Dicen quienes lo conocen mucho, que Leo Villagra es tímido, excéntrico y “económico” en palabras. Pero que esa timidez de base viaja hacia su contrario cuando se sube a un escenario. Habrá que probar tal mutación, entonces,  cuando lo haga esta noche a las 21, bajo el fin de presentar Vidala para las estrellas en el CAFF (Sánchez de Bustamante 772). Es su flamante disco y dice que le puso así inspirado en el cielo diáfano de los valles calchaquíes de Amaicha donde, como tucumano, juega de local. “Tucumán es mi origen y mi raíz así como también, por más de que hoy viva en Buenos Aires, también es mi futuro”, introduce el bajista-guitarrista, cuyo pasado mediato e inmediato lo vincula con músicos de diversa calaña como Lito Epumer, Los Carabajal, Lucho Hoyos y en especial Bruno Arias, a quien conoció cuando ambos vivían entre pensiones y casas de amigos, y cuya banda integra hace quince años. “Las canciones y el orden de las canciones en el disco dan una pista de un camino desde el Río de La Plata hasta los valles Calchaquíes”, prosigue este devoto de Jaco Patorius. 

Y lo justifica: “Desde el cemento a la tierra, desde el jazz a la vidala… hay un puente. Ejemplo fiel de esto es el primer tema del disco (“Bichos”) inspirado en los bichos de ciudad, en que nos transformamos cada uno producto de la enajenación urbana; y el último (“Ampimpa”), un sentir de vidala relacionado con ese pueblito muy pequeño desde donde se puede ver el valle Calchaquí. Lo que quiero significar es que el surco del disco va graficando este camino, desde la gran ciudad”. Entre sus antecedentes, Villagra cuenta también con una participación en La banda de Caliton, de León Gieco (toca bajo en el tema “Nacimiento”); y en el disco triple Raíz Spinetta, donde versionó “El Mar es de Llanto”, junto a Claudia Romero, ex cantante de La Manija, aquel grupo del Chango Farías Gómez. Aquí -y en lo antedicho- radica el carácter ecléctico que el músico muestra cuando pierde la timidez -también-en un estudio de grabación. “Hay mucho folclore y candombe en el disco. Las rítmicas, el sonido de los cueros, el bombo legüero y los tambores rioplatenses, el sentir de la vidala y la zamba en sus tiempos lentos semejándose al blues, también forman parte. Y el jazz, claro, que juega un papel importante ya que interactúa con estos ritmos aportando riqueza armónica y por sobre todo la improvisación, el libre juego musical de cada musico”, finaliza Villagra, nadando en un río de palabras que ancla en las estrellas.