Sus ojos se iluminan. “Esto es conmovedor”, susurra con la voz entrecortada. Gira el rostro y comienza a caminar lentamente, en silencio, acariciando el muro construido con 30.000 placas de pórfido patagónico donde se ha esculpido algo más que el nombre de las víctimas del terrorismo de estado que asoló el país entre 1969 y 1983. Al llegar al Parque de la Memoria, algunos minutos antes, un señor lo reconoce y, ante la mirada atónica e incrédula de los que lo acompañábamos, lo abraza y comienza a llorar desconsoladamente. “Pablo Iglesias, encontrarte aquí un 24 de marzo, es increíble”, dice mientras sus lágrimas se funden en un mágico gesto de hermandad y solidaridad.

Iglesias siente lo que sintió desde el comienzo de una jornada que probablemente recordará por muchos años: las fronteras entre España y Argentina se vuelven imperceptibles cuando los luchan por sus derechos, por su dignidad y cuando están dispuestos a edificar su futuro exigiendo Memoria, Verdad y Justicia. Para millones de argentinos y argentinas, el último 24 de marzo fue histórico. Para Pablo Iglesias, también.

A pocas horas de aterrizar en Buenos Aires, fue a abrazar a las Madres de Plaza de Mayo. Taty Almeida lo recibió y le brindó el que sería uno de los momentos más emotivos del día, al expresar su admiración por Podemos y por los jóvenes militantes que construyen la democracia en España y en la Argentina. Allí, en la sede de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Pablo gritó su primer “30.000 detenidos-desaparecidos: Presentes. Ahora y Siempre”. Gritaría muchos más, levantando el puño, bañado en lágrimas.

–¿Qué le ha aportado Podemos a la democracia española?

–Podemos es la traducción electoral más completa de un cambio en la estructura cultural de España, que se hará visible a partir de las movilizaciones del 15 de noviembre de 2011. El 15M es la señal de la crisis de legitimidad de un sistema político que, durante 35 años, había demostrado ser enormemente estable y, en algunos aspectos, exitoso. La crisis económica que se inicia en el 2008 hace que buena parte de los consensos que habían funcionado como base de ese sistema político se vengan abajo. El 15M es movimiento de impugnación a este sistema y a la élite de políticos y banqueros que lo sustentaban. Nuestro papel fue importante a la hora de utilizar las cajas de herramientas que llevábamos mucho tiempo como militantes de la izquierda española, con ojos latinoamericanos, entusiasmados con los procesos que se vivían en América Latina desde fines de los 90. Además, la experiencia que algunos de nosotros habíamos adquirido en la televisión, en programas como La Tuerka, nuestro trabajo en técnicas de comunicación política, así como el hecho de yo me convirtiera en analista de muchos programas televisivos, nos permitió ensayar un nuevo lenguaje político que pretendía trascender la narrativa tradicional de la izquierda. También, claro, conectar con esa nueva estructura cultural que el 15M había puesto sobre la mesa.

La emergencia de Podemos hizo saltar por los aires un sistema bipartidista, en el que el Partido Popular y el Partido Socialista se alternaban en el poder. Por otra parte, cambió las estructuras de gobierno en España. Nosotros, junto con otras fuerzas aliadas, estamos gobernando las principales ciudades del país: en Madrid, en Barcelona, y también en Cádiz, Zaragoza, en La Coruña y en comunidades autónomas. Alcanzamos más de 5 millones de votos en las elecciones generales. Ganamos las elecciones en Cataluña y en Euskadi, lo que reconfiguró el mapa electoral español en sólo cuatro años. Nos hemos equivocado algunas veces y no siempre hemos alcanzado los objetivos que nos habíamos propuesto. Pero hemos contribuido a reescribir la historia política contemporánea de nuestro país.

