La situación interna de la CGT parece estar encaminada a la realización de un congreso, previsto para junio, donde se definirá que Héctor Daer sea el único secretario general de la central obrera. Una resolución a la que se llegó forzadamente, más por la necesidad de contar con un reemplazo al fracasado triunvirato que a la tan mentada unidad detrás de un programa que dirigentes gremiales repitieron casi sin solución de continuidad. Si bien la definición del primer casillero de la conducción obrera permite vislumbrar el futuro perfil de la CGT, lo cierto es que lo que terminará de definirlo es la conformación del resto de los cargos que forman el consejo directivo. Y eso es lo que por estos días comienza a definirse, como la reunión que los integrantes de los gremios del transporte y el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) realizarán hoy en la sede del gremio ferroviario La Fraternidad. Lo que se pretende es participar con peso propio dentro del corpus que se está construyendo y que debería contener a buena parte de las líneas internas, tanto las dialoguistas como aquellas que no le temen a la confrontación.
Hoy, a las 11, se desarrollará un encuentro clave con vistas a la normalización de la CGT. La sede de La Fraternidad será el lugar donde se encontrarán dirigentes de los gremios que integran la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT) y los representantes del MASA. Es un mitin previo a la planeada reunión de consejo directivo prevista para el próximo 5 de abril. Entonces, el objetivo de la que se realizará hoy es acordar nombres y espacios a ocupar en la futura conducción. Bueno, también es la unidad.
A la reunión se llega luego de una serie de negociaciones de bajo perfil que se realizaron hacia el interior del MASA, donde los referentes Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y Omar Viviani (taxistas) lograron enfriar sus diferencias. Algo similar está ocurriendo en la poderosa CATT, donde algunos de sus miembros lograron, al menos es lo que comentan, soltar sus sogas de dependencia con el moyanismo, pero aún deben resolver la conducción de ese espacio, todavía en manos de Juan Carlos Schmid. Lo que buscan estos dos grupos es conformar un frente importante de gremios que les permita negociar casi en igualdad de condiciones con gordos e independientes. El MASA, que en su origen había contado con más de 60 sindicatos, ahora con esfuerzo llega a la veintena y necesita recuperar a los que se fueron. Al parecer, el problema es con Viviani a quien le achacan cierta tendencia a cambiar de rumbo sin aviso previo. Al taxista le exigen que cumpla con los compromisos asumidos e incluso hasta caería bien que enfríe un poco sus buenos vínculos con el macrismo porteño. Pero hay un dato más, este grupo necesita ser más fuerte para aliviar el peso que hoy tiene lo que fue la CGT Azul y Blanca de Luis Barrionuevo. Ocurre que al gastronómico todos lo quieren adentro como aliado, pero sin capacidad para inclinar la balanza.
Pues bien, lo que pretende esta alianza de CATT y MASA es hacerse de cargos clave en el futuro consejo directivo. Por caso, la secretaría adjunta. Aspiran a quedarse con ella Omar Maturano, el jefe de La Fraternidad, pero también Sasia e incluso hay sectores que respaldan a Pablo Biró, del gremio de pilotos. Todos dirigentes del transporte, todos representantes de un sector que tiene capacidad para detener el país en caso de un paro general. Por eso, algunos sindicalistas consideran que, si uno de los ferroviarios se queda con la secretaría adjunta, el puesto de secretario gremial podrá recaer en Biró. Si estos puestos quedan ocupados por ellos, puede que el porcentaje de una CGT aguerrida o combativa crezca. Pero para eso habrá que verlos caminar.
Ahora habrá que ver hasta dónde están dispuestos a ceder gordos e independientes. Daer está considerado como un hombre con capacidad para el diálogo y el juego político. El titular de Sanidad, como muchos, sabe realizar el juego de las relaciones que incluye favores y acompañamientos que, en algún momento, como el que se avecina, se cobran. Sabe que necesita del resto de los gremios porque, si bien gordos e independientes son fuertes, no pueden solos frente a un Gobierno que desprecia las relaciones con los sindicatos. La trama de este juego tiene otros protagonistas entre los que se destaca la UOM. Un gremio poderoso que conduce Antonio Caló, quien hasta ahora no dio pistas de lo que hará pero no está quieto. En todo caso, cumple con aquella máxima de Lorenzo Miguel de no compartir su estrategia ni siquiera con su almohada.
Lo cierto es que la reunión de hoy es importante, pero clave es la del 5 de abril porque allí comenzará a definirse no solo el futuro sino el rol que jugará la CGT. Es cierto que la historia de la central obrera está plagada de divisiones que dieron origen a expresiones que merecen el olvido por su condición de ser oficialista a cualquier costo de cualquier gobierno (incluso militar) en detrimento de sus afiliados, pero también estuvieron las que marcaron hitos en la defensa de los derechos de los trabajadores, como la CGT de los Argentinos o la CGT Brasil. Esta coyuntura no dista de, por ejemplo, la de los años noventa cuando desembarcaron las políticas neoliberales en la Casa Rosada. El armado que pretende colocar en la punta de la pirámide a Daer debe decidir si repetirá la historia de aquella década, cuando se justificó y acompañó la flexibilización laboral o si, por el contrario, defenderá las conquistas de los trabajadores. En aquel tiempo la central obrera se dividió. Una posibilidad que sigue vigente.