Desde Los Angeles
Bill Hader compara haber salido de la escuela de improvisación directamente al set de Saturday Night Live con pasar del jardín de infantes a Harvard. Y algo de eso debe haber, si se tienen en cuenta las carreras que los “graduados” del legendario programa de Lorne Michaels pudieron desarrollar en el campo de la comedia. Hader, precisamente, se recibió con honores tras ocho temporadas, por eso su regreso a la pantalla con Barry (mañana a las 23.30 por HBO) genera expectativas, que aumentan por la clase de comedia negra que decidió llevar adelante junto a Alec Berg. Barry Berkman, el personaje de Hader, es un exmarine al que su amigo Fuches (Stephen Root) convence de convertirse en asesino a sueldo de poca monta. Deprimido, el tipo tiene que viajar a Los Angeles para matar a un aspirante a actor, pero de un modo bastante particular se siente aceptado en un grupo de estudiantes de actuación. “El es buenísimo como asesino pero odia serlo; y quiere ser actor pero es horrible actuando. ¿Cómo es que esas dos historias se juntaron? Nunca lo sabré. Jamás se me hubiera ocurrido algo así”, confesó Henry Winkler durante una rueda de prensa internacional para presentar la serie. El veterano actor, que se hizo famoso por su personaje de Fonzie en la clásica comedia Los días felices, encarna aquí al profesor de actuación Gene Cousineau, que lleva adelante al grupo.
La pregunta, entonces, se la trasladó Página/12 a Hader un rato más tarde: ¿cómo se les ocurrió a Berg y a él semejante personaje? “No tengo idea...”, respondió el actor, pero enseguida recapituló: “En realidad, es algo que Alec y yo habíamos hablado. Le dije ‘¿Qué tal si interpreto a un asesino a sueldo?’, y me respondió ‘Odio esa idea del tipo con dos revólveres y rodeado de glamor’. Pero yo le dije ‘No, un tipo real, exmilitar o expolicía’. Y no sé cómo, muy rápido dijimos ‘Oh, debería tomar una clase de actuación’”.
–¿¿¿Por qué???
Bill Hader: –(Se ríe.) No tengo la menor idea. Además, yo nunca estuve en una clase de actuación propiamente dicha, así que no sabía nada al respecto. Pero nos gustaba eso de que el tipo viviera en las sombras y quisiera estar en el centro de atención, nos parecía que podía salir un buen conflicto de eso. Y además es interesante que el tipo sea bueno en algo que tiene que ver con destruir vidas, literalmente, porque además destruye las vidas de las personas cercanas a quienes asesina. Y destruye su propia vida. Pero es en lo único que es bueno. Porque en lo que quiere hacer, que es actuar, debía ser malo. Así fue como construimos la historia, supongo. No sé, es tan extraño (se ríe)... Se lo comentamos a algunas personas y nos dijeron ‘Oh, es tipo El nombre del juego’. No había visto esa película, así que la vi y me parece que no es tan similar, porque El nombre del juego es sobre un asesino a sueldo que se mete en Hollywood y esto es sobre clases de actuación, que es mucho menos glamoroso. Fuimos a una clase de actuación y vimos a las personas actuar, y era como una terapia de grupo.
–Si no tomó clases de actuación, nunca conoció a un profesor como Cousineau, capaz de maltratar a sus estudiantes para que “entren en contacto con sus emociones”.
B.H.: –No, nunca. El personaje está basado en un par de personas que conocía Alec y luego en el profesor de Henry, porque él sí tuvo uno. Hay una historia en el tercer episodio que Henry me contó que le había pasado a él en una clase, por ejemplo.
