Una treintena de sacerdotes y religiosas católicos que integran el “Equipo de sacerdotes de Villas de Emergencia de CABA y GBA”, entre quienes se cuentan Gustavo Carrara y Jorge García Cuerva, los dos obispos designados recientemente por el papa Francisco, dieron a conocer un documento en el que cuestionan la actitud del gobierno habilitando el debate sobre el aborto y afirman que “lo primero que hay que hacer en nuestros barrios es luchar contra la pobreza con firme determinación y en esto el Estado tiene las mejores herramientas”.
En el párrafo más categórico del documento los sacerdotes católicos sostienen respecto del tema de la despenalización del aborto que “a lo largo de cincuenta años este equipo de sacerdotes de las villas, que se fue ramificando en otros lugares como la provincia de Buenos Aires, ha sido testigo de muchas propuestas de muerte. Han muerto catequistas, religiosos y sacerdotes por la Dictadura. Por el tráfico de armas y de drogas continúan las muertes de adolescentes y jóvenes. No necesitamos agregar más muertes. Nuestros barrios necesitan propuestas de vida digna. Y una sociedad que proteja al más débil”.
En el texto, titulado “Con los pobres abrazamos la vida”, comienza señalando que debate acerca de la despenalización del aborto no estaba en la plataforma electoral de Cambiemos, mientras que “el Ejecutivo anterior no solo no propició este debate, sino que incluyó a las mujeres embarazadas en la Asignación Universal por Hijo”. Para los curas que trabajan en las villas “eso es un gesto concreto de una política pública a favor de la vida”.
Los sacerdotes y las religiosas firmantes reafirman “nuestras opciones por ‘la vida como viene’, sin grises”, razón por la cual, dicen, “hemos hablado a favor de los inmigrantes, de la lucha por la justicia, de que nadie a raíz de la desnutrición tenga su futuro hipotecado, que nadie muera por enfermedades que podrían curarse, como por ejemplo la tuberculosis”. Y según señalan “por eso estamos en contra del gatillo fácil; por eso hemos apoyado las manifestaciones de ‘Ni una menos’ contra los femicidios” y, agregan, “a esta opción la confirmamos con acciones comunitarias concretas, que realizamos en nuestros barrios para que se viva bien, se viva con dignidad”.
Los firmantes aseguran “haber aprendido de los villeros a amar y cuidar la vida”, porque “la cultura popular de estos barrios nos ha mostrado una manera real de optar por la vida” y sostienen que “muchas veces donde el Estado no llega, donde la sociedad mira para otro lado, la mujer sola o atravesada por la marginalidad encuentra en las redes de amor que se generan en nuestros barrios su ayuda y su esperanza, para ella y sus hijos”.
Partiendo de la base de que hay muchos ejemplos de mujeres que saben cuidar a los niños como si fueran propios, los curas afirman que “debería ser más sencillo el camino para adoptar un niño” porque “somos testigos de que muchos matrimonios de la villa fueron marginados de la posibilidad de adopción porque no tenían, por ejemplo, título de su vivienda”.
Dicen también que “algunos planteos de otros sectores sociales –creemos que este es uno de ellos– toman a los pobres como justificativo para sus argumentos”. Tras recodar que “se habla de la tasa de mortalidad por aborto de las mujeres de los barrios más pobres” afirman que “lo primero que hay que hacer en nuestros barrios es luchar contra la pobreza con firme determinación y en esto el Estado tiene las mejores herramientas”. Porque “con casi un 30 por ciento de pobres –detrás de los cuales hay rostros e historias– hay discusiones que debieran priorizarse”.
Aludiendo a las determinaciones que se adoptan en “países poderosos y desarrollados” respecto del tema del aborto los curas sostienen que “la lógica de los poderosos, de los fuertes, que deciden sobre los que menos posibilidades tienen, es la lógica dominante. Y esto también, de alguna manera, se traslada al tema de la niña o niño por nacer”.