Carlos Zannini no sólo se valió del respaldo de sus familiares, abogados y amigos de la política para sobrellevar los 107 días que estuvo detenido en el penal de Ezeiza. También se concentró en detectar las causas, razones y posibles alternativas a la coyuntura política que vive la Argentina. En diálogo con PáginaI12, afirma que estuvo preso “por voluntad de los que mandan y por el miedo de los jueces” y dijo que todo responde “al nuevo modelo de dominación que incluye a los medios, la Justicia y un libreto hecho por los servicios”. Sin embargo, el ex secretario Legal y Técnico durante los 12 años de kirchnerismo sostuvo que todavía no está dicha la última palabra sobre la actitud del pueblo ante la destrucción de los derechos que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri.
–Estuvo preso en los 70 durante la dictadura. Hace pocos días salió en libertad luego de 107 días en prisión preventiva. Su liberación fue justo el 24 de marzo. ¿Cómo vivió volver a la cárcel después de aquella vez?
–Desde el comienzo mismo de mi cárcel no quise poner el acento en la cuestión personal. Dije que mi prisión es un renglón más en la historia universal de la infamia. Los párrafos más importantes están siendo contra el pueblo, contra los jubilados, los trabajadores, la industria nacional, la autonomía del país, es decir, no quiero hacer un balance que sea ‘oh pobre, cómo la pasó en esa situación’. Hay gente que la está pasando mucho peor que yo, los mismos que están en Marcos Paz tienen un régimen mucho más duro. El problema en mi causa era la tremenda injusticia de tratar de ligarme a un hecho sobre el que no tengo ninguna responsabilidad. Es una violación flagrante del texto de la ley cometida por jueces argentinos. Esto da a pensar que todos estamos en libertad condicional. Porque si a mí, con cierto nivel de conocimiento en la sociedad, me hacen ésto, qué le harán al humilde que no tiene otra defensa que la que le de un defensor oficial. Lo que sí creo es que tiene un simbolismo especial en este sentido: recordarle a los demás que pueden estar presos sin ningún motivo, sin ninguna causa. Yo fui funcionario 30 años ininterrumpidos y no tuve ni denuncias ni causas. No es que sea mejor que los que tuvieron causas, lo que digo es que no necesitás hacer nada para que te metan preso.
–¿Ser kirchnerista, tal vez?
–Pareciera que la criminalización de la pertenencia a un gobierno es el único motivo determinante para este tipo de encarcelamiento.
–Usted se definió como preso político. Para que haya un preso político tiene que haber una decisión política tomada por alguien pero también connivencia de los jueces. ¿Son débiles o cómplices?
–Me faltan todavía datos para saber bien cómo se generó la idea de mi encarcelamiento. Yo dije que estuve preso por voluntad de los que mandan y por miedo de los jueces. La primera carta que escribí estando detenido, dirigida a Cristina, planteaba tres hipótesis. La primera es que si el juez cree en lo que ha escrito tiene que dejar de ser juez porque lo que hizo no resiste el menor análisis. Inventó una guerra (con Irán, requisito para que configure el delito de traición a la patria). La segunda es que si el juez fue presionado por el Gobierno no merece ser juez porque una de las condiciones para el cargo es tener templanza para resistir cualquier tipo de presión y decidir conforme a la ley. Y la tercera es que si alguien los está extorsionando, que avisen y luchamos contra los que extorsionan jueces para que a su vez extorsionen a la gente. No sé con cuál de las hipótesis quedarme. Los mensajes que me llegaron de gente allegada al Gobierno fue que la tercer hipótesis era la más adecuada. A lo mejor era para limpiar la imagen del Gobierno o a lo mejor responde a la realidad. A la vez, no puedo estar demasiado contento porque, de tener ninguna causa, ahora marcho hacia un juicio oral por un tema en donde evidentemente tendrán que absolverme.
–¿Qué rol tuvo la secretaría Legal y Técnica y usted en particular en la firma del Memorándum con Irán?
