El último viernes Netflix estrenó la segunda temporada de Santa Clarita Diet. Así que continúa la historia de Sheila (Drew Barrymore), una mujer sin signos vitales que para no sucumbir a la putrefacción de su cuerpo debe alimentarse de carne humana. Se trata de una comedia de humor negro y parodia suburbana con altos octanaje gore. Aunque el preparado tiene sus influencias (La última cena, Coneheads, Delicatessen, Comiéndose a Raúl, La muerte le sienta bien), se destaca por el rol de su protagonista. Nadie como Barrymore puede tener su boca repleta de órganos y lucir adorable. 

En estos nuevos episodios, la agente inmobiliaria zombie, junto a su esposo Joel (Timothy Olyphant) y su hija adolescente, intentarán dar con una cura final para su estado. Al comienzo de la temporada, Sheila intenta controlar su impulso comiendo madera pero el mayor problema es que ella disfruta deglutir a los demás. “Seré como la antigua Sheila, recatada y alegre, la que nunca tenía orgasmos comiéndose a un hombre”, dice en un  momento. Obviamente su abstinencia durará poco. Esta temporada se suman Chris y Christa como nuevos rivales comerciales de la pareja, un intimidante coronel retirado del ejército, un descendiente de serbios que anda tras la verdad sobre los muertos vivos, y la policía de California que empieza a sospechar de la pareja. La producción original de la plataforma on demand consta de diez capítulos de media hora.