La memoria no es un baúl de recuerdos o una especie de almacén de ideas y experiencias conservadas en forma prístina. Lo que se recuerda –también lo que se olvida– es una construcción que se empeña en hacer presente lo que está ausente o mostrar la ausencia de lo ausente, desde una perspectiva estética alternativa. “El futuro de la memoria”, proyecto regional del Goethe-Institut que se está realizando en San Pablo, Río de Janeiro, Montevideo, Bogotá, Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires se inauguró ayer en el Parque de la Memoria (ver aparte). La exposición desplegará instalaciones, arte sonoro, video, fotografías y acciones performáticas de Marcelo Brodsky, Gabriela Golder, Mariano Speratti y del grupo Etcétera, integrado por Loreto Garín Guzmán y Federico Zukerfeld. “Las preguntas por la memoria y el olvido en el espacio acotado de este proyecto (…) se expresan en un presente convulso atravesado por el resurgimiento de tendencias autoritarias, las amenazas de desaparición de derechos conquistados por las luchas sociales y la progresiva borradura de lo político a manos del capital financiero”, advierte Úrsula Mendoza Balcázar, coordinadora regional del proyecto.

El arte del archivo

El fotógrafo Marcelo Brodsky expone varios objetos que forman parte de los archivos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) desde una perspectiva conceptual. “Lo primero que hice fue fotografiar esos archivos, y elegí lo que me parecía interesante desde el punto de vista visual, aquellos materiales que tratados fotográficamente pueden implicar una lectura poética o ambigua de lo que es el archivo del CELS y para qué se ha utilizado. Esa es una lectura que tiene que ver con el futuro de esos archivos en la medida en que cada vez van a ser menos archivos relacionados con la acción de la justicia a tener una lectura cultural, más artística y académica de esos archivos como material propio de la cultura de nuestro país”, dice Brodsky, hermano de Fernando Brodsky, que fue secuestrado el 14 de agosto de 1979 y estuvo en el centro clandestino de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). “Me interesa mucho la forma en que fue evolucionando la tecnología del CELS, desde unos cuadernos anotados a mano a unas microfichas y a una serie de tecnologías que fueron actualizando el valor del archivo y su contenido para que pueda ser leído de distinta manera, pero manteniendo al mismo tiempo lo que la archivista del CELS, Marcela Perelman, llama ‘la cadena de frío’, es decir la continuidad en la legibilidad del material”, explica el fotógrafo a PáginaI12. Entre los materiales, se podrán ver los apuntes hechos a mano en distintos cuadernos por las personas que trabajaron en el CELS, “que ahora tienen una alta carga simbólica”.

También se verá una colección de fotos de los desaparecidos, pero intervenidas por Brodsky. “Yo muestro las fotos de los desaparecidos con obturaciones parciales, se ven transformadas por una interpretación subjetiva de lo que se ve y no se ve, porque la fotografía siempre muestra y oculta”, subraya el artista. “Lo que tiene interés visual es porque hay algo en esa cosa fotografiada que le da una impronta particular. La relación entre texto e imagen es una de los elementos centrales de mi obra en general y de mi ensayo sobre el CELS en particular. El artista belga Marcel Broodthaers, uno de los artistas conceptuales más importantes del siglo XX, es un referente para mí en la relación entre poesía y artes visuales, entre texto e imagen”, agrega Brodsky y revela que decidió trabajar con los archivos del CELS por “una cuestión de gratitud” porque fue la organización de abogados que defendió a su familia cuando desapareció su hermano. “Yo uso los archivos para hacer arte, otros lo usan para contar la historia”, concluye el fotógrafo.

