La Fundación de Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) comenzó una campaña en las redes sociales para denunciar que la brecha entre hombres y mujeres en el ámbito económico no sólo se limita a las diferencias salariales sino también al costo que pagan por productos de uso diario, simplemente porque fueron confeccionados para mujeres. En el caso de los productos fabricados para higiene femenina, la diferencia ronda el 13 por ciento, sobreprecio denominado pink tax. Por ello, el lema utilizado por la fundación en redes es #NoPinkTax.
Con distintos afiches, la campaña “El impuesto que no deberías pagar” denunció, por ejemplo, que el Ibuprofeno genérico cuesta dos pesos más en su versión para mujeres, que las mochilas infantiles tienen un recargo de 130 pesos cuando están pensadas para las niñas y que los chupetes rosas son 16 pesos más caros que los mismos modelos en color celeste.
Otros afiches muestran que el de- sodorante tipo “roll on” cuesta 8 por ciento más cuando está destinado a las mujeres y que las máquinas de afeitar o depilar descartables a las mujeres les cuestan 6 por ciento más. La campaña también da cuenta de que el desodorante “bodyspray” es casi 7 pesos más caro en su versión promocionada como para mujeres, y que la colonia infantil para niñas es un 16 por ciento más cara que la de varones.
La FEIM advirtió que ese sobreprecio en razón de género se internalizó como algo natural y que pasa desapercibido, inclusive, para las propias mujeres. No obstante, el estudio advierte que se trata de una cuestión de género que potencia la desigualdad entre hombres y mujeres, razón por la cual difundió una lista de algunos de los productos con Pink Tax y exhortó a visibilizar la situación por Twitter, bajo el hashtag #nopinktax, cada vez que alguien detecte que la versión femenina de un producto cuesta más que lo mismo en versión destinada a los consumidores varones.
“Partiendo de que la brecha salarial del 27 por ciento deja en desventaja a las mujeres, a eso hay que sumar este impuesto. Es verdad que cualquier mujer podría comprar la versión masculina, pero ellas no tienen por qué elegir un producto que no está pensado para ellas”, aseguró el departamento de prensa de la FEIM.
Si bien no existe este tipo de registros en todos los países, tras una encuesta de más de 800 productos en sus versiones “femeninas” y “masculinas”, el Departamento de Asuntos de Consumidores de Nueva York comprobó en diciembre de 2015 que las mujeres, en promedio, pagan 7 por ciento más que los varones por los mismos productos. Vestirse, a las mujeres, les cuesta un 8 por ciento más que a un hombre y el cuidado personal es hasta un 13 por ciento más caro. El relevamiento, por ejemplo, “en Francia se hace y la idea es que sean las mismas mujeres quienes reporten la desigualdad en los precios para que se conozca cuál es la diferencia”, concluyó la organización que llevó adelante el estudio en Argentina.