–Ahí hay una falacia de base. Se están tratando de transformar actos legales en actos ilegales, que no responden, por ejemplo, a qué hacer con los legisladores que, como yo, creyeron que el memorándum era constitucional y lo avalaron. Es un acta firmada con otro país que viene al Ejecutivo, que es analizado en sus aspectos legales, no tiene objeciones, va al Congreso y es ratificado. Entonces es como una maniobra distractiva, hablar de ésto para no hablar de lo que hay que hablar, que es cuál es el tipo penal del encubrimiento, en qué consiste encubrir a alguien y ahí dar la posibilidad al acusado de que se defienda. (Saca un papel escrito a mano con distintos artículos del Código Penal y lee fragmentos). El encubrimiento consiste en ‘ayudar a alguien a eludir las investigaciones de la autoridad o a sustraerse de la acción de ésta’. Lo que queda en pie del encubrimiento agravado es una supuesta obstrucción a la justicia pero el mismo memorándum significaba hacer un camino para que la Justicia pudiera ir a Teherán a concretar su actividad. Y sobre “sustraerse a la acción de la justicia”, lo que hizo la Justicia respecto de éstos iraníes es llamarlos a indagatoria y emitir exhortos. No hay ningún caso de sustracción. A lo mejor hubiera habido sustracción si se caían las alertas rojas pero las alertas rojas estuvieron siempre vigentes y fue preocupación del Gobierno, no son cosas que haya hecho yo, ni que tenga nada que ver, pero lo que hizo el Gobierno fue exactamente lo contrario: dictar las alertas rojas, solicitarlas a Interpol, obtenerlas y mantenerlas. Están las declaraciones de (el titular de Interpol al momento de la firma del memorándum, Ronald) Noble que son lo suficientemente claras. No hubo ninguna actividad para ayudarlos a sustraerse, que ellos se han sustraído de la acción de la justicia quedándose en Irán.
–¿Su liberación y la de otros dirigentes puede tener que ver con que un sector del Poder Judicial está percibiendo cierta debilidad del gobierno?
–Es claro que los que mandan tienen interés en mostrar que están logrando resultados en algo. Por ejemplo, en materia de inseguridad tirándole tiros a pibes en la calle, tratando de que haya la mayor cantidad posible de presos. O que están combatiendo la corrupción poniendo gente presa, sobretodo si se trata del anterior gobierno, no de éste. Ahí hay un trabajo de utilización política de la cárcel para fortalecer algún tipo de voto que el gobierno está interesado en seducir con ese tipo de acciones. Es muy grave que se piense que la línea que divide la inocencia de la culpabilidad está trazada por una reja. Hay inocentes presos. El 60 por ciento de los detenidos del sistema penitenciario federal no tiene condena firme. Ergo, porque lo manda la Constitución argentina, son personas de presunta inocencia que están sufriendo castigo. Debemos repensar aquello de que “se pudra en la cárcel”, que lo metan preso. Uno debiera pensar para qué se está utilizando esa idea, porqué nos han hecho creer a los argentinos que metiendo gente presa se soluciona el problema de la inseguridad. Es una falacia. Y lo peor es que el Poder Judicial está desbordado y no le puede dar solución, ni a la sociedad, porque no mejora la seguridad de la población, ni a los que teniendo inocencia están presos. Entonces yo salgo con la convicción de que hay que modificar muy profundamente el esquema judicial argentino y tiene que haber juicio rápido para los delitos menores y juicio por jurado para los delitos mayores, con un sistema que abrevie los plazos.
–¿Reconoce algún error suyo en no haber avanzado en estas cuestiones durante el kirchnerismo?
–No era un área de mi competencia pero lo que sí creo es que noso- tros lo estábamos encarando por el lado de la modernización del Código (Procesal Penal), mirando que el sistema sea acusatorio. Son cosas que van a mejorar, sin duda. Pero ahora creo, con más conocimiento de causa, que sí, que tendríamos que haber encarado hacia otras soluciones. Mi interés es profundizar el tema para poder colaborar en que se rompa ese sentido común que tranquiliza a la sociedad porque la persona está tras las rejas y se olvida que es una persona que tiene derechos y que merece respeto.
–¿Cree que cuando el macrismo deje el poder también le puede pasar a sus funcionarios?
–Este es un nuevo modelo de dominación. Lo que pasa en la argentina se replica en Brasil. Por eso digo que éste es un gobierno “TEMERoso” (en alusión al presidente Michel Temer). Usan la detención de los políticos para hacer política. Alguien va a estar tentado algún día de hacer lo mismo con ellos. Pero ellos no lo advierten. Por eso hablo de “los que mandan” y no digo del Gobierno. Es un modelo nuevo de dominación que incluye a los medios, la justicia y un libreto hecho por los servicios. El lugar físico donde hacen ese libreto no lo sé. Puede ser cualquier lugar del mundo. Pasa con el vicepresidente de Ecuador (Jorge Glas), para con el ex presidente Lula, pasa en varios países de centro américa. Donde mires en latinoamérica el modelo es el mismo.
–¿Cuál sería el objetivo de ese modelo de dominación?
–Es evidente el interés por desprestigiar la política. ¿Qué va a a quedar si se cae la política? Las corporaciones. Hoy se trata de tapar bajo el manto del “se robaron todo” para que nadie reflexione sobre cada cosa que se hizo. Yo no tengo ningún problema en que investiguen hasta la última obra pública y en detalle, pero que no vaya preso sólo el político, que vaya también, si hubo, empresarios que colaboraron con éste sistema de “se robaron todo”. Yo se que eso no existe, que ha afectado a muy pocos de todos los funcionarios y que ha dejado a la argentina con una infraestructura importantísima porque fueron 12 años de inaugurar escuelas, que este gobierno no inauguró ninguna, universidades, que éste gobierno está más cerca de cerrarlas que de inaugurarlas, que este gobierno ha hecho muy pocos kilómetros de autopistas, puertos. Esta gente actúa como si quisiera rápidamente devolverle a las corporaciones el poder y constituir parte de esas corporaciones. Quieren hacer que la política transite desprestigiada, haciendo cualquier cosa.
