El cambio en la estrategia de política monetaria y cambiaria del Banco Central resulta notable. El esquema ahora es idéntico al que se aplicó hasta 2015. Tipo de cambio casi fijo por fuertes intervenciones de la autoridad monetaria para evitar aumentos de la cotización del dólar y tasas de interés a la baja. El resultado de este combo será la expansión de la actividad económica en el corto plazo. Es una estrategia de manual. La diferencia con el esquema anterior es que ahora la economía se encuentra totalmente abierta a los flujos de capitales y la fuga de divisas potenciada por esta nueva política cambiaria y monetaria se sostiene a partir del endeudamiento con acreedores internacionales.
Los cambios del Central son confusos. El mismo banquero central que se mostró durante dos años convencido de que dejar flotar el tipo de cambio generaba beneficios para países como la Argentina se ve obligado a sacrificar más de 100 millones de dólares por día para tener un divisa casi quieta en torno de 20,50 pesos. Todo esto es todavía más confuso si se tiene en cuenta que ese banquero central escribió uno de los papers de economistas argentinos más citados en la academia asegurando que las intervenciones cambiarias que generan efectos positivos son las que se hacen para evitar la apreciación de la moneda. Esto implicaría un Banco Central que en lugar de vender divisas las compra para hacer subir la cotización.
El otro elemento que genera dudas es cómo debe pensarse a partir de ahora el argumento de la endogeneidad del dinero. El Central sostenía hasta este año que se encargaba de fijar la tasa de interés (consistente con su meta de inflación) y era el mercado el que decidía en base a esa tasa cuánto dinero mantener en circulación. El punto es que la autoridad monetaria ya no decide la tasa de interés en función de un objetivo de precios. Ahora tiene pedido explícito de hacer bajar el rendimiento a cifras cercanas al 20 por ciento sin importar si la inflación se acelera.
Esto último quedo claro en la última licitación de Lebac de la semana pasada. Inyectó unos 87 mil millones de pesos al mercado tras bajar el rendimiento de las letras de corto plazo. No existe diferencia respecto de la política monetaria previa a 2015. El mercado le da pesos al Central y el Central se los saca de encima bajando las tasas. ¿Dónde está la endogeneidad? El Central ya no le acepta los pesos al mercado y se los devuelve igual que hacía el organismo antes de que asuma Sturzenegger. Para aquellos que participaron en las últimas conferencias de prensa de la entidad será muy divertido escuchar cómo se trata de justificar este punto.
Esta nueva estrategia de política monetaria y cambiaria termina de mostrar que la originalidad para tomar medidas económicas no existe. Muestra también que hubo pocos cambios en materia de desequilibrios macroeconómicos en los últimos años e incluso se potenciaron algunos desajustes. El principal es el rojo del intercambio comercial. En 2015 había un déficit de 3 mil millones de dólares entre exportaciones e importaciones. Este año la cifra se elevará hasta los 12 mil millones de dólares. Se duplicó también la salida de divisas por turismo y atesoramiento de dólares del sector privado. En 2015 era de 16 mil millones de dólares, mientras que ahora asciende a 33 mil millones de dólares. Lo que compensa estos desajustes por ahora es la entrada de más de 30 mil millones de dólares al año en deuda con acreedores externos.