Hacen todo bien
A la hora de ir a una cafetería, muchas veces hay que elegir según lo que se priorice ese día. Algunos lugares ofrecen cafés de alta calidad, otros se especializan en rica pastelería, unos más tienen sándwiches generosos y están aquellos ideales para relajarse, aprovechando sus mesas en la vereda. Y, de pronto, surge una opción como Moshu, que cumple con cada necesidad. Una preciosa esquina en Saavedra: rico café colombiano orgánico con un tostado intenso; panes de masa madre de corteza crujiente y buena miga, y dulces golosos, muchos de ellos hechos incluso en el mismo día, como sucede con el crujiente cinnamon roll ($72).
Con ciertos toques industriales (lámparas colgantes de aluminio y paredes de ladrillo a la vista) junto a detalles cálidos (sillas clásicas Thonet, mesas de madera incluyendo una familiar de carpintería), Moshu se deja disfrutar durante todo el día. Hay desayunos y meriendas prearmados, como el que trae café doble, huevos revueltos con gruyere y ciboulette, tostada y jugo recién exprimido ($160) o el más simple con variedad de tostadas de panes de masamadre, queso crema y mermeladas, a $115. Los sándwiches cumplen como buen almuerzo, con opciones frías (salmón ahumado, palta, cebolla morada, alcaparras, rúculo y queso crema, $215) y calientes (contundente el de ternera braseada, panceta, verdes, queso, mayonesa de chimichurri, $195). Cada día suman una tarta ($115) y una sopa ($88), y de tarde convencen con una completa oferta de pastelería, incluyendo varios cheesecakes, una húmeda carrot cake o la best seller, una perfecta red velvet (todas, rondando los $85 la porción).
No hay casillero del check list que Moshu no haya tildado: hay jarrito de agua para las mascotas, prestan una canasta para llevar al picnic, los camareros (en su mayoría, de países vecinos) son atentos y muy amigables, el pan se vende también para llevar, lo mismo que las tortas enteras. Pero no se trata tan sólo de cumplir con cada aspecto que esté de moda, sino de hacerlo bien, con calidad y servicio. Y Moshu lo hace.
Moshu queda en Moldes 3802. Teléfono: 4702-3683. Horario de atención: martes a domingos 8 a 20
Cambiar las reglas
Suele acusarse a Villa Crespo de palermitarse, de imitar al vecino barrio de Palermo. Pero esa afirmación es, en parte, falsa: en Crespo quedan muchísimas zonas residenciales, con pocos comercios y abundante identidad. Y es ahí, en una esquina anónima, donde inauguró Bilbo Café, una de las más lindas novedades de la zona. “Era tirar la moneda y apostar al crecimiento del barrio, a la respuesta de los vecinos”, explica Maximiliano, uno de los tres socios a cargo de esta propuesta abierta hace apenas cuatro meses.
Lo primero que llama la atención de Biblo es su diseño interior: aprovechando un mix de mesas y sillas de los años 50, muchas plantas, colores pasteles y piso en damero, cada rincón genera su ambiente. En el sótano, hay un par de sillones y una mesa grande para compartir; en la planta baja, los ventanales dejan pasar la luz sobre sillas de hierro y otras de cuero vintage, junto a mesas bajas y altas, e incluso un par de mecedoras colgantes que invitan a relajarse. El protagonista de la carta es el café, un rico blend colombiano desarrollado por los mismos socios junto a la gente de Lab Tostadores de Café, que se ofrece en espressos ($44), latte y flat white (ambos, $70), entre varias recetas. Y la cocina acompaña: hay sándwiches como el hot pastrami (pastrón casero, mostaza con miel, pickles y cebolla caramelizada, $190) o la Bilbo Burger, que por $190 trae panceta curada casera, huevo frito, cebolla caramlizada, cheddar y salsa bbq; hay ensaladas como la Tuna ($70), con arroz yamaní, atún, cherries, rúcula y un aderezo de la casa; y también algunas cosas para picar como las papas alioli ($140) o la tabla de quesos ($200). Entre lo dulce, vale la pena apostar a la Chocobilbo, una reinterpretación de la chocotorta donde usan el café colombiano, también una crema especial secreta, dulce de leche y un ganache de chocolate por encima. Y, como novedad, desde el verano están abriendo las noches de viernes y sábados, con propuesta de cena y de coctelería.
En un barrio donde las propuestas no abundan, Bilbo escribe sus propias reglas.
Bilbo Café queda en Beláustegui 804. Teléfono: 2115-2016. Horarios de atención: martes a jueves, de 8 a 21; viernes y sábados, de 9 a 23.45; domingos de 9 a 21.
Los tres lados
La imagen que representa al flamante Testa, en Colegiales, es la de un triángulo. Son tres ideas combinadas en una misma figura: la cocina, el café y la suma de coctelería y vinos. Un pequeño local, de aires modernos, muy cuidado, en una zona del barrio “tomada” por las cervecerías artesanales. “Si contás seis cuadras a la redonda, tenés siete cervecerías, incluyendo algunas de las cadenas más grandes; pero ningún lugar que ofrezca una rica copa de vino”, explica Charly Aguinsky, uno de los socios de esta casa.
La simpleza reina en Testa, con su oferta a la vista. No hay carta de vinos, sino que las botellas están en estantes, en una pared, para que cada uno elija la que quiere: se pueden comprar para llevar o beber in situ, todo al mismo precio de vinoteca (la copa de, por ejemplo, un Durigutti Blend 2017 sale $100). De comer, hay pizza ($120, individuales) que recuerda el estilo napolitano, con una masa levada con apenas un gramo de levadura por 24 horas; también ofrecen tablas de quesos de Tandil o de fiambres de Las Dinas, brusquetas con un delicioso pan de fermentación natural, sándwiches al mediodía (alrededor de $110), una burrata ($250) y algunas ensaladas.
Detrás de la barra, una reluciente Victoria Arduino (una de las mejores cafeteras espressso del planeta) deja en claro la importancia que le dan al café: con un blend de Guatemala, sirven ricos espressos en vasito de vidrio ($45), también flat white ($65) y un iced latte a $70, entre otros.
Hasta aquí, todo es bueno, por encima del promedio. Pero donde Testa directamente se separa del resto de su competencia es en la coctelería: por $175, se pueden beber algunos cócteles perfectos, elaborados con conciencia y con bebidas de muy alta calidad: desde un 50/50 (un Dry Martini hecho con Hendrick’s, Cinzano Dry y Chardonnay) a cócteles más suaves y frutales, pasando por opciones prebatcheadas. Un lugar nuevo, recién naciendo, que tiene mucho para crecer.
Testa queda en Freire 1393. Teléfono: Horario de atención: lunes a jueves de 9 a 21; viernes de 9 a 2; sábados de 10 a 2.