bimestre de 2018 acentuaron el déficit en ese rubro y en el balance global. Adimra, la cámara de industriales metalúrgicos, lo advirtió esta semana en un documento que busca alertar sobre esta situación. “El sector autopartista metalúrgico atraviesa una situación extremadamente compleja, ya que a la presión de costos, la dependencia del mercado externo y el peso de las importaciones, tanto en equipo original como de reposición, se suma que aún no se están verificando los efectos esperados de la ley de desarrollo de autopartes, apalancando nuevas inversiones en el sector y logrando el efectivo aumento del contenido local” en la producción automotriz. Las previsiones de esa cámara fabril para este año son desalentadoras: “Los datos del balance comercial de 2018 serían significativamente peores que los del año anterior”, sostiene en el informe, producto del incremento esperado en las compras al exterior. Las importaciones globales de piezas por parte de las terminales radicadas en el país suben a mayor ritmo que la producción de vehículos, lo cual denuncia una caída de la participación de la industria autopartista local. Es una tendencia que viene en aumento desde 2016, que el año pasado alcanzó su pico más elevado y que los industriales advierten que este año apunta a ser todavía peor.
El desinterés exhibido por las autoridades por la suerte de entramados industriales enteros explica la caída de la producción en más de la mitad de los bloques fabriles a lo largo de dos años de gobierno de Mauricio Macri y la consecuente pérdida de puestos de trabajo. El presidente concurre entusiasmado a las muestras de Expoagro, quita regulaciones a un sector rural caracterizado por los incumplimientos fiscales, pero no se le escucha una palabra sobre el achicamiento de la actividad en las fábricas. Solo se molesta porque los empresarios no invierten. El Ministerio de la Producción, a cargo de Francisco Cabrera, describe una situación muy distinta para el sector automotor, incluido el autopartista, respecto de lo que afirman en Adimra. “La industria automotriz proyecta para este año un quíntuple crecimiento de inversiones, producción, ventas, exportaciones con mayor contenido nacional y empleo”, afirmó esa cartera al cumplirse un año del lanzamiento del Plan 1 millón, que busca alcanzar esa meta de producción de vehículos en 2023. El objetivo intermedio, de 750 mil unidades, está previsto para 2019, que sin embargo es un nivel inferior al registrado en 2011, 2012 y 2013. “Sabemos que falta mucho, pero no hay dudas de que hemos avanzado en todos los puntos que nos hemos propuesto en el Plan 1 millón. Esta es la agenda positiva y de futuro que necesitamos tener en el diálogo con los empresarios”, se entusiasmó Cabrera. Destacó, por ejemplo, que el aumento de la demanda de piezas por parte de distintas terminales “está traccionando importantes inversiones de las pymes locales que forman parte de la cadena de valor de las automotrices con al menos 600 millones de dólares en proyectos de modernización tecnológica y ampliación de la capacidad de producción”.
El mismo fenómeno desde la mirada de Adimra tiene otra interpretación. La suba de la producción automotriz en el primer bimestre de este año no logró recuperar todavía las pérdidas registradas en 2016 y 2017, al punto que el ensamblaje de vehículos en ese período de 2015 llegó a 69.377 unidades y este año fueron 60.943, sostiene en su informe. “Si bien existe la perspectiva de un aumento de la producción (en 2018), esto estaría alcanzando a un sector relativamente restringido de los autopartistas: aquellos que se encuentran avocados a los nuevos proyectos de las terminales y a las camionetas. Los restantes perdieron negocios con los cambios de modelos, y los dedicados al mercado de reposición se ven seriamente amenazados por las importaciones de Brasil y China”, indica. También aclara que el 68 por ciento de las exportaciones de autopartes (motores y sus partes y transmisiones y sus partes) están concentradas en pocas empresas, de origen internacional, y que corresponden mayoritariamente a operaciones intrafirma, en tanto que las importaciones se distribuyen en todos los segmentos del sector, donde se registran déficits significativos. El más afectado por las compras al exterior es el sector de repuestos, que representa el 25 por ciento de la producción nacional de autopartes. En este rubro se verifica un notable salto importador, en especial desde China, que pone en riesgo la actividad de numerosas pequeñas y medianas empresas. En particular, de las productoras de amortiguadores, cables de comando, rulemanes y rótulas, entre otras. Frente a esta realidad, el Gobierno asume la misma actitud pasiva que exhibe frente a otros casos similares, como en los sectores textil, calzados, muebles, metalmecánica o neumáticos. En relación a este último caso, el cierre definitivo de la única fábrica productora de llantas de acero del país, Mefro Wheels, confirmada esta semana, es un ejemplo de la pérdida que se multiplica de engranajes productivos. La firma no pudo resistir a la presión importadora y terminó por abandonar la actividad.
“En los dos primeros meses de 2018 se mantiene la dinámica observada el año anterior. A febrero, los patentamientos se incrementaron un 22,6 por ciento respecto a igual período del año anterior. De esta manera, las 188 mil unidades patentadas constituyeron el record para un primer bimestre de la serie histórica. En ese marco, la presencia importada dominó el ranking de ventas, donde 8 de los primeros 10 modelos en el caso de los automóviles y 5 de los primeros 10 en utilitarios fueron importados, capturando el 69 por ciento del mercado”, insiste Adimra. En la década pasada, esa relación entre vehículos nacionales e importados comercializados en el mercado interno oscilaba en torno al 40 por ciento extranjeros y 60 por ciento nacionales. En ese contexto, el Gobierno bajó las licencias no automáticas de importación para áreas sensibles del autopartismo, como la producción de juntas. A su vez, abrió el canal para las compras de repuestos. “El Gobierno tiene que manejar con cuidado el timing de las importaciones”, señala Juan Cantarella, gerente general de AFAC, quien sin embargo tiene una mirada positiva sobre las posibilidades de la ley de autopartes para promover al sector. “La ley tal como está es muy buena, el tema es que se cumpla”, señala a su vez Alejandro Pedrosa, presidente de Adimra automotriz. El riesgo que advierten desde esta cámara es que mientras madura la aplicación de la norma, la avalancha importadora deje poco qué proteger.