El maldito avión de Medellín no solo calló la voz de Carlos Gardel y, la pluma de Alfredo Le Pera. Aquel terrible vuelo también acabó con la vida de dos guitarristas. Uno fue Angel Domingo Riverol, que murió dos días después de la tragedia (el 26 de junio de 1935). Y el otro, Guillermo Desiderio Barbieri, a quien el morbo mortuorio de la historia recuerda más por tal desaparición, que por lo que había sido en vida: un instrumentista, cantor y compositor magnífico. Juanjo Domínguez ha realizado entonces un acto de justicia musical: grabar un disco en su honor. “Tras cincuenta años de andar con la viola de acá para allá, tenía una deuda pendiente… hacer un disco homenaje al segundo de Gardel, al guitarrista que lo acompañó literalmente hasta la muerte. Un monstruo impresionante a quien, no se por qué razón, los guitarristas no tienen en cuenta. Barbieri fue el que inventó el ritmo de tango para guitarra”, enmarca el músico nacido en Junín hace 67 años, ante la inminente presentación del disco (hoy a las 22 en Clásica y Moderna, Callao 892). “La prueba de que era un monstruo está en los treinta y siete temas que le grabó Gardel. Cuando me puse a tocar parte de ese material, me di cuenta de entrada que el disco iba a ser una maravilla”, prosigue el guitarrista, cuya saga de presentaciones se extenderá a los dos primeros sábados de abril.
Juanjo Domínguez Interpreta a Barbieri –tal el nombre del disco– se nutre de trece de las más de cien piezas que compuso el ladero de Gardel. Entre ellas, tres gemas que forman parte de lo mejor que grabó el morocho durante el último lustro de la década del veinte: “Pordioseros”, “Ansias de amor” y el vals “Alicia”, una tríada medular que Juanjo se encarga de explicar. “`Pordioseros` entró de una, no solo por la melodía impresionante que tiene, sino por su letra”, alaba, mientras se pone a vocear un texto que marcha pegado a los primeros efectos de la crisis mundial de 1929: los pobres que aquella arrojó a las calles del mundo. “Cuántas veces en las noches, al mirar los pordioseros, siento en mi pecho una pena que no puedo remediar, y me acerco a lo que dicen, con sus ayes lastimeros, el dolor de estar durmiendo, junto a un mísero portal”…. ¡mirá qué dice!, y es de Barbieri, ¿eh?, la letra es de Barbieri. Letra y música suyas”, se emociona el músico ante este texto escrito en el difícil 1930.
Otra de las piezas que Domínguez destaca es “Ansias de amor”, cuya diferencia con el anterior es su tono existencial, más que testimonial. “Es un tema que Gardel grabó en 1926, con micrófonos carboneros y directamente al acetato, porque en ese tiempo no se podía pinchar alguna nota, o borrar una palabra. Se grababa y, si salía mal, quedaba así. Bueno, “Ansias…”, para mí, tiene una poesía de la que hoy carecen los poetas. Las letras de hoy son superficiales y chabacanas… no tienen ni la dulzura, ni la profundidad de aquellas canciones. El otro tema que me impresiona es ‘Alicia’, un gran vals, que tiene una letra que, bueno, si yo fuera mujer, me enamoraría”, se ríe el hombre, que tiene en mente hacer un volumen II y tal vez un III sobre la obra de Barbieri. “Creo que quedó claro que me encantan sus obras, y por eso el verdadero protagonista es él, no soy yo. Yo solo toco la melodía tal como es, pegada y sin arreglos propios. Lo único que está es mi toque, el resto es Guillermo Barbieri”, insiste el guitarrista, cuya tendencia al rescate de perlas no se agota aquí. Entre los veinticinco discos que lleva grabados a la fecha, también dedicó discos enteros a Zitarrosa, a los Beatles y a Chabuca Granda.
“Cuando hice Zitarrosa o Chabuca, tampoco le metí arreglos o cosas mías… el criterio, en los homenajes, es respetar lo máximo posible al homenajeado. La idea es tratar de mostrar a esos grandes compositores de la manera más didáctica posible”. A la par de estos discos tributo, el ex acompañamiento de Rosamel Araya, Alberto Podestá, el polaco Goyeneche y Horacio Guarany, entre muchísimos otros, también hace la de él. La última escapada hacia sí (compartida, en este caso) fue a través de Simplemente libre, disco concebido junto a Sirso Iseas. “El es más rockero que tanguero, pero la cosa surgió porque estaba grabando a Barbieri en su estudio, y se nos dio por hacer algo juntos: nos metimos en el estudio y salió todo de una. Ahora tenemos otro por sacar, que se va a llamar Como el viento libre, porque lo que hacemos es sentarnos y tocar a ver que sale, como esos trapecistas que se largan sin red. Soy de los que sostiene que, cuando pensás demasiado las cosas, no suelen salir bien. Hay que jugársela y chau. Así va a ser para mí, hasta que el flaco de arriba mande parar”.