La radio encuentra en la noche al oyente más despierto. El silencio que ensordece el saturado ruido diurno suele dar lugar a universos de sonidos imperceptibles hasta entonces. La radio nocturna asume climas, frases, ideas y músicas que transportan sin fórceps al oyente dispuesto, al buscador sin apuro. Marcelo Figueras y Pablo Ramos son los guías de viajes imposibles, de sueños sorprendentes, de recorridos sin destino. Los escritores supieron trasladar al éter la prosa con la que desde hace tiempo tejen historias impresas en letras de molde. Lo hacen cada noche en el aire de FM La Patriada (FM 102.1 o fmlapatriada.com.ar), la emisora “alternativa” que conformó una programación periodística-cultural que le hace frente a las carencias de un presente sin futuro. “Los programas que Pablo y yo hacemos serían impensables en radios tradicionales: nadie se bancaría las libertades que nos tomamos, tanto en términos estéticos como políticos, dos caras de la misma moneda”, subraya Figueras. “La Patriada es el último peldaño antes de la desesperación, es el invento de unos pocos cuerdos que saben que hay que respirar”, agrega Ramos ante PáginaI12.
El mundo de las letras y las ideas se vuelve narrativa radiofónica por las noches. Figueras despunta los sentidos con Big bang!, el ciclo que de lunes a viernes a las 22 construye un espacio en el que la música, la literatura, las series y las ideas se conectan armoniosamente. “En un contexto tan áspero como el de nuestra realidad actual, la idea era construir un programa que apelase a la belleza como método de autodefensa. Que hiciese uso de las cosas que nos encantan y emocionan como talismanes: la música, la literatura, el cine y la TV, esas iluminaciones en las que nos hacemos fuertes, y que tanto necesitamos en momentos en que no queda otra que apelar a las mejores versiones de nosotros mismos para resistir”, subraya el autor de El rey de los espinos, El muchacho peronista y la más reciente El negro corazón del crimen, entre otras novelas.
A la medianoche, Ramos se hace cargo del desvelo con El origen de la tristeza, en donde la existencia humana entra en una dimensión en la que la realidad no es más que un estorbo. “Mi programa –cuenta el autor de La ley de la ferocidad y El camino de la luna– es la expresión cruda de la búsqueda. El origen de la tristeza se busca a sí mismo, se va formando como programa empíricamente. Empecé casi sin estructura y hoy voy vislumbrando los pilares de la misma. Veremos qué pasa más adelante. Al final de todo este camino tal vez encuentre la propuesta. Lo que es causa en los programas corrientes es consecuencia en el mío. Sólo a veces, cada tanto, por una de ésas.”
El hecho de que ambos hayan desembarcado en la radio, proveniendo del mundo de las letras, no es lo único que los hermana. Sus programas cuentan, también, con la participación especial de dos músicos argentinos, que realizan sus aportes al éter nocturno. No se trata de artistas mediáticos menores, además: el Indio Solari es el que musicaliza y lee poesías o textos cada noche en Big bang!, mientras que Andrés Calamaro presenta canciones de aquí y de allá en El origen de la tristeza, bajo el alias de DJLotovolador. El Indio y el Salmón hacen de las suyas –con sus tonos, estilos y obsesiones– en el aire de la radio.
Los escritores celebran la posibilidad de que los músicos hayan elegido sus programas para, sin mediaciones, relacionarse con la audiencia. Figueras cree que el Indio Solari aporta materiales que no se escuchan en ningún otro lado. “El Indio es omnívoro en materia cultural –sostiene–, y eso redunda tanto en una música que es a la vez de hoy y de siempre, y puede ser tan placentera como ocasionalmente inquietante –a través de su alias DJ Martini es capaz de programar a Nick Cave y a Haim, a Jimi Hendrix y a Foster the People–, a la vez que, como el Mister, es capaz de leer textos que van de Ambrose Bierce a Pär Lagerkvist, pasando por biografías o conversaciones con artistas imprescindibles como Buñuel, Fellini y John Huston. Por otro lado, me proporciona la infinita satisfacción de emplear el programa como un punto de contacto cotidiano entre un artista como el Indio, que no es precisamente de andar frecuentando los medios, y las bandas inconmensurables que lo adoran. La gente agradece esa proximidad inédita, y a él –estoy convencido– también le hace bien el calorcito y el cariño.”
