A diferencia del año pasado, cuando marcharon en una única gran columna unificada, los artistas y trabajadores de la cultura decidieron para esta vez otra cosa: que el sector se dispersara por toda la movilización; que hubiera cultura en cada esquina. Así, si bien muchas de las actividades que a menudo impulsan son colectivas, ayer se dividieron en dos columnas grandes que contuvieron por un lado a los colectivos artísticos y, por otro, a los sindicatos del sector, nucleados en distintas centrales obreras. La división produjo el efecto deseado: quien recorrió de punta a punta la Avenida de Mayo pudo advertir la gran magnitud del sector cultural, uno de lo más productivos a nivel nacional y también uno de los más golpeados, tanto por la última dictadura como por el crudo presente neoliberal.
“El 24 vengo a la plaza/a pedir que la impunidad se vaya/a este gobierno negacionista/lo repudiamos todos los artistas”, sonó fuerte en la primera de las columnas, la de los colectivos, que llevó a la plaza carteles con las inscripciones “Cultura libre de negacionismo”, “Los derechos humanos son nuestra cultura” y “Domiciliarias=Impunidad”. “La Memoria, Verdad y Justicia son parte de un reclamo popular que construye nuestra identidad y la cultura es un derecho al que hay que entenderlo como tal. Estamos acá porque el vaciamiento que se está generando en el sector debilita todo el tiempo a toda nuestra estructura social”, dijo a este diario el gestor y activista cultural Juan Aranovich, referente del Club Cultural Matienzo, uno de los espacios concentrados allí. Entre las agrupaciones convocantes del sector independiente estuvieron Cultura Unida, M.E.R.D.A en acción, Escena, Meca, Escena Política, Asamblea de trabajadores de cultura, Frente de Artistas y Trabajadores de las Cultura, la Unión de Escritoras y Escritores y el Centro Cultural de la Cooperación. En total fueron más de treinta, varios más que en la anterior movilización.
La Asociación Argentina de Actores, por su parte, fue el gremio que más movilizó. Marcharon con las emblemáticas “siluetas” de tela, que llevan a cada marcha en homenaje a los actores y actrices desaparecidas. “Esta es una herida que tendremos todos mientras vivamos y como actores le ponemos el cuerpo porque es nuestra responsabilidad también poner los límites para que las luchas de derechos humanos no vuelvan atrás nunca más”, expresó a PáginaI12 la actriz Alejandra Darín, presidenta reelecta del sindicato y una de las que encabezó esta segunda columna.
Pero más allá de esos núcleos, una performance político-cultural signó uno de los momentos centrales de la marcha: mientras los organismos de Derechos Humanos pasaban por Avenida de Mayo artistas de diversos colectivos se subieron a los balcones de los edificios linderos y llenaron la calle de volantes con una clara consigna: “Hay genocidas sueltos/Hay presxs políticxs”.