Siempre

Pablo camina junto con las Madres y Abuelas por Avenida de Mayo. Observa con admiración la procesión multitudinaria que lentamente se acerca a la Plaza. Mira con sorpresa casi hipnótica los carteles y pasacalles, las imágenes, performances y expresiones artísticas que transforman esta marcha en un canto a la vida. Las columnas, las banderas, los pañuelos blancos se multiplican a cada paso, exigiendo justicia por los que no están y por los que vendrán. “Acá se respira lucha”, “30.000 compañeros no pudieron venir”; “30.000 veces justicia”, “Las víctimas de los vuelos de la muerte no se ahogaron. Santiago Maldonado, tampoco”, “30.000 somos todos”, “Ningún genocida suelto”. Pablo recibe abrazos, le sacan mil fotos. No para de sonreír. No para de decir que no lo puede creer. No para de preguntarse cómo es posible que, 42 años después del golpe, cada 24 de marzo y cada día del año, el pueblo argentino decida gritar que no está dispuesto a olvidar.

En la plaza se encontrará con Estela de Carlotto y le repetirá, con respeto y admiración, que está muy emocionado. Camina tomado del brazo de Estela, mezclándose entre los invitados y representantes de los organismos de derechos humanos. “Te queremos mucho y apoyamos sus luchas”, le dice Estela apoyándole la mano en el hombro. Y agrega: “Ustedes van a seguir cuando nosotras ya no estemos, allá y acá, van a seguir”. “No, Ustedes van a estar siempre”, dice Pablo mientras le acaricia el rostro a Estela y vuelve, por milésima vez, a llorar. Antes de subir al palco de la plaza y ser ovacionado por la multitud, se encuentra con Sergio Maldonado. Quiere decirle mil cosas, pero su garganta se ha estremecido. Abraza a Sergio, como le hubiera gustado abrazar a Santiago.

Podemos tiene entre sus cuadros a muchos argentinos o hijos de argentinos. Algunos de vuestros principales dirigentes son argentinos, como el eurodiputado Pablo Echenique, que es rosarino, o Gerardo Pisarello, vicealcalde de Barcelona. Además, muchos de sus militantes o dirigentes son hijos de desaparecidos. El propio Gerardo es hijo de Ángel Pisarello, un destacado abogado radical, desaparecido en 1976. Pero, además, Podemos es quizás la única formación política europea que hace una reivindicación y valoración positiva del peronismo. Y los que lo hacen no son los argentinos que participan de Podemos, sino dirigentes e intelectuales españoles que han expresado su reconocimiento al peronismo como movimiento político nacional y popular, innovador y democrático. 

–Un peronismo español. ¿No parece un poco raro todo esto?

–(Se ríe) Para nosotros, América Latina ha sido un laboratorio político. Es verdad que algunos compañeros han sido capaces de hacer una investigación muy laica de lo que ha significado el peronismo. Un aporte sobre lo popular que era muy difícil de comprender para una izquierda que normalmente se movía en las geografías ideológicas de la Guerra Fría. Sin lugar a duda, en esta comprensión, mucho a ayudado la lectura de la obra de Ernesto Laclau. Hay especialmente dos compañeros que son los peronistas de Podemos: Iñigo Errejón y Rafa Mayoral. Curiosamente, ninguno de los dos es argentino. En sus aproximaciones han llegado a lecturas diferentes a partir de la admiración y del estudio de la articulación política de lo popular en Argentina. Esta visión ha tenido mucha influencia entre nosotros que siempre hemos buscado fórmulas teóricas que nos permitan superar los bloqueos y dificultades de la izquierda tradicional. La escuela argentina ha sido fundamental para nosotros. Te garantizo que yo regreso de este viaje con un pedazo cada vez más grande de Argentina en el corazón y en mi capacidad de comprensión.

–Hoy, 24 de marzo, has vivido una jornada muy especial y conmovedora. ¿Cómo fue  este día? 

–Me ha tocado mucho en lo emocional. Yo soy nieto de un condenado a muerte. A mi tío abuelo lo fusilaron. Mi padre estuvo en la cárcel. Mi madre militó en la clandestinidad. Desde pequeño, con mi padre, Argentina era una referencia política y cultural. Las primeras canciones que yo escuchaba cantar con su guitarra hablaban de Argentina, de la dictadura, de la represión. Después, cuando empecé a militar, una de mis primeras compañeras era argentina. A los 14 años, ya Argentina era para mi una referencia política y emocional enorme. Además, era un país que irradiaba testimonios y mensajes que nos servían para comprendernos y comprender nuestra realidad. La primera película que yo vi siendo niño y que me enfrentó a lo que representaba la represión, fue La noche de los lápices, de Héctor Olivera. No había una película parecida a ésa en España, donde también había habido una brutal represión.

