Víctor Blanco, presidente de Racing, reconoció ayer que el delantero Ricardo Centurión “tiene un problema con el alcohol”, tras el incidente vial protagonizado por el futbolista el último lunes, y al respecto aseguró que desde la institución de Avellaneda “hay que ayudarlo”. “(Ricardo) Centurión tiene un problema con el alcohol y desde el club hay que ayudarlo, por eso va todas las semanas a un gabinete psicológico y vamos a sumar a otro profesional”, declaró el máximo dirigente de la entidad.
“Hay que ayudar a Centurión y tratar de que esto no vuelva a ocurrir”, insistió sobre los problemas de conducta del futbolista, fuera del campo de juego.
Centurión, de 25 años, cruzó un semáforo en rojo el lunes a las 8 de la mañana en la localidad bonaerense de Lanús, y puso en riesgo a un grupo de chicos que iban a una escuela de la zona. Debido a esa situación, policías de tránsito de ese municipio lo siguieron, y cuando lograron que detuviera su marcha, el jugador no sólo se negó a realizarse el test de alcoholemia sino que intentó sobornar a uno de los agentes, por lo que le secuestraron su camioneta negra BMW.
“No avalo lo que pasó con Centurión, pero creo que tuvo un operativo de prensa terrible todo el día”, añadió Blanco. Por último, el empresario hotelero y dirigente de Racing admitió no sentirse arrepentido por haber decidido el regreso del jugador al club, tras su paso por Boca, San Pablo de Brasil y Genoa de Italia. “No me arrepiento de haber traído nuevamente a Centurión, y el club va ayudar en todo lo que sea posible para que él pueda solucionar estos problemas que padece”, concluyó Blanco.
Centurión ya había protagonizado varios incidentes en años anteriores. En agosto de 2012, con apenas 19 años, se lo vio en una foto portando un arma de fuego. En septiembre de 2016 terminó imputado por la Justicia por lesiones culposas, luego de protagonizar con su auto un choque múltiple en Avellaneda. Y en enero de 2017 quedó expuesto luego de que se filtrara un video de las cámaras de seguridad, del hotel en el que Boca se hospedaba en Mar del Plata, en donde aparecía fuera de control, siendo contenido por sus compañeros.