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Dos preguntas Facundo: ¿de dónde escribir desde Rosario, hace un siglo, a los 20 años, una vanguardia similar a Trilce? ¿Cómo hacer sin manuales, sin facultad de letras, sin web ni fotocopias en 1935, sin París, sin libros, que apenas llegaban y menos que apenas vos podías comprarlos? Y después de eso, después del milagro de ser César Vallejo en Carcarañá o Arroyito, luego, buscando qué te fuiste adónde... ¿adónde te fuiste? ¿por qué desaparecer? Te tenías que pagar los libros, es cierto, y no querías, te parecía una tilinguería, un snobismo, ¡qué ironía!, hoy nadie se lo cuestiona y se pagan el libro antes de escribirlo. Pero vos claudicaste. Te pagaste los libros como hizo Nietzsche con Así hablaba Zaratustra, y Macedonio Fernández, padre oculto de todos nosotros, que se pagó toda su obra. Incluso los libros que le copiaron Borges, Marechal y Cortázar. Macedonio y vos tenían dos libretas de fiado, la del almacén y la de la imprenta. ¿Por qué Facundo? ¿Por qué la poesía más excelsa es tan barata para el lector y tan cara para el poeta? ¿Fue por eso? ¿Por eso te fuiste?

 

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Eras un chico de Carcarañá (1915), que a los 20 años vivía en Arroyito y escribió veinte poemas (Ciudad en sábado) que podrían estar sin aviso ni reclame en Trilce, de Vallejo, y nadie se daría cuenta (ni Martín Adán ni César Calvo), salvo porque suceden en Rosario, y porque vos, Marull, un reo de apellido patricio, igual que Vallejo o que la gran vanguardia simbolista y surrealista francesa, como Apollinaire o Mallarmé, hiciste un todo del paisaje y de vos mismo: Rosario es el yo tuyo, el yo de Marull viéndola de a pie, Rosario es la ciudad caminada por vos, el flèneur que ve todo y anota, el paseante que mientras viene al centro a buscar libros que no hay, libros que no llegan desde Europa (Trilce, sin ir más lejos), mientras anda, hace un caleidoscopio elíptico, descriptivo, reo, metafórico y sentimental. Los mismos años en que lo estaban escribiendo Vallejo en París, Joyce en Dublín y Williams en Paterson. Y vos en Rosario. Y Rosario en babia, como siempre, con sus mayores artistas. Hay un eje, de tres ciudades que escriben y son escritas, Rosario (Marull), Dublín (Joyce) y Montevideo (Onetti), vos estuviste en las dos puntas. Dublín se la dejamos a Joyce. ¿O es que te perdiste en Dublín de tanto ir al irish pub por el Sandy Mac o la Pilsen de la ciudad vieja en el estaño de los gallegos de Soriano y Convención?

 

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El Rosario tuyo, el de Marull, es el escenario de los poemas, pero no el pintoresquismo para turistas que nos confunden con Barcelona, sino proyectando sobre el paisaje urbano tu interioridad misma, lo que te permite definir en el poema un estado anímico que ya no podemos disociar de los lugares y personajes que vos presentßs. Pienso en lo que hacían al mismo tiempo Vanzo o Rosa Wernicke en pintura o novela. Vos lo hacías con el poema. Pero tenías 20 años cuando escribiste Ciudad en sábado. Un bachiller con infancia en Carcarañá, con adolescencia en Arroyito, una ciudad en 1935 que aún tenía al río encerrado (como notó Lorca), y lleno de rieles y el granero del mundo, una ciudad fenicia que apenas soportaba leer un soneto modernista, pero todavía no ese yo poético tuyo de simultaneidad caótica y elíptica ‑rasgo del vanguardismo‑, del Marull que condensaba en una especie de "visión caleidoscópica" de orígenes en Baudelaire o en Lautremont, pero aquí dónde... ¿Con quién? ¿Cómo leías los libros que no estaban en las calles que sí...? "Plaza Pringles sin María Luisa", "Panorama del Paraná sin perfil de sueño", "Exhumación de Wheelwright", "Donde se cuenta del arroyito Ludueña" o "Sonata del Parque Independencia".

