La Justicia de Córdoba condenó a un estudiante de arquitectura a tres años de prisión efectiva por el delito de ciberacoso sexual, luego de que el acusado se contactó con dos adolescentes y consiguió fotos íntimas de ambas. Es la segunda condena por grooming en la provincia de Córdoba. Además, el juez de Control N°3, Esteban Díaz Reyna, encontró culpable al acusado de los delitos de distribución y facilitación de imágenes pornográficas de menores de edad y de promoción a la corrupción de menores.

“Argentinagringo”. Ese fue el perfil que creó Bryan David Poplin, de 31 años, para dar con niños, niñas y adolescentes en Instagram. A mediados del 2016, el estadounidense –que residía en la capital cordobesa y completaba sus estudios de arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba– llegó a contactarse por esa red social con una adolescente de trece años. Durante meses, Poplin conversó con la víctima, le pidió su contacto de WhatsApp, y en varias oportunidades consiguió convencerla para que la menor le enviara fotografías y videos de su cuerpo. 

Para la fiscal de Delitos Contra la Integridad Sexual, Ingrid Vago, no quedaron dudas: Poplin había generado un vínculo con la adolescente para atentar contra la “integridad sexual” de la víctima. “El acusado tuvo la aptitud suficiente para menoscabar la integridad sexual y para torcer el normal desarrollo de la sexualidad de la damnificada, en virtud de resultar aquéllos prematuros atento a la edad de la damnificada y excesivos al haber mantenido el contacto en este sentido en período de tiempo prolongado”, indicó en el expediente judicial.

Pero no fue la única vez que Poplin engañó a una adolescente a través de una red social. Meses después, con el mismo perfil trucho de Instagram, el norteamericano se contactó con otra chica cordobesa, también de trece años. El ahora condenado insistió, varias veces, para que la chica le enviara una fotografía hasta que logró convencerla.

En el juicio oral –que se decidió que sea abreviado– el juez Díaz Reyna plantó dos cuestiones: ¿existieron los hechos y fue responsable el acusado? y ¿qué sanción corresponde aplicar? Para la primera pregunta, además de las evidencias encontradas a partir de las declaraciones (en cámara Gesell) de las dos víctimas y de los informes de peritos informáticos, el acusado admitió su culpabilidad. El magistrado lo condenó por los delitos de contacto tecnológico con menores de edad con fines sexuales, facilitación de imágenes pornográficas donde se exhiben menores de edad (a través de otros perfiles truchos de Instagram) y promoción a la corrupción de menores.

Es la segunda condena por el delito grooming en la provincia de Córdoba. En 2016, la jueza Susana Cordi Moreno, de la Cámara 1ª del Crimen, sentenció a Marcos José Dávila a nueve años de prisión. El condenado había ganado la confianza de una adolescente de 14 años a través de Facebook, logró convencerla de que le enviara fotos íntimas y luego difundió las fotos en varias redes sociales. La víctima, según la fiscal Dolores Romero Díaz, sufrió “serios trastornos mentales” luego del acoso de Dávila.

“Lo peor de esta problemática es el desconocimiento”, alertó a este diario Hernán Navarro, director de Grooming Argentina. De acuerdo con el estudio del organismo, siete de cada diez argentinos desconoce qué es el grooming, pese a estar tipificado como un delito penal que prevé una pena de seis meses a cuatros años para aquel que contacte a un menor de edad con el propósito de cometer cualquier delito contra la integridad del niño, niña o adolescente. “También hay una tendencia a creer que esto sólo ocurre en las redes sociales y no es así: los mecanismos que utilizan los acosadores son más avanzados y pueden aparecer en juegos infantiles, en distintas aplicaciones o en cualquier espacio que tenga una mensajería instantánea. Y lo único que rompe con esta estructura es realizar la denuncia en la Justicia”, agregó Navarro.

“Pero lo que más se necesita para desarticular esta lógica del grooming son políticas públicas en materia de prevención y promoción. No puede ser que las ONG suplanten al Estado y sean ellas quienes protejan a la víctima Todavía falta una generación de conciencia para que llegue a toda la población”, cerró el director de Grooming Argentina.