–En sus últimos discursos como presidenta, CFK habló de la necesidad de asumir como propio lo que se había conseguido y defenderlo. Sin embargo, da la sensación que no fue difícil destruir todo lo que se alcanzó...
–Todavía no está dada la última palabra. Fue mucho el esfuerzo de Cristina para que la gente entendiera que dependían de sí mismos. Si bien la confrontación con el Gobierno no ha llegado a un nivel acorde a la agresión recibida creo que hay una fuerte conciencia de que se está transitando una pérdida fuerte de derechos. La gente está reaccionando, sino no hubiera habido manifestaciones contra el 2x1 o el 18 de diciembre. Están las manifestaciones del 21F y la del 24 de marzo, además con consignas que si bien están en una etapa solo de puteadas como la del MMLPQTP... Lo que puede faltar es un nivel de organización y visibilización de esa resistencia que está naciendo y fortaleciéndose. Yo tengo un optimismo estratégico porque siempre que hubo planes de ajuste de este tipo el pueblo los derrotó. El tema es cuánto va a tardar. Está en la política el arte de ofrecer, de transformarse en representantes de ese clamor colectivo de que vuelvan los derechos. Muchos compañeros se confunden al sostener que ‘se está haciendo un ajuste pero no son una dictadura’. No importa que sean o no una dictadura sino que en una democracia gobierna la voluntad popular y esta gente la está traicionando.
–Los grandes medios de comunicación ayudaron para que se considere justo que usted estuviera preso. ¿Por qué eso no se pudo cambiar?
–Ahí tengo un debate con los que me iban a visitar. Yo los veía más afectados por el blindaje a ellos que a la sociedad. Llegué a la conclusión de que es una frazada corta, que cubre un espectro del 15 por ciento del país, que tienen interés en la política, que ven programas periodísticos. El Gobierno se cree blindado y actúa con un sentido de impunidad y por eso se puede ver que están desnudos, que son unos chantas y de nuestro lado se ve que falta audacia para proponer. No hablamos de nuestros sueños y sólo hablamos mal del Gobierno y así no se construyen nuevas mayorías. La gente no solo vota por sus intereses, es más generosa que los políticos, sino por sus valores. Digo que es una frazada corta que cubre a algunas cabezas que le van metiendo un erróneo sentido común de que están combatiendo esto y aquello pero en realidad no están haciendo nada. Por ejemplo, la usina de la mina de Río Turbio que le faltaba un 20 por ciento para su finalización. Eso para Santa Cruz sería la posibilidad del desarrollo. Pero éstos no terminan la usina, meten preso a uno de los intendentes, Atanasio Pérez Osuna, y echan mineros para poder hacer negocios para que los demás esperen alrededor de ellos el derrame.
–Hablando de Río Turbio… Julio De Vido sigue detenido. Desde la cárcel escribió cartas con críticas a Cristina Fernández y a un sector del kirchnerismo porque lo dejaron solo...
–Cada preso y su familia es un mundo. Cada uno piensa que de esa manera defiende mejor sus intereses y busca su libertad. Yo los respeto y quiero ayudar a la libertad de Julio. No quiero discutir sus opiniones porque parten de una situación personal donde él está sufriendo y yo estoy afuera. Sería equivocar el rumbo. Con él se está cometiendo una gran injusticia. Así que lo voy a defender como defendí a Milagro Sala, a Luis D’Elía cuando estaba detenido. Julio está más afectado porque además las condiciones carcelarias de Marcos Paz son distintas y más duras. Así que hasta por eso respeto lo que él piensa y dice.
–Cambiemos quiere que se trate el desafuero de CFK en el Senado pero un sector del peronismo, precisamente no identificado con el kirchnerismo, hasta ahora ha evitado el avance del proceso...
–Si todos los de la causa están excarcelados no tiene sentido la prisión preventiva de Cristina. A menos que se quiera sacarla del Senado y darle la prisión preventiva para recién después excarcelarla. Los antecedentes en el Senado son muy fuertes. Estuvieron construyendo un tribunal especial para que hubiera condena que no habría quedado firme porque veo que hay jueces que leen las causas jurídicamente y no se dejan apretar mediáticamente. Yo pude salir porque hubo juezas que aplicaron la ley.
–¿Qué diferencia hay entre la primera vez que estuvo preso durante la dictadura y la de este tiempo en democracia?
–En esta oportunidad la muerte no estaba dando vueltas.