Como sucede con la mayoría de las economías regionales, la producción de papa se encuentra en crisis y el Gobierno habilitó la importación en plena temporada de comercialización de la cosecha local. El primer cargamento del tubérculo proveniente de Brasil arribó este fin de semana al Mercado Central. “La temporada recién está empezando y nos encontramos con esta noticia confirmada oficialmente”, criticó ayer el director de la Federación Agraria Argentina (FAA), Dardo Alonso. Desde el sector aseguran que la papa se está pagando al productor a 70 pesos la bolsa de 20 kilos, equivalente a 3,50 pesos el kilo, lo cual, según denuncia la FAA, es lo mismo que les cuesta producirla. El incremento en los costos se explica por los tarifazos en el servicio energético y aumentos en la logística y carga impositiva. En la misma situación de fragilidad se encuentra las producciones de tomate, frutihortícola, olivícola, vitivinícola, yerba mate, verduras (zapallo, acelga, lechuga, morrones y rúcula) y especias.
El Gobierno implementó desde su asunción una fuerte política de apertura comercial con el objetivo de reducir costos, disciplinando a las actividades que sentenció como ineficientes. Pero el impacto de esa apertura está afectando incluso a aquellos sectores que históricamente son competitivos y que actualmente están perdiendo ventaja a nivel global por la política macroeconómica. Las economías regionales son un claro ejemplo, además de ser una actividad que el oficialismo asegura resguardar. En agosto de 2016 se realizó en Plaza de Mayo un “frutazo”. Un mes después y en diciembre último se llevaron a cabo sendos “verdurazos”, donde pequeños productores alertaban estar contra las cuerdas. Ahora el problema es la importación de papa en plena temporada local.
“Esta situación demuestra el falso argumento de que la apertura sólo afecta a sectores no competitivos, como el textil, calzado e indumentaria. Lo que vemos es que también impacta en las actividades que, por sus condiciones naturales, son competitivas, como la papa”, señaló a este diario Martín Alfie, economista en jefe de la consultora Radar. Según explicó, “cuando hay problemas de apreciación de la moneda, de costos de la cadena de comercialización y financieros, la apertura impacta, porque son factores que van más allá de una cadena particular. No es una cuestión de ineficiencia”, agregó el analista. “Sólo para nombrar un costo que estamos teniendo, algunos productores pagan 15.000 pesos diarios de energía eléctrica para riego”, afirmó el vicepresidente segundo de la FAA, Agustín Pizzichini.
Para los productores de papa, al impacto de todas estas medidas macro se le suma el arribo de competencia extranjera. “La importación afectará a las regiones productoras. En las localidades de Tandil, Belgrano, Balcarce, sólo por nombrar algunas, es un golpe muy duro para los productores ya que tienen compromisos asumidos de pago”, advierte el titular de FAA. Para el sector es casi imposible competir con precios al productor congelados y costos por las nubes. “Hace tres años se vende al mismo precio y los insumos aumentan todos los años”, señaló Luis García, titular de la filial FAA Tandil. A esto se suma que la cosecha se paga con cheques a 30 y 60 días, con lo que en algunos momentos no llega ni a cubrir los costos de la producción.
“Los federados paperos nunca imaginaron que a estos problemas diarios se le sumaría uno peor”, destaca el comunicado de la entidad, en referencia al arribó del primer camión desde Brasil al Mercado Central. “Hay que tener en cuenta que éste (Mercado Central) sólo maneja el 10 por ciento del mercado total del país, es decir seguramente están entrando en diferentes lugares”, agrega el documento. Según explican, “el problema está centrado en Buenos Aires en este momento, ya que la temporada empieza en zonas del sur de esa provincia, pero luego se traslada a Córdoba, Tucumán y Mendoza, generando un grave problema social”.