La línea amarilla pintada sobre el cordón de la verdad más allá de la ochava o la ausencia de ella, la falta de señalización sobre los lugares para estacionar, las fichas de parquímetros que brillan por su ausencia, parquímetros controlados por las mismas empresas de acarreo, concesiones vencidas desde 2001 y el plan del gobierno porteño de extender la medida a toda la ciudad, son más que luces de alerta sobre un negocio que maneja más de 20 millones de pesos por mes: unos 240 millones por año.
Encontrar un lugar para estacionar en la ciudad de Buenos Aires es una tarea cada vez compleja porque a la falta de espacio en general, sobre todo en algunas zonas de la ciudad como el micro y macrocentro, y barrios como Palermo, Caballito, Almagro, Belgrano y Barrio Norte, hay que sumarle el estacionamiento medido que exige, al menos por ahora, el pago de 10 pesos la hora en monedas de 25, 50 y 1 peso o el uso de las tan preciadas fichas que valen oro porque conseguir una o más de una, dependiendo el tiempo que se necesite cubrir, es prácticamente una misión imposible.
¿Por qué es están difícil conseguir fichas? Es la pregunta del millón. “Bueno porque las misma empresas que están a cargo de acarreo son las que manejan los parquímetros y a su vez son ellas mismas las que reparten las fichas que deben venderse a los conductores y reparten menos, vienen cada dos días y nunca nos alcanza para cubrir lo que piden”, sintetizó Claudio, que tiene un kiosco en Barrio Norte y que prefiere no dar más precisiones sobre su identidad porque entiende que lo de las grúas, los parquímetros y el acarreo “es una mafia enorme que nadie controla”.
Sin más datos que su propia experiencia en el tema, Claudio no está tan lejos de la realidad, ya que el gobierno porteño no se ocupa de controlar el sistema, muy por el contrario, todo indica que es una tarea/negocio liberado en la ciudad de Buenos Aires.
Gustavo Desplats, coordinador de Proto Comuna Caballito, explicó que “el contrato de concesión del acarreo de autos y el estacionamiento medido está vencido desde 2001. Las empresas que operan las grúas son sólo dos: STO (Dakota S.A) y SEC (BRD S.A.C.I.F.I). Ambas empresas se dividen la Ciudad: STO desde Viamonte hacia el Norte y SEC de Viamonte al Sur”.
“Dakota y BRD pagan un canon irrisorio: alrededor de 100 mil pesos por mes entre ambas y acarrean 14.000 autos por mes a un costo de 950 pesos por acarreo, no es muy difícil la cuenta”, precisó, y agregó que “el costo del acarreo se incrementó en más de un 500 por ciento en ocho años de 150 a 950 pesos este año”.
“Hay entre 10 mil y 14 mil acarreos mensuales por empresa. Las grúas levantan hasta 550 autos en días laborables. Es decir, ganan entre 7,5 millones y 10,5 millones de pesos mientras sólo pagan 55 mil pesos de canon cada una. En menos de 9 horas las dos empresas recuperan el irrisorio canon de 100 mil pesos que le pagan a la Ciudad”, analizó Desplats en diálogo con PáginaI12.
A partir de fines del año 2014 el servicio tendría que haber sido prestado por el Gobierno de la Ciudad directamente en virtud de la ley 4888. No se cumplió y ahora se otorgó otra prórroga por la ley 5728 hasta mediados de 2018.
Esa norma establece un incremente de casi tres mil por ciento de los espacios alcanzados actualmente por el estacionamiento medido ya que amplia de 4000 a 85.000 los espacios tarifados en un territorio de 203,3 km2, esto representa el 23 por ciento del total de lugares posibles del que se dispone en la ciudad. El sistema se ampliará a unas 10 mil de las 24.400 cuadras con las que cuenta la Ciudad y las grúas van a llegar a 14 de las 15 comunas.
Tamara trabaja en un bar de San Telmo y todos los días llega a las seis de la tarde con su auto desde Avellaneda. Ya sabe que tiene que salir con más tiempo porque hay días que hasta llegó a tardar 45 minutos para encontrar un lugar donde dejar su auto y luego la odisea de las fichas o las monedas para cubrir las tres horas que necesita para evitar que se lo lleve la grúa.
“Como ya me lo llevaron una vez estoy rependiente de la hora. Una vez que pasó el horario de estacionamiento medido, me relajo”, relata mientras abre la puerta de su auto y deposita el ticket para que se pueda observar la hora del otro lado del parabrisas. Y confiesa que hasta tiene miedo de que se lleven su auto mientras busca las fichas y las monedas en los kioscos de la zona. “Conseguir fichas lleva tiempo, no siempre tienen y a veces tienen y no te quieren vender más que una o dos porque no les alcanzan con las que reparten las empresas”, explica ya casi como una experta en el tema.
“Conozco gente que estacionó y que mientras fue a buscar las fichas le llevaron el auto, le pasó a un compañero mío. Y a veces pasa que los parquímetros no andan y qué hacés en ese caso, porque se lo llevan igual. No les importa que no anda la máquina”, protesta.
En otra esquina del mismo barrio, Andrés Oscar, estudiante de filosofía, con un manojo de monedas de todos los tamaños y colores, intenta que la máquina expendedora no le devuelva las que no reconoce. “Fichas a esta hora no se consiguen, porque a la mañana se acaban, y a esta hora está complicado conseguir. En el recreo tengo que volver y poner más fichas para que no me hagan una multa y para que no me lo lleve la grúa”.
Marcela, que tiene un kiosco en México al 400 y que vende fichas para parquímetros, le cuenta a PáginaI12 que vende alrededor de 150 fichas por día y que la gente que circula es rotativa. Cuenta además que el reparto de fichas es día de por medio: “hay semanas que es lunes, miércoles y viernes y a la siguiente pasan martes y jueves”.
En Buenos Aires circulan 1.600.000 autos, aproximadamente el 38 por ciento está radicado en la ciudad y el resto ingresa desde el Área Metropolitana. Cada 4 o 6 minutos llegan vehículos a las tres playas de acarreo ubicadas en 9 de Julio y Sarmiento, Juan de Garay y Bernardo de Irigoyen, y Figueroa Alcorta y Pueyrredón.
La escena de Ricardo Darín en Relatos Salvajes, donde en un ataque de furia el personaje hace explotar una garita de seguridad de la playa de acarreo donde fue llevado su auto porque había sido removido de forma injusta, no parece estar muy lejos de la realidad. Y no fue ficción por ejemplo, que en junio del año pasado, una mujer encontrara que se habían llevado su auto con su hijo dormido adentro, mientras ella había bajado por unos minutos a ayudar a una persona que estaba en la calle.