Después de todas esas experiencias, llegar ahora a la Argentina ha sido una oportunidad política y emocional que he vivido con el corazón en la garganta cada minuto. Hay una relación política y humana entre Argentina y España que aún no hemos desarrollado suficientemente. Me ofende mucho cada vez que escucho cuando las élites de mi país se refieren a América Latina con discursos que expresan una patética nostalgia del colonialismo. 

–¿De qué modo?

–Hay una relación entre lo popular, una relación en la que el Martín Fierro y El Quijote se encuentran. Pero, también, una relación política de exilios, de idas y vueltas, exiliados republicanos españoles que acaban en Argentina, exiliados de la dictadura de Videla que llegan a España, exiliados económicos, muchos gallegos y de otras regiones que llegan a Argentina. Todo esto hace que entre nuestros dos países haya vínculos de hermandad muy especiales. La verdad, no entiendo cómo no he venido antes.

–¿Qué fue lo que más te marcó del día de hoy?

–Cuando escuchaba, “30.000 compañeros y compañeras desaparecidos, Presentes”, no puedo dejar de pensar en los miles de españoles y españolas que siguen enterrados en las zanjas de mi país. No puedo dejar de pensar en la inmensa deuda que tiene España con la memoria histórica y con la memoria democrática. Y lo mucho que ha ayudado Argentina a España en ese sentido. Hoy vi a un pueblo reivindicando su memoria, pero con proyección de futuro. Hoy vi que esto no es sólo el retrato de un momento oscuro y terrible de la historia pasada, sino también algo educativo, que tiene que ver con la conciencia de las nuevas generaciones. Tiene que ver con esos niños y niñas con sus guardapolvos blancos, visitando el Parque de la Memoria. Con ellos, que son los herederos de la lucha por el derecho a la verdad y a la justicia. Esta es una tarea pendiente que tenemos en España.

–Antes hablamos de renovación política. Esa voluntad de renovar no solo se expresó en el surgimiento de Podemos, sino también en una fuerza extremadamente conservadora como es Ciudadanos. 

–Absolutamente. Si diéramos una clase sobre el concepto de “revolución pasiva” de Antonio Gramsci, Ciudadanos podría representar un concepto muy útil para que nuestros alumnos entendieran de qué se trata. De hecho, Ciudadanos existía desde hacía mucho tiempo atrás, pero con una composición muy modesta, de ámbito catalán, como fuerza contraria al independentismo. Después del 15M, el dueño del Banco Sabadell sostiene que es necesario tener un Podemos de derecha, un Podemos de los bancos. Eso es Ciudadanos. Una fuerza política muy lampedusiana: hay que cambiar algo en la política española, para que nada cambie. Algo que pueda asociarse con el significante “renovación”, con el significante “nueva política” o “transparencia”, pero que no genere miedo. Algo que represente la necesidad de cambiar algunas cosas, manteniendo intocable el statu quo.

–Siempre se ataca a las fuerzas progresistas y de izquierda por su presunta incapacidad de presentar propuestas concretas para enfrentar los problemas que preocupan a la gente. Entre tanto, cuando uno analiza la actuación legislativa de Podemos, observa que ustedes han presentado muchos más proyectos que el PP y Ciudadanos juntos. También, más proyectos que el Partido Socialista. Sin embargo, esto no los ha librado de la acusación de que Podemos sólo hace críticas o denuncias, o que sólo aporta una visión ideologizada de las cosas. ¿Cómo enfrentan esto?

–Nosotros ya somos gobierno. Administramos ciudades importantísimas como Madrid y Barcelona, cuyos presupuestos son mucho mayores que algunos ministerios y que algunas comunidades autónomas. Donde nosotros gobernamos, los resultados pueden verse. Nosotros generamos superávit, nosotros pagamos las deudas, nosotros administramos nuestras ciudades, dejándolas mucho más atractivas para la inversión nacional y extranjera. Incluso, con los criterios de gestión y eficacia que definen nuestros adversarios, con sus propias reglas, les superamos, gobernamos mejor. Hemos demostrado que somos una fuerza que no sólo es capaz de ganar las elecciones, que no sólo es capaz de formar gobiernos, sino también de gobernar bien, con resultados económicos, sociales y culturales incuestionables. Y, si gobernamos bien en ciudades, en comunidades autónomas, podemos también gobernar bien el país.