Lo del Salmón en El origen de la tristeza está más ligado a la presentación musical de canciones o artistas de distintos orígenes y géneros. “Andrés resuelve de manera hermosa la musicalización, y sucede que dialoga sin que esto haya sido calculado con los textos que yo leo”, dice Ramos. “Además, es Andrés Calamaro, y su compromiso desinteresado habla de que un artista, aún un rockero (que todo el mundo supone colgado, apolítico o por fuera del compromiso social) siente la misma preocupación que sentimos todos. Nunca entendí a los jugadores de futbol millonarios como Messi, Kun Agüero, etcétera, que en vez de hacer las boludeces que hacen cada vez que festejan un gol no mostraron una camiseta debajo de la de su club que dijera Santiago Maldonado. Se puede tener mucho talento, diría Unamuno, pero ser un imbécil moral”.
–¿Qué quiere decir?
Pablo Ramos: –Se cumplió un aniversario de Bukowski (y conste que admiro a Bukowski por lo mejor de Bukowski). Si buscan en YouTube, los videos del poeta más vistos son aquellos en los que patea a su mujer o en los cuales bebe cerveza en público. Todos los escritores que honran su nombre en diferentes lugares tratan de ser eso que él detestaba ser. Claro, no trabajaron en una carnicería, no sintieron realmente el peso del fracaso real, que lejos de ser un concepto existencial es el dinero que vale la noche en una pensión. Cuidado. Hoy escribir sin haber leído es una virtud, el desorden y la despreocupación por la forma, una posición estética. Los artistas se festejan a sí mismos y es muy común que una contratapa explique que eso que no se entiende es la expresión del desentendimiento. De no haber existido Kafka, se habrían salido con la suya. La oscuridad de expresión es lo opuesto a la expresión de la oscuridad, la belleza lo opuesto a la estupidez.
–En sus programas, la actualidad no parece ser relevante.
Marcelo Figueras: –Por supuesto, la realidad es innegable y también le abrimos las puertas. Si la situación lo requiere, conversamos con Milagro Sala, Sergio Maldonado u Horacio Verbitsky. Pero aun en esos casos, además de charlar sobre el dato urgente, tratamos de conversar con ellos sobre sus experiencias más profundas, aquellas vivencias que han colaborado a hacer de ellos quienes son. Puede parecer menor, pero que Máximo Kirchner hablase largamente de la música que se escuchaba en la casa y el auto de su infancia en Santa Cruz me dijo mucho respecto de la familia de la cual proviene.
P. R.: –¿La realidad? Los centros culturales no molestan a nadie, sus participantes se felicitan, y forman grupos de afinidad y de jactancia. Una cerveza, un porro, una chupada mutua de los genitales y a dormir en paz que la guerra es de los otros. Cerca, mucho mas cerca de la realidad, esta la derecha, y por eso tenemos el dedo enterrado hasta el fondo del culo.
–¿Cuánto influye el hecho de pensar un programa a emitirse en una emisora alternativa? ¿Cree que en el actual contexto mediático la libertad creativa sólo es posible en este tipo de espacios de resistencia cultural?
P. R.: –La libertad es un concepto relativo. El ejercicio de la libertad es otra cosa. La palabra “alternativa” me produce rechazo. Significa opción, salida, y de ser “alternativo” mi programa sería parte de la ecuación liberal, su sombra. Y si algo se reconoce como la sombra del discurso hegemónico, ergo admite que el discurso hegemónico es la luz. La libertad creativa me parece un concepto burgués y me despreocupa por completo. Solo entiende la palabra libertad aquel que pisa la calle después de haber pasado un tiempo en la cárcel. Hay una alternativa a esto que digo: comprarse El anatomista, de Federico Andahazi, y hacerse un tatuaje en el pecho que diga “éste no es un pelotudo”.
M. F.: –Los programas que Pablo y yo hacemos serían impensables en radios tradicionales. Nadie se bancaría las libertades que nos tomamos, tanto en términos estéticos como políticos, dos caras de la misma moneda. En este sentido, FM La Patriada es el lugar ideal para nuestros juegos. Si echan un vistazo a la programación entera, se van a dar cuenta que están apostando más al desarrollo de un polo creativo a la altura de estos tiempos que de un artista o nicho en particular. Por algo gente tan poco dada a plegarse a los dictados del business como el Indio y Calamaro sienten que este es un lugar ideal para expresarse. El fenómeno es casi inevitable en tiempos represivos como los actuales, y de modo orgánico: la expresión necesaria, aquello que la gente necesita oír y decir, puede ser bloqueada durante algún tiempo por obra del poder y del dinero, pero siempre va a terminar encontrando alguna grieta por la que colarse. Es lo que dice Leonard Cohen en “Anthem”: si recibimos alguna luz, es porque se cuela a través de las rajaduras del sistema.