 

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Trilce, dicho por todos, fue la máxima vanguardia latinoamericana del siglo pasado, esa yuxtaposición diferida, de monólogo interior, de metáfora envuelta en una sinestesia con metonimias existencialistas y lunfardas, y el paisaje, la descripción de una epifanía en un tono elegíaco pero también reo, como si hace cien años un muchachito que venía de a pie hasta el centro pudiera encontrar esa articulación surrealista, ese magma de lenguaje donde todo fluye: lo exquisito, el tropo, empero, también la calle, el dolor lunfardo de la elegía pero con nombres y lugares propios. ¿De dónde, Marull? ¿Cómo escribiste como Gelman treinta años antes que Juan? ¿De dónde carajo aprendiste a los 20 a escribir como Vallejo a los 40? Pero Vallejo estaba en París, tenía 20 años al lado de Breton o de Eluard. Vos acá y en 1930, como si dijéramos que aún no estaban puestos los adoquines en la calle. No había ejemplares de Trilce en Rosario ni en Buenos Aires. Trilce estaba en la imprenta y vos ya le debías plata al imprentero. Le debías metáforas y la casa que perdiste, y la moto y el hombre que te odiara, y Sender saliendo del Paraná, y la monja que suspiraba en la montañita del parque. Había un Baudelaire, sí... Un Apollinaire, claro. Y Mallarmé, ¿pero cómo llegar solo y a pie desde Arroyito hasta el centro de la vanguardia mundial del caleidospio del yo flaneuriando por la plaza Pringles o el Paraná o el parque Independencia o la Estación Rosario Norte?

¿Y quién podía leerte acá o entenderte o alentarte? Capaz que Girondo, pero Rosario era (sigue siendo) una chacrita en la estancia de los terratenientes literarios porteños. Decía Onetti (vos sabés Facundo porque viviste en Montevideo en su apogeo), que si Beethoven hubiera nacido en el Uruguay, a lo máximo que hubiera llegado es a dirigir la banda municipal de Tacuarembó. Si Baudelaire hubiera nacido en Rosario, a lo máximo que hubiera llegado es a leer como telonero mío en Ciclo Timia.

Recién hace diez años, Sebastián Riestra y Eduardo D'Anna te publicaron gratis, no debés nada de esos nobles 500 libritos descabalados y desaparecidos, aunque hay un oxímoron que se llama Mercado Libre, donde una mano invisible puede pagar con la sangre de los pobres hasta mil pesos por tus veinte poemas. Este año, 2018, la Editorial Municipal sacará tu libro, y creo, supongo, te aviso, tampoco tendrás que pagar nada.

 

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No habrá nunca un poema más hermoso que TRISTE: "Cuando lo haya perdido todo, regresaré. Quiero decir, ya no volveré a mi casa de Rosario que no tengo, ni al corazón de sus muchachas, ni a la casa de los amigos que me olvidan; miraré desde el insomnio de las estatuas a los nietos de sus hijos y al bisnieto del hombre que me odiaba, comentando el infortunio de los poetas de Rosario. Como si yo fuera otro Facundo Marull, descanso el brazo sobre los hombros del que soy y los dos, ‑Facundo Marull y yo‑ escuchamos llenos de compasión al Facundo Marull que ya no tiene su casa en Rosario".

Yo creo que te fuiste para poder escribir ese poema. Que desapareciste para poder escribirlo. Que perdiste tu casa y tu moto, y a María Luisa en la plaza Pringles y a los obreros de Arroyito, para irte. Y te fuiste para escribir el poema. Y está bien. Fue gratis. Es gracia. Muy bien. Será siempre el poema más hermoso de Rosario.