Si los diarios inauguraran una sección llamada “La Renga suspendida en lugares” se asegurarían al menos una vez por año una nota llena de culebrones, denuncias cruzadas y el fastidio de las partes involucradas. A la banda surgida en Mataderos el gobierno de la provincia de Buenos Aires acaba de sabotearle un show que tenía programado para el próximo 7 de abril en el estadio Mundialista de Mar del Plata, tras denegarle un aporte indispensable: el recurso humano de la Policía Bonaerense que, según ley, debe encargarse del operativo de seguridad de semejante evento.
Es por lo menos la sexta vez que el grupo padece un revés de estas características. En abril de 2007, el gobierno de Neuquén prohibió dos shows en el estadio Ruca Che de la capital apenas días después de que la misma policía provincial que iba a velar por la seguridad del público asesinara al docente Carlos Fuentealba en medio de una protesta. Si las condiciones no estaban dadas no era por culpa de La Renga. Así y todo, la banda siguió sufriendo impugnaciones de la misma naturaleza de parte de gobiernos provinciales y municipales en San Pedro, La Plata y Rosario.
La última había sido el año pasado, cuando el gobierno sanjuanino canceló una presentación en el autódromo Eduardo Copello y todo el entorno de la banda --notablemente hastiado por lo que parecía imponerse como una malsana costumbre-- salió a responder con los tapones de punta. “Será más fácil cuando los gobernantes entiendan que la cultura es parte esencial para enriquecer el alma, aunque ellos no la disfruten”, disparaba un comunicado oficial que también hablaba de “odio y discriminación” y llevaba por título “Señalando desde la ignorancia”, frase de la canción Muy indignado, de Pesados vestigios, su último disco.
El productor José Palazzo, responsable de los Cosquín Rock, también aportó sus cañonazos: “San Juan le cierra las puertas a La Renga como si fuera más peligroso que la minería”. Apenas habían pasado días del show del Indio Solari en Olavarría, que acabó con la ciudad desbordada, miles de personas varadas y dos muertos. Aunque finalmente La Renga pudo mudar su recital a Jesús María.
De todos modos, el trío no recordará 2017 por todo esto sino por la posterior seguidilla en Huracán que se vivió como una gesta. Tras idas y vueltas, exigencias de toda índole y amenazas de suspensiones, La Renga logró finalmente la aprobación del gobierno porteño y llenó seis veces el estadio en su regreso triunfal a capital después de diez años.
Aquella vez, Chizzo tiró un palito: “¿Vieron que no era tan difícil hacer un recital de rock?” dijo en un claro tiro por elevación a tantos obstáculos interpuestos por los estamentos institucionales de la ciudad de Buenos Aires. También pidió por la aparición de Santiago Maldonado, a quién le dedicó Lo frágil de la locura (“Y yo sólo tuve palabras para definir la injusticia”). En ese momento, el joven estaba desaparecido y fue la primera vez que se levantó su causa como bandera en un evento masivo. Y, como si fuera poco, logró gran difusión una bandera que alguien del público hizo con la tipografía habitual de la banda y la leyenda “Macri gato”. Un cóctel que a más de uno le erizó los pelos.
Lo cierto es que en aquella prueba de fuego, que movilizó casi medio millón de espectadores en plena capital, no se produjo un solo incidente. Por eso le llama la atención a Pablo Baldini, el productor del show en Mar del Plata (ahora mudado a San Luis), la negativa del gobierno bonaerense a hacerse cargo del operativo de seguridad a través de su policía provincial, tal como lo establece la legislación, y con el costo a cargo de La Renga y no del Estado. Resulta curioso que le nieguen a la banda una concesión que le hicieron a otros artistas de igual o mayor convocatoria en esa misma ciudad.
Sin ir más lejos, la reciente edición de la versión argenta del Lollapalooza (que implicó más días, espectadores y policías en la misma provincia administrada por María Eugenia Vidal) se realizó a pesar de su delirante contexto: la amenaza de un ataque terrorista de ISIS que hicieron dos cuentas de Twitter a las cuales el propio gobierno bonaerense les dio entidad aplicando un especial operativo antiexplosivos. ¿Hay, entonces, un trasfondo político o ideológico en esta suspensión que el doble comando de Cambiemos (en el gobierno tanto de Mar del Plata como de la provincia) impone sobre la banda?
“En su lógica de trazar límites y marcar enemigos, puede que consideren a La Renga como parte del ‘equipo contrario’ y lo hostiguen. Algo que no tiene sólo que ver con lo que pudo haber pasado en Huracán, porque no nos olvidemos que La Renga también tocó en Plaza de Mayo para las Madres, cuando se conmemoraron los 30 años de la vuelta de la democracia”, analiza alguien que trabajó con la banda en sus puestas porteñas. “Es probable que ellos lo vean de esa forma y entonces usen como excusa para la suspensión la posibilidad de incidentes, algo cuestionable ya que La Renga viene de tocar en Huracán seis veces sin ningún problema. En definitiva, creo que se cagan en todo y no les importa nada, por eso rechazan el permiso y listo.”
“Una vez más el gobierno de la provincia de Buenos Aires inventa un motivo para que no podamos tocar en Mar del Plata”, apuntó Pablo Baldini en un comunicado. Ya había producido a La Renga en aquella ciudad en diciembre de 2006 y de 2015, aunque en la última ocasión recibió un anticipo de lo que le ocurriría ahora. El show estaba estipulado para el sábado 12, apenas dos días después de que Cambiemos tomara posesión del poder político por primera vez tanto de la ciudad como de la provincia. A pesar de haber impuesto algunos obstáculos, el show se terminó realizando. “En ese momento no tenían mayor alternativa, porque se ligaban un juicio y además empezaban la gestión con una censura”, supone Baldini.
Varios se preguntaron por qué La Renga salió a vender los boletos antes de tener la aprobación definitiva. Baldini explica que en la provincia de Buenos Aires --al igual que en la capital federal-- el permiso se divide en dos instancias. La primera parte, de “prefactibilidad”, requiere una serie de papeles que, una vez aprobados, autorizan la venta de localidades. Pero la habilitación definitiva se rubrica recién cinco días antes del show. Es cuando, entre otras cosas, se debe definir el operativo de seguridad, acaso el vínculo más ríspido con la otra parte fundamental del asunto: el Estado.
Cualquier malpensado elucubraría que el desdoblamiento de autorizaciones tiene sentido porque ubica a la Policía recién en el tramo final de las negociaciones, impidiéndole entrometerse excesivamente o pedir cosas que no correspondan. Quizás tenga asidero la sospecha, quizás no. La cuestión es que La Renga tocará el 7 de abril en Villa Mercedes. La realización del show entonces está cerrada, no así esta polémica que seguramente tendrá nuevos capítulos.