Los sonidos de la memoria

El actor Mariano Speratti explora las publicidades televisivas de la dictadura cívico-militar. “Me interesó concentrarme en el sonido. Recuerdo una publicidad: Boby, mi buen amigo, este verano no podrás venir conmigo, hoy escuché cuando papá decía que esta vez no te podrá llevar… Boby, cuida todos mis juguetes, Boby no te portes mal… Era una campaña para no abandonar a los perros en la costa atlántica. Cuando la volví a escuchar, me generó una mezcla de cosas: yo era chico y no sentía repulsión en ese momento, pero a la vez era un chico el que cantaba y hablaba de no abandonar una mascota”, recuerda Speratti, hijo de Horacio Speratti, periodista y militante de Montoneros que fue secuestrado el 6 de julio de 1976 en un taller de reparación de autos antiguos que tenía en Vicente López. “Al principio de la dictadura todo tiene un carácter marcial, hasta en la voz de los locutores, pero después empiezan a entrar los publicistas –lo que me interesa por la complicidad civil–, porque los militares se daban cuenta de que necesitaban un andamiaje publicitario”, comenta el actor que trabajó en la obra Mi vida después, de Lola Arias. “El gran cambio es a partir del 78 cuando la dictadura firmó contrato con Burson-Marsteller, una empresa de publicidad y relaciones públicas de Estados Unidos con muchas sucursales y redes en Latinoamérica, que se ocupaban de limpiar imágenes de las dictaduras. Son los que diseñaron toda la campaña para el mundial de fútbol del 78”, advierte el actor.

Speratti afirma que “hay varios dibujos animados que usó la dictadura para llegar directo al hipotálamo”, por ejemplo uno sobre por qué conviene tener “una actitud vigilante en las fronteras”, que es de la época del conflicto con Chile por el Canal de Beagle. “Es un dibujo animado en donde comparan al país con un organismo y se ve como una especie de vida interior del país y todo te lo van mostrando sin margen de interpretación. Es una hipótesis fascista que siempre está a mano: el enemigo es el otro. Eso tiene una resonancia siniestra con el presente”, asegura al actor. “Me gustó imaginar una especie de micro ciencia ficción, donde ya no hubiera adultos. Y los niños, a cargo de la memoria, con su propia pulsión de conocimiento, tratan de reconstruir algo del pasado”. ¿Cómo será esa reconstrucción de la memoria en el futuro? “Todo el tiempo está la tensión con la idea de la memoria, que tiene que reformular su condición: antes con el Estado, ahora casi en contra del Estado, con la esquizofrenia propia de nuestro país. Es muy difícil saber qué va a pasar”, dice Speratti.

 

El saqueo sistemático

El grupo Etcétera, integrado por Loreto Garín Guzmán y Federico Zukerfeld, arremeterá con El Museo del Neoextractivismo (MNE), un proyecto nómade que va adoptando diversos formatos expositivos según los espacios donde se presenten. La propuesta consiste en narrar las consecuencias de un modelo de desarrollo basado en el saqueo y la destrucción. Garín Guzmán, artista nacida en Chile que vive en Argentina desde los 19 años, cuenta que para el grupo Etcétera fue muy iluminador haber conocido a las Madres del Barrio Ituzaingó, en Malvinas Argentinas (Córdoba), que son madres de chicos que murieron por causa del envenenamiento con glifosato. Federico Zukerfeld reconoce que les pareció interesante poner en juego la idea de imaginar cómo sería el futuro en cien años, cuando tengan que recordar esta época. “La memoria del futuro será cuando queden lugares devastados donde se diga: acá existió un pueblo… acá hubo una mina… este fue lugar donde se cultivó soja, ahora la tierra está podrida y no sirve para nada… Esos van a ser los Auschwitz de la naturaleza en el futuro”, subraya el artista.