Henry Winkler: –Yo me crucé con muchos profesores así. Fui a la universidad en Boston, y estudié teatro y psicología. Después hice el master en Yale. Digamos que tuve unos catorce profesores: para la voz, el movimiento, actuación... Saqué cosas de toda esa gente y de otra de la que me hablaron amigos actores. Después di master clases en Emerson College y me aterrabam porque pensaba que debía ser claro para que esos chicos aprendieran algo pero no sabía si tenía algo para darles como profesor. También tomé cosas de esa experiencia para este personaje. Lo que descubrí fue que no hace falta crear arte y ser malo. Creo que se puede hacer arte amando a la gente para que aprenda.
–Hader, ¿no cree que las clases de actuación sirvan?
B.H.: –Creo que pueden ayudarle a algunas personas, sí, siempre que sea algo honesto. Pero eso es lo más difícil. Mi experiencia es muy diferente porque fui a algunas clases de improvisación, pero ahí tenés que aprender mientras hacés y de mirar una tonelada de películas, cosas así. Aprendo más mirando a mis compañeros, especialmente a Henry, que tiene una gran experiencia.
–¿Es difícil encarnar a un mal actor?
B.H.: –Ya soy bastante malo de por sí, así que no me cuesta tanto (carcajadas). Me sale bastante natural. A veces el director dice “Ya lo tenemos” y yo estoy tipo “¿Sí? Ni había empezado...” Me gusta ver esos programas sobre crímenes reales en los que recrean las situaciones. Ahí sí tenés malas actuaciones. (Afecta la voz) “¿Qué vamos a hacer con este cadáver?”. Por ahí dicen “Ellos tenían una mala relación”. (Grita con otra voz) “¿Dónde está mi comida?”.
–Barry es un asesino a sueldo sin nada de glamour. Incluso, Fuches lo manda a Los Angeles haciendo un trayecto larguísimo para ahorarse quince dólares.
B.H.: –Es como un vendedor callejero... Es como si alguien se entrenara toda la vida para ser bailarín y para ganar dinero empezara a hacer strip tease: “Gano buena guita con esto, pero me avergüenza un poco”. Barry debe haber empezado de ese modo pero con el tiempo dejó de avergonzarse porque creía que se estaba deshaciendo de gente mala. Eso es lo que le decía Fuches. Pero en un momento empieza a darse cuenta de que no es así.
–Es que, por más que sea un asesino a sueldo, Barry es muy inocente.
B.H.: –Es interesante porque él es como un alma nueva. Necesitábamos que fuera alguien lo suficientemente abierto como para querer estar en una clase de actuación. Pero eso también nos ayudó, porque es la clase de personas a las que podés convencer de que maten a otros: “Esta gente es mala y vos sos bueno en esto. Y te vamos a pagar, así que deberías hacerlo”. El problema es que en las clases de actuación él empieza a entender cómo son las cosas. Interpretar a Barry es muy divertido, porque estaba tan preocupado por dirigir los episodios –dirigí los tres primeros – que después tuve que ponerme a pensar en cómo hacer de Barry, a ver qué clase de persona era.
–Es extraño, porque usted lo escribió y lo dirigió, pero seguía sin saber cómo era.
B.H.: –Claro, porque le presté atención a todo el resto y traté de hacer que todo funcionara, pero recién más tarde empecé a pensar en él. Honestamente, no quiero volver a hacer eso, porque veía a los otros actores prepararse y eran realmente buenos. Pensaba “Quizá debería aprender mi texto”. De algún modo salí adelante, pero estos tipos son realmente buenos, ¿eh? Intento aprender de ellos. Hacia el final de la temporada hay algunas escenas dramáticas y tuve la confianza para hacerlas porque todos fueron muy abiertos y me apoyaron.