–Para alcanzar este objetivo, además de gobernar bien, tendrán que enfrentar el poder de los medios de comunicación. 

–Sí, es verdad. Sin embargo, aunque todos sepamos que el árbitro está comprado, la mejor estrategia para jugar el partido quizás no sea quedarnos todo el tiempo denunciando que el árbitro está comprado. A partir de una realidad obvia como esta, que la estructura de propiedad de los medios de comunicación es la que es, que la realidad de los medios de comunicación públicos y privados es la que es, salimos a jugar a la cancha convencidos de que tenemos que ganar el partido. Esto implica, por una parte, una política de medios alternativos creativa y audaz. Las redes sociales son cada vez más importantes, así como desarrollar la capacidad de comunicación de las agrupaciones políticas. El partido político puede devenir un medio de comunicación y, al mismo tiempo, podemos reforzar espacios de comunicación alternativos, tratando de manejar bien nuestras intervenciones en los medios tradicionales.

–¿Cómo lo hacen?

–Nos hemos dado cuenta de que nos va mucho mejor cuando hacemos intervenciones en directo desde los medios. Porque en el directo, aunque a veces te tratan de poner las cosas difíciles, el espectador te escucha y recibe tu mensaje de forma abierta. Allí siempre hay muchas más dificultades para editar, para ocultar o modificar lo que has dicho. Por eso, tenemos que entrenarnos y trabajar mucho los pocos espacios que se nos abren. Sabemos que esos espacios serán mucho menores que los de nuestros adversarios políticos, pero debemos asumir que, aunque sea difícil, contamos con la ventaja de tener razón en lo que estamos diciendo.

–¿Cuál sería la traducción práctica de ese concepto? 

–Seguimos pensando que es más fácil convencer diciendo la verdad que convencer mintiendo.

–Portugal es el único país de Europa que hoy tiene un gobierno de izquierda. Esto ha sido posible gracias a una alianza política amplia, basada en acuerdos y principios mínimos, pero imprescindibles para enfrentar a la derecha y reconstruir democráticamente el país. ¿Por qué esto no fue posible en España?

–Nosotros lo intentamos hasta el final. Hay algunas especificidades de la coyuntura española que complicaron esta posibilidad. El Partido Socialista portugués tuvo algo más que 30% de los votos y realizó un acuerdo con dos partidos, el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda, que estaban en torno del 10%. No acordaron un gobierno, sino un programa de gobierno. El que gobierna es el Partido Socialista. El PC y el Bloco le dan apoyo parlamentario. Estamos de acuerdo con el gobierno portugués y nos gustaría poder hacer algo parecido en España con el Partido Socialista. Ocurre que la fuerza electoral del Partido Socialista y la de Podemos es muy parecida. Seguimos invitando al Partido Socialista a hacer una moción de censura al gobierno de Mariano Rajoy en la que nosotros votaríamos al candidato socialista a la presidencia del gobierno, mediante un acuerdo con fuerzas políticas catalanas que nosotros también estaríamos de acuerdo en hacerlo. Sin embargo, el Partido Socialista, hasta el momento, ha preferido que gobierne la derecha a llegar un acuerdo con nosotros.

Podemos sabe que, para gobernar deberemos ponernos de acuerdo con un partido con el que no tenemos nada que ver en muchas cosas. Por eso, necesitamos un programa que, como en el caso de Portugal, establezca de forma clara nuestros acuerdos. En definitiva, así como hemos hecho acuerdos en el gobierno de algunas ciudades y en algunas comunidades autónomas, podemos hacer acuerdos para gobernar el país. Creemos importante que se reconozca que los votos de Podemos no pueden valer menos que los del Partido Socialista. Estaremos dispuestos a hacer un gobierno de coalición en torno a un programa común.