El gobierno de Vladimir Putin respondió hoy a las expulsiones masivas de 150 de sus diplomáticos a raíz del envenenamiento de un ex espía ruso y su hija en el Reino Unido. El canciller Sergei Lavrov anunció la expulsión de 60 diplomáticos estadounidenses y el cierre del consulado que Estados Unidos tiene en San Petersburgo. A más tardar el 5 de abril deberán dejar el país.
"Literalmente, en estos momentos el embajador norteamericano ha sido citado en la Cancillería, donde se le está comunicando el contenido de las medidas de respuesta contra Estados Unidos", afirmó Lavrov en rueda de prensa sobre la convocatoria del Kremlin a John Huntsman, el embajador de Washington. Así, Moscú responde a la decisión del gobierno de Donald Trump de echar 60 diplomáticos rusos y cerrar el consulado en Seattle.
Lavrov explicó que su gobierno declaró personas no gratas a 58 empleados de la embajada estadounidense en Moscú y a dos del consulado de Ekaterimburgo. Sobre Gran Bretaña y los otros países europeos que echaron diplomáticos rusos, el canciller también prometió “una respuesta simétrica en cuanto al número de personas de misiones diplomáticas que deberán abandonar Rusia". La solidaridad de otros países de la Unión Europea y de Estados Unidos con el gobierno británico llevó la cifra de rusos expulsados a 150.
La crisis se suscitó el 4 de marzo con el envenenamiento en Salisbury de Sergei Skripal y su hija Yulia, que estaba de visita en Gran Bretaña. Skripal, de 66 años, es un antiguo espía ruso que fue condenado en su país al confirmarse que era un doble agente y trabajaba para los británicos. Canjeado por otro espía, pasó a residir en Salisbury. El ataque lo sufrió con un agente tóxico llamado Novichok, según las autoridades británicas. Se trata de un gas nervioso desarrollado en la vieja Unión Soviética.
Por el ataque fueron internados padre e hija, en grave estado, al igual que un policía que los auxilió cuando los encontró en un banco de plaza. La hija del ex espía "mejora rápidamente y su condición ya no es crítica", mientras que Skripal continúa "en estado crítico, pero estable". Rusia negó responsabilidad en el ataque y culpó a los ingleses, al tiempo que la premier Theresa May iniciaba la mayor crisis desde la Guerra Fría al expulsar a los diplomáticos rusos.