Berlín comenzaba ayer a tratar de recuperar su ritmo habitual, pese a la incertidumbre que aún rodea al atentado que mató a 12 personas el lunes pasado y, especialmente, a su responsable, quien se presume vivo y es buscado intensamente por todas las fuerzas de seguridad alemanas y europeas.
La canciller alemana Angela Merkel intentó proyectar calma a la nación al asegurar que la investigación es fluida y que la policía y la fiscalía trabajan lo más rápido posible. Ayer se registraron nuevos allanamientos y operativos policiales en Berlín y la ciudad de Dortmund, pero por ahora no se conoce ningún resultado. “Sabíamos que éramos un objetivo para los terroristas”, sentenció la dirigente, en una conferencia de prensa, luego de recibir una lluvia de críticas, sobre todo de la extrema derecha. Hasta ayer los heridos habían sido calculados en 48. Sin embargo, el Ministerio de Salud alemán informó que elevó esa cifra a 56 ya que algunas víctimas fueron a los hospitales por su cuenta y no fueron registradas en relación con el ataque esa misma noche.
Pese al optimismo de Merkel, la investigación avanza a paso lento.
En la misma conferencia de prensa, el ministro del Interior, Thomas de Maiziere, informó que es “muy probable” que el tunecino Anis Amri, el único sospechoso identificado hasta ahora, sea el atacante que estrelló un camión contra un mercado navideño el lunes pasado en el corazón de Berlín. Además, el ministro anunció que encontraron las huellas dactilares en el camión utilizado para embestir al mercado, al mismo tiempo que la policía italiana confirmó que el presunto atacante de 24 años estuvo preso cuatro años en ese país, según la cadena de noticias CNN.
Mientras tanto, una de las voces nuevas que se sumaron a los esfuerzos de las autoridades alemanas fue la del hermano del presunto atacante, Abdelkader Amri, quien dijo no poder creer que su hermano haya cometido el crimen, en una entrevista con el diario alemán Die Welt. “Si es culpable, se merece el castigo. Le pido que se entregue”, dijo a la prensa el hermano del sospechoso, un día después de que sus padres fueran interrogados por funcionarios de seguridad tunecinos, informó el diario británico The Guardian.
Mientras la cacería humana sigue con intensidad, la vida civil alemana trata de recuperarse lentamente de cara a las fiestas. Un día después de que los mercados navideños de toda Alemania reabrieran sus puertas, la feria atacada el lunes volvió a funcionar en el mismo lugar, cerca de la catedral conmemorativa del Kaiser Guillermo. Todo estaba igual, pero reubicada sobre la vereda y protegida por bloques de hormigón. En medio de un clima de incertidumbre, la reapertura de la feria navideña comenzó con una sencilla ceremonia sin presencia institucional y presidida por doce velas blancas sobre un altar, una por cada víctima mortal. En el lugar del ataque, los carteles que dominan la escena rezan: “Juntos contra el odio”, mientras que el rechazo al odio y las llamadas a la conciliación son el denominador común.
Amri se convirtió en la persona más buscada del país (hay una orden de captura en toda Europa y una recompensa de 100 mil euros por cualquier información sobre él) tras encontrarse documentación suya en la cabina del camión con el que se cometió el atentado. Su foto es la más vista en Internet en las últimas horas y se sabe que mide 1,78 m de altura, pesa alrededor de 75 kilos, tiene el pelo negro y los ojos marrones. Fue considerado por las autoridades “violento y armado” y es el principal sospechoso del atentado más sangriento desde la reunificación alemana, en 1989.
El anuncio oficial de que las huellas de Amri estaban en la cabina del camión del ataque reforzó las sospechas sobre el tunecino, quien ya había quedado vinculado con la masacre cuando la policía encontró en la cabina del camión su documento, emitido por la ciudad de Cléveris, en el estado de Renania del Norte-Westfalia, en el oeste de Alemania. Por otra parte, medios europeos revelaron que el tunecino llegó como refugiado a la isla italiana de Lampedusa, en Sicilia, a bordo de una precaria embarcación en febrero de 2011 y allí fue alojado en un centro de menores de Catania (dijo que tenía 17 años) y fue inscripto en un colegio, aunque luego se descubrió que era mayor de edad.
El tunecino fue arrestado el 23 de julio de 2011 por haber incendiado el centro de recepción en el que residía y por otros delitos como robo, amenazas y agresión.
Según la policía italiana, Amri cumplió una pena de cuatro años en el cárcel de Ucciardone, en Palermo, capital de Sicilia, y después fue expulsado. Sin embargo, nunca volvió a Túnez y se le perdió el rastro.
Durante su encierro en Italia, según los medios, el tunecino entró en contacto con islamistas radicales. Este dato, central para explicar su presunta vinculación con el Estado Islámico (EI), no fue confirmado por ninguna autoridad oficial.