H.W.: –Para mí cada personaje es divertido y trágico, porque en la vida pasás por momentos muy graciosos y un minuto después se te rompe el corazón. Y creo que es una locura tratar de mantener esas dos cosas por separado todo el tiempo. Me parece que Bill y Alec han encontrado el balance. Es muy divertido saber qué siente el tipo que hace una audición para figurar en la tercera fila sin siquiera tener parlamentos, es algo que hice un millón de veces. Hay actores que dicen “Ellos conocen mi trabajo, estoy en muchas series”, pero en los estudios de televisión y cine hubo muchos reemplazos entre los ejecutivos: son jóvenes y están asustados, y si no les demostrás que todavía podés hacerlo, que no estás usando un andador (risas), no van a querer arriesgarse porque sus trabajos están en riesgo. Así que mejor que vayas y hagas audiciones. A veces estoy en las audiciones, sentado en esas sillas de metal, rodeado de actores jóvenes, y cuando me reconocen, me preguntan: “¿Qué hace usted acá?” Entonces les respondo: “Estoy buscando trabajo, ¿y vos?”.
–Pero usted tiene toda una carrera detrás.
H.W.: –No importa. Puedo tener una larga carrera detrás para mí o para usted, pero no importa. Muy rápidamente entendí cómo era esto. Una vez, cuando hacía al Fonz, llevé a mi mujer a Paramount. Me vieron y abrieron el portón, tenía lugar para estacionar, una linda oficina... Y le dije a mi mujer: “Nunca te acostumbres a esto, porque un día voy a tener que llamar para pedir una entrevista”. Y así fue: tuve que ponerme en la fila, mostrar mi documento... Mi foto está en el hall, pero ya no importa (risas).
–¿Cómo ve usted la evolución de la comedia?
H.W.: –Barry es realmente original, es muy negra. Creo que hay que vivir la vida para poder contarla y mucha de la gente que hoy tiene programas salta de escribir un episodio a ser el productor o el creador. Así, el mismo chiste aparece en casi todos los programas, empiezan a verse muy parecidos. La serie Episodes, por ejemplo, se distingue del resto de la comedia porque es muy inteligente. David Crane (cocreador de Friends), Jeffrey Klarik (coproductor de Mad About You) han trabajado todos estos años en la industria y saben cómo hacerlo. Porque, en realidad, lo único que evoluciona es la tecnología, la vida es igual. Un buen programa sigue siendo un buen programa.
–¿Y cómo sabe cuando lo será?
H.W.: –Lo siento en mi estómago, lo juro. Elijo con el estómago.
–Detrás del humor, en Barry hay algo que tiene que ver con la búsqueda de ser aceptado por los demás. ¿Es intencional?
B. H.: –No había pensado en eso... No sé, son cosas que están en las historias porque trabajan con emociones reales: pensamos en cosas con las que nos identificamos y las incluimos. Cuando entré a SNL no tenía idea de qué estaba haciendo, recién salía de la escuela de improvisación. Fue como ir del jardín de infantes a Harvard, me sentía aterrado y quería con toda el alma ser parte de esa comunidad. Entonces pude poner algo de eso en Barry, porque es el modo en que yo quería ser aceptado. Como actor, es lo que siempre estás buscando, en cada escena que hacés: encontrar el modo en que te identificás con eso que tenés que interpretar. Hice la película Irremediablemente juntos, con Kristen Wiig, y yo tengo dos hermanas, pero además tengo una relación con ella, entonces pude usar eso para la interpretación. Es por eso que este trabajo es tan delirante (risas). Pero el tema con la búsqueda de aceptación y cosas así aparecen porque estás interpretando con un grado de verdad.
H.W.: –Creo que ese mensaje de aceptación es más importante para estos tiempos más que para cualquiera que yo haya vivido. Pienso en eso todo el tiempo, porque crecí en un país que aceptaba a todo el mundo, donde si te esforzabas, encontrabas tu lugar. Y en este momento no sé quiénes somos. Honestamente, estoy perdido. Este presidente (por Donald Trump) está dispuesto a empezar una guerra nuclear para que no se sepa que lavó dinero o algo así. Este tipo es capaz de decir o hacer cualquier cosa con tal de que no le corran la cortina de El mago de Oz y se descubra que es un farsante. Por eso, el mensaje de aceptación es más importante que nunca.