En La rebelión de las Madres y La otra lucha, Ulises Gorini recorrió exhaustivamente la historia de las Madres de Plaza de Mayo. También fue él quien elaboró, en 2015, el guion de la serie producida por TV Pública y Canal Encuentro acerca del movimiento. Finalmente, el año pasado publicó Madres de Plaza de Mayo - La venganza y otros relatos, material que PáginaI12 reeditó y que puede adquirirse mañana opcionalmente con la compra del diario. Reúne textos surgidos de la experiencia de escuchar durante años a aquellas mujeres, y abordan hechos y emociones de su lucha más cotidiana. “Son historias que permanecían en mi cabeza. Me sonaban sinceramente las voces de ellas, con sus distintos matices, contándome pequeñas circunstancias, muy significativas de una dimensión a la que a la Historia le cuesta entrar: la más subjetiva”, explica el escritor, periodista y abogado especializado en derechos humanos.
Son una docena de relatos de no ficción, aunque con recursos de ella. “En el proceso de contar la historia de las Madres se perdían muchas historias de vida, circunstancias que no entran en sentido estricto dentro de la Historia. Los pliegues de la subjetividad más compleja y más difícil de probar para la Historia con sus protocolos rigurosos”, completa el autor. Dice que se ha sentido “magnetizado” por estas narraciones, que merodeaban por su mente hasta que se decidió a escribirlas. “Para que no queden para mí solo. Sentí el deseo, la obligación, el compromiso de plasmarlas lo más auténticamente posible”, revela. La venganza… fue publicado primero por la Editorial de la Universidad de La Plata (EDULP), y mañana se puede adquirir –con dos nuevos textos– de modo opcional, por 120 pesos, con la compra de este diario.
El libro –que tiene momentos dolorosos, conmovedores e incluso de humor– queda inaugurado con el relato que le da el título: una de las Madres visitó una vez a un capitán y le arrojó el contenido de un tintero sobre su uniforme, a modo de venganza. Luego, el resto de las páginas propone historias de distinta extensión y formato, aunque la mayoría se acerca al cuento. El encuentro de las Madres con un ex detenido y la esperanza de saber algo acerca de sus hijos; un entrañable diálogo con un cura; los vínculos que se ven afectados por el miedo son algunos de los episodios y temas narrados. Los relatos se ubican en distintas épocas. Uno de los más recientes es el que recoge el testimonio de un ex soldado en el oído de una Madre (de 2008), tan desgarrador como la historia sobre la desesperación de una mujer que intercambia sexo y dinero por información. El prólogo es de Dora Barrancos y las palabras finales, de Hebe de Bonafini.
–¿Qué une a todas estas historias? ¿Qué quería resaltar?
–Traté de salir de lo más escabroso, aunque es un poco inevitable. Traté de meterme en el ámbito familiar, en las relaciones de ellas con sus hijos, maridos y vecinos. En sus pensamientos más íntimos. La historia de una madre que habla con su hijo desaparecido; la de otra que es interrogada por un Policía, que le insiste preguntándole quién les ordenó ir a la Plaza, porque no comprende el fenómeno de las Madres; el momento en que una Madre es extorsionada a cambio de información; o en el que otras dos planean a su modo una especie de revancha contra un tipo que las humilla sacándoles información cuando van a denunciar la desaparición de sus hijos: esta serie de historias me sirve para representar algunos de los pliegues más íntimos de la subjetividad de esas mujeres. Era necesario que estas voces no se perdieran, que tuvieran un ámbito, y utilicé el recurso de la no ficción para darles vida.
–Aunque con elementos de la ficción.
–Exactamente. Es lo que en otra dimensión inaugura (Rodolfo) Walsh con Operación masacre. La idea es representar gestos, matices, miradas, movimientos, sentimientos. Y ahí, la Historia no llega tan claramente como lo puede hacer utilizar los recursos de una novela o cuento, pero para constituir la representación de un hecho real.
–¿Por qué utilizó la palabra “venganza” en el título, tan ajena a la actitud de las Madres?
–La Madre que me cuenta la historia que abre el libro utiliza esa palabra. “Nos teníamos que vengar”, me dice. Me costó mucho trabajar ese relato, por el grado de inocencia de esas Madres que se asocian y ocultan a las demás lo que van a hacer, porque ya en ese momento asumen que hay un matiz que a las otras no les va a gustar. La pequeña reivindicación, la mínima, frente a la desproporción de la afrenta que habían recibido es arrojar ese tintero en un uniforme. Es toda la venganza que pudieron imaginar. No imaginaron otra cosa. No sólo no imaginaron, sino que descartaron absolutamente la idea de la venganza, de un modo activo. Pero había un matiz, primero, cierto: la protagonista de la historia me lo cuenta así. Y es representativo de un momento: es una historia del 78. Ellas evolucionan en su pensamiento. Hoy ni en broma recurrirían a esa palabra. La utilizo para mostrar el contraste entre lo que sufrieron y la respuesta, que finalmente es la Plaza, la persistencia, el pañuelo, la palabra. Ese cuento, visto con perspectiva histórica, tiene cierta ironía.
–Aunque sean historias íntimas, casi todas condensan una metáfora de lo que las Madres representan. O las reviste un gran tema. Por ejemplo, el encuentro de una de ellas con un cura, que concluye en la idea de que todos los desaparecidos son sus hijos.
–La mujer le cuenta al cura que han recibido la propuesta de un militar de dar nombres de desaparecidos para que aparezcan, pero que ella tiene la contradicción de que ya no es sólo madre de sus hijos sino de todos. Va a pedirle al cura disculpas por no poner en una lista el nombre de sus hijos, porque hacer eso significaba traicionar al resto de los desaparecidos. Este fue el proceso constitutivo de las Madres de Plaza de Mayo, el que revela la socialización de la maternidad. Investigué la historia para comprender el significado más profundo de las Madres. Uno reflexiona, recurre a tesis e hipótesis pero a veces estos relatos son más explicativos. Aunque no podamos suplir la reflexión histórica.