* Desde Río de Janeiro

La antropóloga Juliana Farias



Mucho se especula sobre la autoría intelectual y la motivación política del asesinato de Marielle Franco –cuál sería el interés principal en su desaparición y para quiénes su actuación representaría una amenaza. Tenemos las denuncias que ella venía haciendo y las que posiblemente estaría preparando, que revelarían ilegalidades cometidas por el brazo armado del estado en las favelas de Rio de Janeiro, en el contexto de la actual intervención militar en el área de seguridad del estado provincial. Y quién tendría la capacidad técnica para planificar y ejecutar el acto impunemente y con tanta precisión.

Sin embargo, el significado público del acto lo aproxima también a otros casos de violencia letal que cabe llamar “crímenes de odio”. En ellos, la violencia cruel e impune representa un mensaje para todas las personas que comparten un determinado conjunto atributos con la víctima. Del punto de vista del agresor, estas personas pueden ser eliminadas pues sus vidas poco valen, y deberían serlo para de ese modo “limpiar” la sociedad de esos elementos no deseados, que amenazan. El asesinato de Marielle, mujer negra, joven madre, lesbiana, intelectual universitaria y militante de izquierda, defensora de los derechos de los sectores más marginalizados de la ciudad y dispuesta a enfrentar el abuso policial y la naturalización del estado de excepción que se vive actualmente en el Brasil, es un crimen político también –o principalmente– en ese sentido.

Juliana Farias es antropóloga e investigadora del Núcleo de Estudios de Género Pagu, de la Unicamp, referencia en el área, donde hace su posdoctorado. Investiga sobre violencia de estado en las favelas de Rio de Janeiro desde 2004. A partir de ese trabajo pasó a apoyar a la Red de Comunidades y Movimientos contra Violencia -un movimiento formado mayoritariamente por mujeres negras, habitantes de favelas cariocas, cuyos hijos fueron muertos por agentes armados del estado. Juliana y Marielle Franco se conocieron en 2008, en una actividad relacionada con el trabajo que Marielle llevaba adelante en la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos y Ciudadanía de la Asamblea Legislativa de Rio de Janeiro. Desde entonces las unió una intensa amistad, hecha en la lucha.

- Quería preguntarte, en primer lugar, sobre cómo las características de su figura que terminaron marcando el asesinato de Marielle Franco como crimen político fueron combinándose en una trayectoria activista, intelectual y parlamentaria con un apelo personal tan particular.

Marielle siempre se movió de un modo muy firme (una mujer negra, nacida y criada en la Maré [vasto “complejo” de favelas en la zona norte del municipio de Rio de Janeiro], que comenzó a trabajar muy temprano y que a los 19 años se tornó madre de una niña(. Ella no daba un paso sin estar segura de la dirección que quería seguir y sin calcular las dificultades que enfrentaría. Por ser negra, ella sabía que tendría que enfrentar el racismo; por ser mujer, sabía que tendría que enfrentar el machismo; y por vivir en la favela, sabía que tendría que enfrentar el imaginario de los sectores medios y más favorecidos, que dirigen a los territorios de las favelas y periferias todo su odio y todo su miedo. Sumando su firmeza a su inteligencia, tuvo una trayectoria muy coherente, pues tanto en los espacios de militancia de movimientos sociales o de la política institucional partidaria como en los circuitos académicos, Marielle traía el bagaje de la mujer negra habitante de favela: un bagaje de experiencias de violencia y también de situaciones que le hicieron valorizar el debate sincero y el diálogo cara a cara, sin desviar el asunto, sin vacilar. Parte de las personas que conversaban con Marielle o la oían hablar podían no estar de acuerdo con ella, pero pasaban a respetarla. Otra parte de las personas que la oían dentro y fuera de la Cámara Municipal –en especial los orgullosos representantes de la estructura racista patriarcal– acumulaban repudio contra su figura.

No es sólo un crimen polìtico...

Una mujer negra y favelada fue ejecutada sumariamente -esta vez una mujer negra y favelada cuya actuación política era reconocida internacionalmente. En ese sentido, la ejecución de Marielle debe ser comprendida en el contexto del genocidio del pueblo negro que sigue en curso en el Brasil. Y allí debemos tener en cuenta las especificidades asociadas al feminicidio (que también afecta más a las mujeres negras que a las mujeres blancas), las relacionadas con los asesinatos de LGBTs y aún las de los asesinatos de líderes políticos. Pero aquí en las tierras donde vivimos, invadidas en el 1500, el deseo de eliminar personas negras e indígenas acompaña toda la formación histórica del país, siempre articulado y concretizado a través de la unión de las fuerzas del estado con las de las elites blancas. No podemos, por lo tanto, jerarquizar malestares, y mucho menos homicidios: Marielle luchaba para que se hiciera justicia por la muerte de Claudia Ferreira, ejecutada en el Morro de la Congonha; por la muerte de Maria Eduarda da Conceição, ejecutada dentro de su escuela en la favela de Acari; por las muertes de Marlene Maria da Conceição y Ana Cristina Conceição, ejecutadas en la Mangueira. Que con su ejemplo podamos aprender a no jerarquizar violencias y sufrimientos.