P. R.: –La Patriada es el último peldaño antes de la desesperación. Es el invento de unos pocos cuerdos que saben que hay que respirar. Y que deciden soltar oxígeno, alivianar la atmósfera social. No creo que los compañeros entiendan del todo mi programa, porque ni siquiera yo lo entiendo. Pero ellos sí entienden que el entendimiento está sobrevaluado y entonces apuestan a la confianza. Y acá estoy. Cumpliendo la misión de preocupar a los demás, obligándome a incomodar al otro, haciendo un programa que no piensa en el oyente, que por lo tanto lo incluye como parte del conflicto y no tiene nada para decir, mucho menos consejo para dar. Lejos de la conciliación armoniosa, El origen de la tristeza es una melodía disonante, una oda al desacuerdo. “Agresión”, en mi diccionario, es uno de los más precisos sinónimos que tiene la palabra “amor”.
–Ambos provienen de la literatura y el periodismo gráfico, y sus programas tiene mucho de literatura flotando en el aire. ¿Cómo se las ingeniaron para traspasar al eter la narración escrita? ¿Qué le aporta la radio a la creación de climas y qué pierde en relación con su expresión más genuina?
M. F.: –En términos narrativos, la radio es pura ganancia. Aquí hemos padecido durante décadas el mandato –totalmente reaccionario, desde el punto de vista político– de que el escritor debe ser una suerte de anacoreta que abomina del contacto con la realidad, el público y la vida en general. Cuando en otras tradiciones, como la europea y la de los Estados Unidos, está claro que un escritor es también, y necesariamente, un intérprete en contacto constante con su público. Todos los escritores norteamericanos, alemanes, ingleses, saben que parte de su laburo es encontrarse con los lectores y leer sus propios textos, interpretándolos. ¡Es parte esencial de la tarea de comunicar narrando! Para un escritor argentino, la radio es un medio ideal para descontracturar el hecho literario, para reconectarlo con su intención comunicacional primigenia: uno siempre cuenta para alguien que no es uno mismo, a no ser que esté enfermo de solipsismo.
P. R.: –La pregunta es buena, pero tiene un defecto moral. Es tan grave ese defecto que derrumba toda posibilidad de respuesta. ¿Qué es la radio? ¿Qué sería aportarle algo a la radio? ¿Comprar un transistor de repuesto? ¿Rociarla con wd40 cada tanto? Entienda que no quiero ser sarcástico, pero quiero ser terminante. Hoy el único problema que tenemos los argentinos, todos los argentinos, se sienta todos los días en el sillón de Rivadavia. Elegido por los argentinos, amparado por los argentinos. Hay que ser conscientes de que un estado de terror que fusila niños, que encarcela a todo aquel que le molesta, por primera vez en nuestra historia lleva el calificativo inapelable de valido y legítimo. Todo lo demás me importa poco o sencillamente no me importa.
M. F.: –La narrativa es mi medio esencial de comunicación, pero siempre padecí el hecho de la distancia –artificial, pero distancia al fin– que las formas industriales construyen entre el que cuenta algo a través de un libro y quien recibe esa narración. ¿Qué sienten los lectores mientras te leen? Nada me encantaría más que poder verlos en pleno proceso. Escribir cine me proporcionó un puente: te metés en una sala y sentís si la gente se ríe o se emociona donde esperabas. Y con la radio, el feedback también es inmediato: empieza con la gente que te rodea –tu operador, tu productor– y se materializa en los mensajes de los oyentes. Y más cuando uno tiende a expresarse a través de textos que no le escapan a la sensibilidad. Pablo siempre tañe esas cuerdas y mediante la radio sus textos ganan mil por mil.
P. R.: –La radio es un medio para aportarle algo a la gente. Los climas y la literatura son, en mi programa, la fe que yo puedo ejercer. El hecho estético, eso que, según Oscar Wilde, hace a la diferencia: todos estamos hundidos hasta el cuello en la misma mierda, solo que algunos aún miramos hacia las estrellas.