Horas después de la elección de Trump, la Bolsa de Nueva York batió records del Dow Jones. El índice de los valores industriales aumentó en dos días 3 por ciento cerrando a 18.850 puntos. Los cambios de la política económica han sido saludados, de antemano por los especuladores. El hombre que enfrentaba Wall Street fue ovacionado por sus presuntos enemigos. La supuesta oposición de los magnates financieros al nuevo presidente es solo una invención de los medios. El partido republicano, que tiene mayoría en las Cámaras, se apresta a desarmar una gran parte de las tímidas regulaciones financieras, como la ley Dodd-Frank de 2010, definidas luego de la crisis de 2008. Por otra parte, como lo ha prometido, probablemente desmantele a Oficina de Protección Financiera de los consumidores y la Oficina de Represión de Delitos Financieros del  Departamento de Comercio. 

Lo que se puede predecir es que volvió la economía vudú que explica que si la tasa de impuestos directos –a las ganancias– es elevada entonces las personas más ricas que poseen ingresos más altos van a dejar de trabajar para no pagar tantos impuestos ya que cuanto más trabajan menos rinde su trabajo. ¿Para qué trabajar si el fruto de su trabajo se lo lleva el Estado? Es por esto que es necesario disminuir la progresividad de los tramos del impuesto al ingreso. Esto fue lo que hizo Reagan cuando disminuyó la tasa marginal –la más elevada– de 80 al 40 por ciento y redujo el impuesto a las empresas. Es lo que hará Trump en los primeros meses de su gestión. 

Esto no juega para los sectores medios ya que se anuncia una baja “general” de los impuestos que no toca a los primeros tramos. La baja de la recaudación fiscal agravará el déficit presupuestario e incitará a disminuir el gasto público en servicios sociales o infraestructuras, lo cual disminuirá el bienestar de las capas medias y los sectores populares. Para compensar se recurrirá a endeudar al Estado facilitando así ingentes beneficios a los bancos que proveen los fondos. 

En resumen es muy similar a disminuir las retenciones y luego podar la inversión pública y el empleo estatal aumentando el endeudamiento como hace Macri en Argentina.

Los otros puntos de la política de Trump como el incremento del gasto público en infraestructuras necesitarán la aprobación del Congreso lo cual no es seguro. En principio su programa estaba basado en la disminución de la apertura comercial el resto del mundo provocando un rechazo pavloviano de las elites promotoras de la mundialización. Aunque las importaciones solo representan el 15,5 por ciento del PIB, según el Banco Mundial, Trump y el Senado adelantaron que no aprobarán los tratados comerciales que fueron negociados en los últimos años, en particular Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica que engloba algunos países latinoamericanos como México, Chile y Perú. Informó que renegociará el Tratado NAFTA con México y Canadá y dejará de negociar el Acuerdo Trasatlántico de Comercio con Europa. Además, aspecto que es fácil de realizar, cerrará el mercado estadounidense a una serie de productos agrícolas y otras materias primas cuyas importaciones son menores. Incrementará además los derechos de aduana a los productos chinos y japoneses pero también del resto del mundo, para promover la producción interna o al menos mostrar que cumple con lo prometido. 

La restricción a las importaciones chinas por parte de Estados Unidos va generar una mayor agresividad exportadora de los chinos en otros mercados como la Argentina, entre otros países, que no tienen vocación de proteger su industria. 

Un aspecto importante será el cambio de la política monetaria. En este sentido la reacción de Wall Street es el preludio de lo que vendrá. A Trump le ha convenido en sus negocios personales la bajas tasa de interés que favoreció a su sector de actividad: la especulación inmobiliaria. Pero la tasa de interés baja es mala para los negocios financieros. Si bien los especuladores de Wall Street prefieren tasas bajas de interés esta no es la posición de los bancos y del sector financiero que ganan más si las tasas son un poco más elevadas. 

En conclusión, Trump va a realizar un programa económico liberal favorable al sector financiero con algunas ayudas financieras del Estado al sector industrial tradicional.

* Doctor en Ciencias Económicas Université de París. Autor de El Peronismo de Perón a Kirchner, Ed. de L’Harmattan, Paris 2014. Editado en castellano por Ed. de  la Universidad de Lanús, 2015

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