El éxito electoral de Marielle ya indicaba la singular capacidad de su figura para crear confluencias entre diferentes identidades y movimientos y movilizar personas de diversas afiliaciones que percibieron su carisma. La inmensa manifestación de luto e indignación que su asesinato provocó indica el grado de solidaridad motivado por la búsqueda de justicia que ella había emprendido. ¿Qué grupos y figuras confluyeron para construir y apoyar su candidatura a concejala? ¿Qué fue lo que permitió que su base se ampliase tanto?

Marielle desarrolló una enorme capacidad para dialogar con sectores muy diversos y por ello la construcción de su candidatura se fue tejiendo a través de las contribuciones de personas que tal vez nunca se hubieran juntado en una misma mesa -a no ser por el deseo compartido de ver a Marielle elegida. Una marca importante de la candidatura fue la participación y dedicación de personas que no nutrían tantas expectativas con relación a la política partidaria, pero que veían en la figura de Marielle una posibilidad de amplificar reivindicaciones y “hacer valer el voto”. Segmentos del movimiento de mujeres, del movimiento negro, del movimiento de las favelas, del movimiento LGBT, abogadas y abogados populares, académicos, profesionales del campo de la salud, la educación y de la lucha en defensa de los derechos humanos trabajaron junto a los integrantes del PSOL [Partido Socialismo y Libertad] que apostaron a esa candidatura. 

La lista de desafíos era tan grande como la de los apoyos. El racismo y el machismo pueden ser ubicados a la cabeza de esa lista de enfrentamientos. Después de los 46.502 votos, con el trabajo cotidiano en la Cámara, la presentación, ya en febrero de 2017, del Proyecto de Ley “Para hacer valer el aborto legal” o, luego, del Proyecto de Ley para la inclusión del Día de la Visibilidad Lésbica en el calendario oficial de la ciudad, sin hablar de cómo su propia relación homosexual se tornó conocida en las redes sociales, los embates se intensificaron y demandaron un esfuerzo redoblado por parte de la concejala electa y de su equipo. A cada nuevo proyecto de ley que presentaba, a cada nuevo discurso que profería, a cada nuevo turbante que vestía, volvían a actualizarse los ataques de la bancada conservadora de la Cámara Municipal. Esto nos hacía prestar atención a las piezas del engranaje que administra las vidas en la ciudad: el racismo y el machismo anteceden históricamente a la militarización y sus ofertas tecnológicas, pero con ellas se renuevan. Los arreglos conservadores dirimen las acciones del estado en la esfera municipal, provincial y federal y sus protagonistas, vestidos de traje, se protegen detrás de quien viste uniforme camuflado y usa armamento letal.

Resulta triste y puede parecer forzado hablar del “legado” de alguien cuya vida fue truncada tan precozmente, pero a pesar da su juventud, Marielle fue ejemplo de activismo social y de actuación parlamentar. La búsqueda de justicia toma forma en actitudes concretas, más allá de la disposición individual. ¿Cómo recibir ese legado y llevar sus banderas adelante?

Ciertamente Marielle nos deja un legado enorme. Pero como en torno a ella se reunían personas y causas muy diversas, tal vez nuestra tarea consista en saber mirar cuidadosamente esas diferencias y, a partir de ellas, entender cómo cada una y cada uno debe actuar. Marielle priorizaba la escucha y acogía las demandas de las personas cuyos derechos son sistemáticamente violados; Marielle sabía oír la indignación -independientemente de la forma como ella fuese presentada, al final, se trataba de indignación.

Que los oídos blancos privilegiados que, como los míos, escucharon a voz firme da Marielle y prestaron atención a su llamado, aprendan a oír otras formas de indignación. Que asumamos la responsabilidad de honrar ese legado -que quedó al cuidado de una colectividad tan diversa- sin minimizar asimetrías, sin producir borramientos. “Diversas, pero no dispersas”, lucharemos contra el racismo, el machismo y a LGBTfobia.

Seguiremos también denunciando que está en curso en el Brasil una política genocida y racista y exigiremos justicia para Marielle y todas las demás personas que fueron ejecutadas. Diremos NO a la intervención militar -en Rio y en cualquier otro lugar, como centenas de miles de voces ya cantan en las calles: “Por Marielle digo no, digo no a la intervención”.l