S. está aterrorizada. Hace más de cuatro meses denunció a su ex pareja por "abusos y tocamientos" contra una de sus hijas, pero pese a la prohibición de acercamiento, tuvo que acusarlo también por hostigamientos continuos. "Vivo en pésimas condiciones y con mucho miedo", dijo la mujer de 47 años, que mira para todos lados cada vez que sale de su casa. El acusado es un jubilado municipal de 71 años. Aún asustada, S. se siente fuerte ahora que no está sola: hace un tiempo integrantes de la organización Ampliando Derechos la acompañan en cada paso y la semana pasada también le abrieron las puertas en el Centro de Asistencia Judicial (CAJ), que ya solicitó el expediente a la Fiscalía. "Me dicen que ya está para imputar, pero que no lo encuentran", se sorprendió la mujer, cuando hace dos semanas el acusado fue a su casa a buscar algunas pertenencias con permiso de la Justicia de Familia. Cada vez que él se acerca, las nenas se paralizan. Un robo, un falso allanamiento, fuego en la puerta de su casa y una nota con una bala calibre 22 le hacen sospechar a la mujer que el acusado está siempre cerca. Nora Giacometto, de Ampliando Derechos, lamentó que no se cruce información entre la Fiscalía y la Justicia de Familia.

S. y A. M. (las identidades se reservan por protección de menores) se conocieron en 2001. El tenía familia. Unos seis años después empezaron a convivir. Fruto de la relación, tuvieron dos hijas; pero, ambos tienen hijos de relaciones anteriores. "Mi hija mayor me dice que él siempre me pegó, pero yo no me acuerdo, porque estaba medicada", reveló la mujer. En noviembre pasado, cuando la nena de 12 años se escapó de su casa por segunda vez, la Secretaría de Niñez intervino en el caso. Por esos días, la hija más grande de S. (de su anterior matrimonio) le dijo que M. la había tocado cuando era adolescente. De a poco también se animó a hablar la nena de 12 años. La denuncia quedó a cargo de la fiscal Carla Cerliani. Sin embargo, el acusado sigue libre. "Tenemos miedo y él sigue en la calle como si nada", se angustió la mujer.

Laura Cardozo, de Ampliando Derechos, relató que el caso de S. les llegó a través de la Secretaría de la Niñez, por un hecho de abuso. "La víctima es su hija. El problema es que ella está desprotegida, porque si bien el acusado tiene una orden de restricción, en todo este tiempo ella sufrió amenazas, un incendio en la casa y un hecho de robo. Además, la policía de la comisaría 32° estuvo manejando muy mal las cosas: hace dos semanas le llevaron al agresor a su casa, donde estaban las nenas, para que retire sus pertenencias por orden de la Justicia de Familia, donde él se acercó a pedir un régimen de visitas. Dicen que no está imputado porque todavía no lo pueden encontrar".

A S. le cuesta reproducir lo que le contaron sus hijas. "Mi hija mayor que hoy tiene 26, me dijo que cuando tenía 13 él le hacía practicarle sexo oral y la manoseaba. En ese tiempo yo estaba medicada, y no me acuerdo nada. Mi hija más chica no me contaba nada, hasta que se fue de casa y lo sacaron a él. Ahí contó que se hacía de cuerpo encima y él se lo hacía comer. Supuestamente, según me dijo él, yo tenía un principio de ACV y él me daba una medicación. Pero mi hija me cuenta que yo no quería tomar los remedios y que él me los ponía en la comida. Lo del ACV me lo dijo él porque se me torcía la boca y yo pesaba 125 kilos. En noviembre dejé toda la medicación", relató la mujer que perdió peso en los últimos meses.

La nena de 12 años se escapó dos veces. "La primera vez, todo el mundo la estaba buscando y yo estaba durmiendo. La segunda vez, había ido con el padre a la mutual a hacer un estudio para irse de viaje con la escuela y la nena me dijo que él la estaba tocando. Ella se levantó y le dijo al padre que se iba a tomar agua; pero, se fue. Eso fue en noviembre. La encontraron en el Patio de la Madera", sollozó S..

Tras encontrarla, la llevaron a la comisaría 6°, que le dio intervención a Niñez. "Me dieron una orden para que la lleve al otro día. Cuando fuimos él empezó a decir que a mí me tenían que internar en un psiquiátrico, porque yo tenía problemas. Entonces les dije que no era así, que mi hija se había escapado".

En Niñez, la nena habló: "Contó que su papá la tocaba, hasta sus partes íntimas. Me siento culpable por haber estado enferma. Yo iba a una psiquiatra y ella me decía que veía que yo no necesitara esa medicación", dijo la mujer que vivía de la repostería hasta que le robaron los materiales que necesita.

El año pasado, para el día de la madre, el acusado le regaló a S. una bicicleta fija. "Me dijo que era para que adelgace, porque era una gorda asquerosa", dijo. Una vez también la empujó por la escalera, en una pelea, pero ella dice que no se acuerda, que se lo contó su hija más grande. Sospecha que la medicación la hizo olvidar muchas cosas. Incluso estudió unos años de derecho, pero hoy asegura no recordar nada.

La noche que volvió de Niñez, desde donde fue acompañada por un empleado, ella vio las luces de su casa apagadas y le dijo al muchacho que estaba todo bien, que se fuera; pero apenas entró advirtió que había alguien en el piso de arriba. "Llamé al 911, no me atendían y llamé a la comisaría 32°. Les mostré la orden de restricción, que él no podía estar ahí. Ellos lo dejaron ir. Hace poco él volvió con el comisario de la 32° para sacar sus cosas de la casa, me dijeron que era como un allanamiento, pero no entiendo", reprochó.

En enero, la mujer estaba con sus hijas en la casa cuando escucharon que se rompió un vidrio. Al ir al living encontraron las cortinas con fuego y una carta con una bala: "Tenía que hacer una entrega de 6000 pesos y dejarla en la esquina de mi casa como una bolsa de basura, si no quería que le pase nada a mi familia", reza la denuncia sobre esa nota. "El me sigue mandando mensajes, me pide solicitud de Facebook. Yo hice las denuncias en Fiscalía, pero me dicen que está para imputar y que no lo encuentran. Mientras tanto a mí me citan de la Defensoría (en la Justicia de Familia) porque él pidió el divorcio, la tenencia de las nenas; me molestan a mí y él está tranquilo".