La música es, para mí, un elemento transversal a todos los sectores, todos los grupos, todas las modas. Se va reactualizando, sí. Pero lo hace mediada por las mismas lógicas machistas sobre las que opera el patriarcado que, más que una palabra, es la estructura sobre la que ha sido fundado el mundo. ¿Cuántas veces bailamos temas sin saber qué era lo que decían, solo dejándonos llevar por el ritmo que invitaba a moverse? Por eso elijo tirar a la hoguera las canciones sexistas, porque pareciera que la música es impoluta, que goza de una cierta impunidad en la que se aloja “el arte”. Hay que hacerse cargo de la enorme responsabilidad que también tenemos lxs músicxs, porque cuando cantamos estamos diciendo algo y en ese decir - en ese canto al aire- estamos generando sentidos sobre las sociedades que habitamos. Hay que hacerse cargo y desafiarnos a componer más creativamente, no apelar a la rima barata simplemente para que “la cosa pegue” y hacer algo con ese poder que te otorga un escenario, un disco, una radio que suena con tu música. Mando a la hoguera a todo el repertorio, que acompañado muchas veces de imágenes de culos, tangas y caras sobremaquilladas, sigue reforzando un mundo injusto y violento contra las mujeres. Esas canciones también son canciones que violentan, que discriminan, que excluyen. Yo mando a la hoguera - no a los voceros de esos temas, a ellxs los desafío a ser mejores- canciones que nos condenan a vivir sobreviviendo.
* Música, canta y toca, de cumbia y de corazón, por un mundo más justo, más soberano, más libre.