Un winco empotrado en la pared, más el disco de vinilo apoyado sobre él. Imposible una síntesis icónica mejor para graficar el hecho: la reedición masterizada de las cintas originales del primer y único disco de Los Gatos Salvajes –en vinilo, claro– cincuenta y dos años después. “Pensar que lo grabamos en dos canales, y con el paso de la cinta rota”, evocó Litto Nebbia, protagonista imprescindible del notición vinculado directamente al logro del Instituto Nacional de la Música: la recuperación del catálogo histórico de Music Hall. Por eso, en la emotiva presentación que se realizó en Pista Urbana, los que ladearon a Nebbia fueron Diego Boris y Celsa Mel Gowland, presidente y vice del Inamu. “Es un milagro que esa cinta que se grabó hace más de cincuenta años se haya mantenido intacta, sobre todo por el estado del depósito en el que la encontramos”, apuntaló maquinita Boris, antes de pasarle el micrófono a su compañera. “Sí, fue una suerte que se hayan recuperado. Y que hayamos tenido la posibilidad de que sea Gustavo Gauvry quien la digitalice. Como ejemplo, recuerdo la noche entera que nos pasamos en el Inamu desenredando la cinta de Lo que vendrá, esa maravilla de Piazzolla”, contó Mel Gowland sobre otro de los incunables recuperados para el presente y la posteridad.
Bajo un colorido y simbólico contexto (enmarcado por retratos del Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero y Astor Piazzolla) y antes de proyectar el video institucional que recorre la recuperación del catálogo, Nebbia viajó hacia el origen. “Yo era chiquito, estaba por cumplir 15 años, y Los Gatos Salvajes era de ese tipo de grupos que los padres se conocen entre ellos y saben cómo están los chicos, qué pilchas se van a poner, en fin, así era el grupo, hasta que vinimos a Buenos Aires y pudimos grabar este disco”. La reedición del vinilo que en la Argentina había tenido dos correlatos en cd (uno en 1994, y otro en 2005, ambos con yapa y el segundo, incluso, con reunión del grupo incluida) replica la tapa original: Chango Pueblas, Tito Adjaiye, Litto, Ciro Fogliatta y Guillermo Romero apoyados sobre la cornisa de un pared, en el plano de arriba, y los mismo cinco pero tocando, en el de abajo. La contratapa, en tanto, muestra dos fotos grupales más que acompañan la lista de temas, y el típico texto anónimo con que los sellos presentaban las novedades. En aquel caso, afirmando que Los Gatos Salvajes no era un grupo nuevaolero más, sino algo especial por su creatividad, sentimiento e imaginación.
Como plus, la reedición incluye los logos de Melopea, de Pentimento Récords y de Inamu Discos; el consabido código de barras, y una réplica fotográfica del simple que contenía “Talkin about` you” e “I`m crying”, que no están en el long play. También agrega dos temas inéditos a las doce piezas originales: “Como yo vivo”, del mismo Nebbia, y una versión en castellano de “Congratulations”, de Mick Jagger y Keith Richards. “Yo me acordaba que, cuando terminamos de grabar el disco, ya tenía temas nuevos porque, como saben, siempre fui un ansioso. Entonces empecé a hincharle a los tipos para hacer otro disco que no se terminó nunca, pero llegamos a grabar cuatro canciones que quedaron mezcladas…. toda la vida me pregunté dónde estarían y entonces se lo comenté a Diego, las buscaron, y las encontraron en medio de una cinta que también tenía boleros, chamamés, y otras cosas inéditas. Me da una gran felicidad que se hayan podido recuperar”, dijo uno de los padres del rock argentino genuino.
“Los otros dos temas los dejamos para cuando, dentro de 52 años, publiquemos otra vez el disco”, fue el chiste que siguió, por parte del presidente del Inamu. “Ahora en serio –siguió Boris–, la verdad es que estamos dando un paso importante, porque muchas veces los discos quedan rehenes de la decisión del gerente de una compañía, que no entiende mucho de música, e impide así que toda una sociedad pueda estar disfrutando de un patrimonio cultural. Entonces, ¿quiénes tienen que tener la posibilidad de que las obras se reediten?... los artistas que intervinieron de su creación, ¿no? Por suerte, hoy estamos frente a alguien que sabe mucho de cómo defender los derechos de propiedad de un fonograma, que son los derechos de los músicos”. Tras evocar determinadas secuencias de Los Gatos Salvajes que lo hicieron emocionar hasta las lágrimas y contestar ciertas preguntas de rigor, Nebbia aprovechó el elogio para denunciar un problema que lo hace llorar, pero no de emoción. La sentencia desfavorable que se dictó por la demanda que el músico había iniciado a la editorial Warner Chappell Argentina, hace más de tres años.
“Los tipos son unos estafadores extraordinarios, y les inicié una demanda para recuperar ciento ochenta músicas mías, que son las únicas que me faltan rescatar, porque el resto de mis canciones, unas mil doscientas, no las tengo en ninguna editorial. Puntualmente, inicié la demanda porque pasan los años y los tipos no hacen absolutamente nada con tu música… lo único que hacen es cobrar los derechos de quien toque tu música en todo el mundo. Cuando firmás el contrato te prometen algo que no van a cumplir nunca, y te seducen con un anticipo que devolvés largamente con los derechos de autor. Pero el tema es que le permite a los tipos presentarse en el mundo como dueños de tus canciones, y es imposible de comprobar cuántas veces las graban. A mí me paso con un cantante mexicano (Nicho Hinojosa), que grabó “Solo se trata de vivir” y vendió un millón doscientos mil copias, sin que yo me enterara. Cuando lo hice, fui a Sadaic y cobré 300 pesos. Así comenzó la cosa. Cuando se lo reclamé a la compañía, me prometieron agrandar el adelanto, yo dije que no, que quería volver a ser el dueño de mis temas, y al final perdí… presenté cincuenta pruebas, el juez no reconoció ninguna, y como castigo por `molestar` a los abogados, tengo que pagar 300 mil pesos, más intereses. ¿Por qué cuento esto?, porque quiero que lo sepan los jóvenes, y para desahogarme ante ustedes”, se explayó Nebbia, mientras, para matizar la bronca, volvió a lo suyo. Se sentó al piano y, feliz por el sonido, se despachó con dos gemas de su acervo menos tardío: “Está en tus manos”, publicada por primera vez en el disco Corazones & Sociedades (2001) y “Cuando yo me transforme”, compuesta junto al músico cordobés Juan Carlos Ingaramo, que vio la luz ocho años después, en un disco en vivo: A su aire.