Estaban agrupados en la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, con una bandera que decía: “Historias desobedientes. 30 mil motivos”. Hasta allí prácticamente sin diferencias con el resto de las consignas, pero el dato especial estaba debajo del mensaje, en el lugar de la firma: “Hijas, hijos, familiares de genocidas por la memoria, la verdad y la Justicia”. Analía Kalinec es hija de Eduardo Kalinec, un policía condenado a perpetua por crímenes de lesa humanidad. El quiebre familiar comenzó en el año 2005, cuando su padre fue detenido. Al principio le dijeron que era “algo armado”, que no tenía ninguna ningún fundamento, una denuncia falsa.
Analía nació en 1979, de manera que poco sabía, por su edad, de las actividades de su padre durante la dictadura militar. El comisario fue acusado por 181 casos de privación ilegal de la libertad ocurridas cuando él se desempeñaba en los centros clandestinos de detención conocidos como Club Atlético, El Banco y El Olimpo. La conmoción se produjo cuando ella leyó la causa en la que estaba imputado su padre y tomó conocimiento de las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en esos lugares.
“La ruptura familiar, que se mantiene, fue muy dura, pero por suerte nos estamos juntando desde hace muchos años y nos fuimos acompañando, sobre todo después del rechazo al dos por uno, cuando empezamos a salir a la calle y a tratar de hacernos fuertes, de manera que hoy estamos más aliviados”. En diálogo con PáginaI12 dijo que en el grupo de hijas, hijos y familiares de genocidas “hay historias diferentes, en mi caso la relación está rota y hay un gran enojo hacia mi persona”.
Analía participó ya de varias marchas para repudiar el golpe militar de 1976, pero la de ayer fue “una situación especial, porque es la primera vez que vinimos en grupo y con nuestra identificación como hijos biológicos de represores, por eso es muy fuerte para nosotros, pero también es algo bueno, que nos sirve para seguir avanzando”. Sostuvo que los hijos de represores que están en contacto y por el mismo objetivo “somos un montón, estamos conectados por las redes sociales, hay otra agrupación que también se está armando, hay compañeros que necesitan tiempo para empezar a participar, otros que están participando pero no públicamente, nos estamos organizando cada vez mejor para salir juntos a decir que nosotros también repudiamos los crímenes de lesa humanidad y queremos visibilizar esa postura”. Analía y sus compañeros y compañeras se mostraron “muy conformes” por el recibimiento que recibieron de las agrupaciones de año a año vienen denunciando el genocidio en la Argentina. En la marcha estuvo presente Mariana Dopazo, hija del comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz.
La rebelión de los hijos de represores comenzó en 2005, con la nota publicada en agosto de ese año por PáginaI12, contando la historia de Ana Rita Vagliati, hija del genocida Valentín Milton Pretti, estrecho colaborador del ex jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps. “Mi mamá estuvo internada en un psiquiátrico y mi temor siempre fue volverme loca como ella. Hoy pienso que no tiene nada de malo parecerme a ella, porque adoro un montón de cosas de mi mamá loca, porque fue capaz de hacer cualquier cosa para salvarnos a mí y a mis tres hermanos” de los manejos de su padre represor. En homenaje a su madre, luego de un largo camino, como el que tuvieron que recorrer todos los hijos “desobedientes”, Rita logró sacarse de encima el apellido paterno y usar el de su madre.