“El capitalismo entró en una crisis tan fuerte que la única forma de sostenerse ha sido volver a lo que se producía en la época de la colonia, a producir extractivismo. La guerra en Libia es extraer el litio, la guerra en Siria es extraer el petróleo, la guerra en el Congo es extraer lapislázuli –enumera Garín Guzmán–. La minería a cielo abierto implica cavar una montaña en vez de un lapso de cien años en diez años para que las mineras se vayan de ese país lo antes posible. Se usa cianuro que contamina las napas, el agua, el aire, la vegetación… El neoextractivismo se basa en la destrucción de la naturaleza y en la violación de los derechos humanos”. Zukerfeld señala que la intención del grupo Etcétera es invitar al público a imaginar cómo será la memoria en ciudades fantasmas, “cuando ya no haya más minerales que saquear, cuando no quede nadie”. Garín Guzmán reflexiona sobre lo que sería una “memoria saqueada”. “Argentina, desde el Estado, ayudó a patentar semillas transgénicas, por ejemplo la de maíz, que se la vendió a Monsanto, durante el gobierno anterior. Más allá de la discusión de si los transgénicos hacen bien o hacen mal, lo complejo es que se le quita un bien común, un derecho común, a una parte de la población, específicamente a la población campesina. Se le quita al campesino el derecho de ser dueño de su fuerza de trabajo, de sus propios cultivos. Como la pesca. En Chile existe una Ley de Pesca, que beneficia a las siete familias más ricas, entre las cuales está más o menos todo el gobierno de Sebastián Piñera, la ultraderecha que se beneficia del mar. Si Chile algo tiene es mar. El mar es de todos, como dicen los pescadores. Los pescadores son lo más anarquista que hay y siempre lo fueron, porque a los pescados no los alimenta nadie”.   

Lecturas para entender el mundo

En la videoinstalación de Gabriela Golder un grupo de niños leen cartas escritas en las cárceles por detenidos políticos durante la dictadura cívico-militar, que pertenecen a la colección “Cartas de la dictadura” de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno. “Las cartas que leen los chicos es como la etimología de recordar: hacen pasar nuevamente por el corazón esas palabras, esos momentos, ese dispositivo de comunicación -plantea Golder-. La voz de los chicos tenía que volver a darle vida a ese relato que estaba como añejado en un archivo; tomar eso de un cajón y volverlo a decir implicaba repensar las relaciones familiares. En las cartas, salvo en una que hay angustia y dolor porque es entre adultos, está la vida de una mamá que está encerrada mientras sus dos hijos van creciendo. Lo que más me sorprendía, por ejemplo, es los retos: ‘tenés mala letra’ o ‘la b de burro y la v de vaca son diferentes’… Eso rompe la espacialidad que imaginamos del acá y el allá”.

Las cartas leídas son de Graciela Chein, Patricia Borensztein, Miguel Oscar Camejo, Elena Itatí Risso, Graciela Movia y Charo Moreno.

“Todas las personas viven, pero había una sola que no había podido contactar para pedirle permiso para usar sus cartas, Elena Itatí. Finalmente, la encontré por Facebook. Yo sé de memoria sus cartas y cada vez que la leo la leo con sus cartas atrás, tengo esa información tan íntima de su papá escribiéndole a Videla preguntando ¿qué hizo mi hija? Tengo ese presente en este presente”, precisa la artista.

Cuando escribió el texto que integra el catálogo de “El futuro de la memoria”, justo ese día había estado en la manifestación contra la Reforma Previsional, el pasado 18 de diciembre, que terminó en una feroz represión. “Me parece que tenemos que reforzar que la memoria no es el pasado, que el pasado no es ayer. El pasado es hoy y el futuro es hoy. El pasado construye el futuro y los tiempos no son lineales. Con la represión a la manifestación en la Plaza sentí otra vez miedo. ¿Estamos de nuevo acá? ¿Qué pasó? –se pregunta Golder–. Yo nunca hablo de futuro, es una palabra que no me gusta. La palabra futuro me parece que la usa la derecha para hablar de un futuro moderno, cortado del pasado. La cuestión del futuro me parece religiosa”.

 

* La exposición El futuro de la memoria se podrá ver hasta el 27 de mayo en la sala PAyS del Parque de la Memoria (Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745), de lunes a viernes de 10 a 17 y sábados y domingo de 11 a 18, con entrada libre y gratuita.