“La Doctrina de las Signaturas, también conocida como Teoría de las Señales, ocupó un importante lugar en la medicina folclórica desde el Medioevo hasta la modernidad. A menudo asociada con la labor de botánicos y mujeres sabias, se basó en la creencia de que los objetos naturales que se parecieran a determinada parte del cuerpo, podían curar las enfermedades que en esa parte surgieran. En países cristianos y musulmanes, clamaban los curanderos que era el modo en que Dios indicaba al hombre qué planta le haría bien. Eran símbolos divinos”, explica el joven y autodidacta fotógrafo francés  Marwane Pallas en su sitio web; a cuento, cabe aclarar, de su más reciente serie: The Doctrine of Signatures, loa a los signos, las frutas y la provocación; un homenaje -dirán ciertas voces- a lo que en latín se conociera como similia similibus curantur. Porque los semejantes, al parecer, sirven a sus semejantes… En resumidas cuentas, un ligeramente lóbrego juego de percepción donde un repollo colorado hace las veces de cerebro (o, en su defecto, de pierna amputada), donde una manzana puede ser un trasero, y un durazno, una nariz. Aquello por mencionar algunas de las composiciones con las que Marwane, “con un punto de vista quirúrgico y estético, redefine nuestra relación con el cuerpo y la naturaleza, escuchando su propia anatomía” (Konbini dixit), ahondando en universos “sulfurosos y sugerentes, ricos y singulares”, entre otros apelativos más y menos apropiados. Ninguno, eso sí, con parecido herbal.