Desde Moscú
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, fue reelecto por más del 70 por ciento de los votos, y renovó el mandato presidencial por seis años más. En segundo lugar se ubicó el candidato del Partido Comunista, Pável Grudinin, que a pesar de haber anunciado su candidatura en diciembre del año pasado, logró instalarse como una de las opciones preferidas de los rusos. El tercer lugar fue para el ultraderechista y eterno candidato presidencial, Vladímir Zhirinovski. La periodista e influencer Ksenia Sobchak, alcanzó el cuarto puesto.
Sin rivales de peso en la contienda, la única preocupación del gobierno ruso era elevar el nivel de participación electoral que en los comicios parlamentarios del 2016 había marcado la cifra más baja de la historia moderna de Rusia, un 47 por ciento. Aunque logró superarla (60 por ciento), no alcanzó para mejorar los niveles de asistencia en las presidenciales del 2012, cuando votó un 65 por ciento del electorado.
El mandatario sufragó cerca de las diez de la mañana en un colegio electoral del centro de Moscú, en un día que el cielo amaneció totalmente despejado. Un factor que alentó a los moscovitas a salir de casa, después de un invierno particularmente crudo, dominado por temperaturas de veinte grados bajo cero y borrascas de agua nieve.
El mandatario salió del cuarto oscuro y afirmó que “cualquier porcentaje de votos que le permita ser presidente” sería un éxito. Un comentario que le restaba presión a su única inquietud: la cantidad de ciudadanos que acudirían a votar, y, finalmente, que lo harían por él.
Las calles de la capital rusa se poblaron de carteles y anuncios invitando a los ciudadanos a votar. El número de colegios electorales se amplió considerablemente, y los edificios se adornaron con banderas rusas. En los ingresos, se instalaron pequeños puestos de comida regional, y juegos para niños. Un escenario que planificó el gobierno ruso con varios meses de antelación para infundir de un clima festivo las elecciones. Una atmósfera que para muchos rusos resultó inédita.
Antes del medio día ejercieron su voto Grudinin, Zhirinovski, y más tarde, lo hizo Sobchak, al igual que el resto de los candidatos. El principal opositor de Putin, Alexei Navalny, fue el protagonista de una jornada dedicada a boicotear los comicios. El activista anticorrupción decidió no participar después de que el Comité Electoral Central suspendiera su candidatura por una sentencia en su contra. Para protestar, por una decisión que considera “políticamente motivada”, protagonizó una emisión de su canal de YouTube que recogió las denuncias de irregularidades e invitó a figuras críticas del gobierno.
La jornada transcurrió con normalidad, a pesar de algunos incidentes con personas que quisieron emitir más de un voto a la vez. En estos casos, las autoridades electorales decidieron anular las urnas. La página web del Comité Electoral Central sufrió un ataque cibernético pero fue neutralizado, y operó con normalidad.
Uno de los episodios más mencionados en los comicios, fue la votación en Crimea. Los ciudadanos de la península eligieron por primera vez en su historia el presidente de Rusia. En una decisión que no fue casual, los comicios coincidieron con el cuarto aniversario de la fecha en que la Federación Rusa anexionó la región que anteriormente pertenecía al territorio de Ucrania. Como medida de protesta, el gobierno ucraniano prohibió que los ciudadanos rusos residentes en el país ejercieran su voto.
Por la tarde descendió la expectativa, y los medios de comunicación locales se dedicaron a reunir los acontecimientos ingeniosos de la jornada. Uno de los que más se popularizó, fue la votación de un ciudadano que acudió al centro electoral vestido con un traje de la figura de un misil con la leyenda “Sarmat”, que alude a uno de los recientes misiles intercontinentales que reveló el presidente Putin ante la Asamblea Federal.
Cuando faltaban pocos minutos para el cierre de colegios electorales, y se informaran los datos a pie de urna, Sobchak y Navalni, protagonizaron el último espectáculo de la jornada. La periodista e influencer se presentó en las oficinas del opositor y se sumó a la transmisión online que realizaba el activista anticorrupción, para invitarle a unir fuerzas después de la contienda. El activista rechazó la invitación, y le espetó que era una “mentira” en cada palabra que decía, y que no era más que “un instrumento de Putin”.
Cerca de las 22 horas de Moscú, el Comité Central Electoral anunció los primeros datos del escrutinio, que brindaban a Putin una victoria arrolladora. Unos minutos más tarde, el mandatario apareció sobre un escenario en la Plaza Roja de frente a una multitud de seguidores. Visiblemente emocionado agradeció la confianza brindada en él, e instó a la ciudadanía rusa a dejar de lado las diferencias, y seguir trabajando por el país.