Las campañas de los cuatro candidatos presidenciales mexicanos arrancaron formalmente ayer, en pleno Viernes Santo, con miras a las elecciones del 1 de julio próximo, con el centroizquierdista Andrés López Obrador primero en los sondeos.
Solo hay una mujer entre los aspirantes, Margarita Zavala, esposa del ex presidente Felipe Calderón, ex militante del conservador Partido Acción Nacional (PAN), postulada por la vía independiente y la única de varios postulantes que reunió la cifra suficiente de firmas válidas. El presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, llamó a los funcionarios de todos los poderes y niveles a evitar el desvío de recursos para influir en los comicios y advirtió que “intervendrá con firmeza y oportunidad” en caso de que así ocurra.
Aunque comenzaron formalmente las actividades proselitistas, solo dos candidatos presidenciales lo hicieron: la propia Zavala, que estuvo en el emblemático monumento conocido como Ángel de la Independencia, en el céntrico Paseo de la Reforma de la capital mexicana, y el aspirante del PAN Ricardo Anaya. Este último, que lidera una coalición que incluye también al izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) y a Encuentro Social (PES, derecha evangélica) comenzó en Santa Fe, oeste de la capital, una especie de ícono de la burguesía. Los otros dos candidatos decidieron dejar pasar la fecha y comenzarán el próximo domingo, bajo la convicción de que millones de mexicanos están más concentrados en el descanso por el feriado de Semana Santa.
El oficialista José Antonio Meade, un tecnócrata de 49 años, doctor en Economía por la Universidad de Yale, que fue cinco veces ministro en carteras clave de los dos últimos gobiernos, uno del PAN y otro del gobernante Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro), optó por iniciar en Mérida, en el estado de Yucatán. Este es un viejo baluarte del PRI, el partido que postuló a Meade, aunque él se declarara ajeno a cualquier partido, y encabeza una coalición que abarca también a las formaciones centristas Partido Verde y a Nueva Alianza (ambos de centro).
En cambio, López Obrador, del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido que fundó hace dos años y que se perfila como el nuevo referente de la izquierda mexicana, eligió comenzar en Ciudad Juárez, una conflictiva pero pujante ciudad de la frontera con Estados Unidos. La urbe tomó su nombre de Benito Juárez, una de las más veneradas figuras del panteón cívico nacional, que eligió como su figura tutelar y quien gobernó durante un período agitado de la historia de México, en la segunda mitad del siglo XIX. Juárez promovió grandes reformas que incluyen el Estado laico y la expropiación de los bienes del clero.
López Obrador, un candidato nacionalista más que de izquierda, según la opinión de algunos analistas políticos, que suele ser criticado por sus posturas populistas y comparado con el ex presidente venezolano Hugo Chávez y su sucesor Nicolás Maduro, comienza con una ventaja cómoda respecto de sus rivales. Según una comparación de 18 encuestas, el ex jefe de gobierno de la capital mexicana aventaja por 13 puntos a Anaya, segundo en las consultas, y por 19 puntos a Meade. López Obrador mantiene las preferencias en un rango que va del 37 al 44%, seguido de Anaya con 25-31 por ciento, Meade con 20-25 por ciento y Margarita con 4-7 por ciento.
Los cuatro candidatos han estado sumidos en la polémica en los últimas semanas pero sobre todo el puntero, que ha anunciado que anulará los contratos del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, de unos 13.000 millones de dólares, el proyecto de infraestructura más ambicioso de la gestión de Peña Nieto. El resto de los aspirantes se han puesto en “pie de lucha” anunciando que se opondrán a echar abajo este plan.
Desde que comenzaron las precampañas el 14 de diciembre de 2017 y hasta el último día de proselitismo político, el 27 de junio, los candidatos habrán atravesado más de seis meses de disputa electoral para atraer el voto de los mexicanos.
En los comicios que se celebrarán dentro de tres meses unos 87 millones de mexicanos fueron convocados para votar además por nueve gobernadores, 500 diputados, 128 senadores, entre los 3.400 cargos en disputa en 30 de los 32 estados del país. Las elecciones del 1 de julio se perfilan como las más grandes de la historia de México, tanto por el número de cargos en disputa como por la cifra de votantes y su exorbitante costo financiero, situado en alrededor de 1.217 millones de dólares.