Lamento profundamente la muerte del genocida Zitelli. Entendemos al derecho como productor de verdad, y ello ocurre fundamentalmente a partir del dictado de una sentencia debidamente condenatoria. Las inexcusables dilaciones de la justica en general y del TOF 2 en particular permiten que este emblema de la responsabilidad de la iglesia en el genocidio muera impune. No se garantizó a sus víctimas el derecho constitucional de acceso a la justicia. Los negacionistas que lo encubrieron siempre, incluyendo a las jerarquías eclesiásticas, ya pueden respirar tranquilos. Nunca habrá una sentencia que establezca con la certeza necesaria para una condena penal la responsabilidad de Zitelli. No puedo ni imaginar qué sienten Nené Bettanín, Gladys Bonafede, mamá del compañero desparecido Eduardo Bracaccini, por cuyo homicidio Zitelli fuera imputado, la doctora Cabrera Hansen, las familias Tabares y Mac Guire, entre tantas otras de sus víctimas.

 

* Abogada de la Apdh